La fecha elegida en el veintinueve de julio de 1994 y el padrino va a ser José Miguel Arroyo Joselito, con Enrique Ponce de testigo, lidiándose una corrida de Zalduendo.
José Ignacio Sánchez, 25 años de una alternativa de postín
Paco Cañamero
Glorieta Digital.com, 23 julio, 2019
Aquel mes de julio de 1994 se anunciaba la alternativa de José Ignacio Sánchez en la Feria de Santiago, de Santander, en el mejor cartel de la semanuca. Del novillero que había revolucionado los mismos cimientos del toreo desde que en la miniferia de La Comunidad de Madrid del año anterior atrás cuajase un novillo del Torreón gracias a una memorable faena de naturales que presenció todo el mundo a través del canal taurino de televisión. Una faena cimentada por magníficas series de naturales de la que se habló durante meses y acaparó la atención en la totalidad de los corrillos taurinos. Fue tal que provocó una cascada de titulares en los medios de comunicación, porque ese novillero de Salamanca llegaba abrazado a la aureola de la grandeza y atesoraba todas las virtudes para ser un torero de época.
Y si Madrid lo puso en circulación de forma definitiva, todo se solidificó en Bilbao, plaza que lo vio debutar con caballos en 1991, al cuajar el catorce de agosto de 1993 un trasteo que puso a todos de acuerdo. De esa aplaudida faena el maestro Joaquín Vidal firmó en El País la crónica Una faena por naturales de ella extraemos el siguiente párrafo.
Salió un novillero, se llama José Ignacio Sánchez, y fue, y se echó la muleta a la izquierda, e hizo una faena, toda entera, por naturales. Sólo por esto -caso insólito en el devenir de la neotauromaquia-, las bien llamadas Corridas Generales de Bilbao, edición 1993, deberían pasar a la historia. Seguramente pasarán a la historia. De unos años a esta parte no se recuerda faena alguna en feria importante donde haya habido una faena, toda entera, por naturales.
Toreó al natural José Ignacio Sánchez con hondura y sabor. Pero no sólo en la faena que instrumentó toda entera sobre la mano izquierda. La que le cuajó al novillo que abría plaza y feria tuvo momentos billantísimos. El empaque y sobre todo la ligazón de sus tandas de naturales y de redondos constituyeron una muestra del mejor toreo que pueda verse en estos tiempos de tauromaquia adulterada y derechacista. El dibujo primoroso de algunos de los muletazos causaron sensación, y los aclamó el público, pero el mayor mérito de la faena estribó en su propia construcción; en la unidad y en la armonía de las diversas tandas, que encelaron y finalmente sometieron las veleidades del novillejo huidizo. Fue, en fin, una faena de torero a la antigua. Y por naturales.
Con esas mimbres y el sello de novillero de postín llega su alternativa en Santander que le ha programado su apoderado, Paco Gil, un destacado taurino charro que ha regentado numerosas plazas, ha brillado como apoderado y por entonces es la pieza clave para que el denominado milagro Santander haya convertido a la Feria de Santiago en ciclo de enorme prestigio tras recuperarla de los escombros.
La fecha elegida en el veintinueve de julio de 1994 y el padrino va a ser José Miguel Arroyo Joselito, con Enrique Ponce de testigo, lidiándose una corrida de Zalduendo. Esa tarde, con miles de salmantinos en los tendidos de Cuatro Caminos (hasta entonces fue, junto a la de Flores Blázquez, la mayor movilización de aficionados de la tierra para acudir a la alternativa de un paisano) da un nuevo paso adelante y la seguridad presente de volver a tener, Salamanca, un torero de campanillas.
Fue una tarde especial que recuerdo como si fuera ayer, con Santander más salmantinizado que nunca y con todo el toreo en los tendidos de la plaza de Cuatro Caminos. Una tarde que salió airosa para el toricantano, que llegaba al nuevo escalafón con todas las bendiciones y ese día, en el viejo hotel Bahía, que entonces era el más taurino de Santander y donde se cambiaba el nuevo espada, se vivía el evento como un enorme acontecimiento. Tuve la suerte de estar allí de hacer crónica, al igual que el año anterior en una novillada que toreó en esa misma feria con Caballero y con Chamaco.
Después vendrían otro ramillete de magníficas faenas, aunque en los sitios fundamentales -sobre todo en Las Ventas- se aguó el triunfo a última hora al no ser coronadas por la espada (que fue una cruz para él). Avalado siempre por el buen ambiente, tres años más tarde, en la feria charra de 1997, es volteado por un toro de Charro de Llen y cae sobre las arenas de mala manera. La voltereta provoca un tremendo show en la plaza y la sombra del percance de Julio Robles sobrevuela por La Glorieta. Logra volver a torear, aunque lo hace muy mermado porque esa caía provoca graves lesiones en su hombro izquierdo y afectan a un nervio, imposibilitando la total normalidad en la extremidad, por lo que se ve obligado a retirarse en 1998 y dejando en el recuerdo tantas ilusiones como despertó.
De aquel acontecimiento de la alternativa se cumplen ahora veinticinco años y ¡parece que fue ayer!, donde José Ignacio Sánchez, que tenía a todo el mundo loco por la exquisitez de su toreo al natural, llegaba con todos los honores a la altenativa.
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