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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 12 de marzo de 2017

1ª de Fallas en Valencia. Álvaro Lorenzo nos salvó al final de una horrible tarde / por J.A. del Moral.



Lo más ilusionante de esta primera tarde fallera fue la presentación en Valencia de la joven promesa de Toledo, Álvaro Lorenzo. Cada vez que le he visto me ha ido gustando más. Álvaro es uno de esos toreros que parecen ya cuajados pese a su ternura. Y además, torea con clase y sin esfuerzo.


Álvaro Lorenzo nos salvó al final de una horrible tarde

J.A. del Moral · 12/03/2017
Me fié del colorcito que hizo por la mañana en Valencia y no me llevé el abrigo a la plaza que es lo que siempre hago en las corridas falleras desde que me lo recomendó Antonio Ordóñez hace un montón se años. Tanto frío y lo aburrida de la corrida hasta la salida del sexto salvador, a punto de irme al hotel antes de que terminara el festejo.

El toreo contado, como se dice ahora, es muy poco grato de leer y de oír cuando lo que pasa carece de suficiente relevancia, sencilla y llanamente porque si lo que ves no te emociona nada, ¿cómo lograr que unas palabras emocionen?

El bien presentado envío de los hermanos Lozano, que trajeron algunos ejemplares preciosos, resultó desesperante salvo el manejable primer toro y, sobre todo, el último que fue bravo en el caballo y noble desde que salió hasta que murió aunque muy a menos en brío. Pero los demás, que mansearon en exceso, incluso el apenas potable por el lado izquierdo quinto, no aportaron interés por sí mismos.


La terna de actuantes ofrecía esperanzas sobre el papel. Pero lo que hicieron durante el corpus central de la tarde no fue para recordar. Juan Bautista, que no pudo lucirse con el capote por la declarada mansedumbre del toro que abrió plaza en el primer tercio, anduvo simplemente bien con la muleta mientras lo toreó por el lado derecho. Las tandas por redondos fueron creciendo en calidad. Pero creo que hizo mal en intentar los naturales porque le ocurrió lo que tantas veces hemos dicho: que es mejor exprimir el lado bueno que empeñarse por el malo porque cuando se regresa al fácil, ya no hay nada que rascar. Juan Bautista quiso matar recibiendo y lo consiguió tras un par de amagos en los que no clavó. La gente, que cubrió un tercio largo de entrada muy repartida, no se lo agradeció por el frio que hacía y por ser el toro de apertura.
El reconocido oficio y la fácil desenvoltura de este espada francés que cada año que pasa parece más español, no fueron suficientes para que pudiera tapar ni resolver las aburridas embestidas del cuarto toro hasta que lo mató de medio espadazo tendido y trasero.


La desmesurada altura de Saúl Jiménez Fortes le obliga a torear deslavazado y sin gracia. Intenta compensarlo con su natural valor que es enorme como tiene sobradamente demostrado porque no se aburre ni se aturde a pesar de un sinfín de percances acumulados entre los graves y los gravísimos que ha padecido. Merece respeto y hasta admiración por ello. Pero al torear digamos correctamente, no trasmite emoción alguna salvo cuando suceden sus inevitables tropiezos al borde mismo de la cogida. Ya se sabe que para la mayoría del público, el valor lo tapa todo. De ahí las palmas que escuchó tras matar de feo pinchazo y espadazo trasero al segundo toro. No pudo escucharlas tras matar al primer envite al quinto por pasarse de metraje en su olvidable y excesivamente larga faena. Fue avisado y silenciado.

Lo más ilusionante de esta primera tarde fallera fue la presentación en Valencia de la joven promesa de Toledo, Álvaro Lorenzo. Cada vez que le he visto me ha ido gustando más. Álvaro es uno de esos toreros que parecen ya cuajados pese a su ternura. Y además, torea con clase y sin esfuerzo. Pienso que es uno de los nuevos elegidos de la última hornada que acaba de surgir para bien de la Fiesta y celebro que por fin le pongan las empresas en el lugar que el año pasado no quisieron darle. Ya era hora…
Desgraciadamente, para empezar su actuación se tropezó con el peor toro de la tarde que fue el tercero. Un manso tan integral que no hubo modo ni manera de meterle mano a lo largo de su lidia porque no cesó de huir en cada intento de que pasara. Menos mal que el trance fue breve porque, además, lo mató de habilidosa estocada y un par de descabellos.


Hasta que, por fin, la suerte jugó al favor del joven valor con el último toro de la corrida, con mucho el mejor de los vistos. Fue abrirse de capa Lorenzo por verónicas para que se abrieran los cielos del toreo eterno, de ese toreo que por sí solo nos hace despertar con esperanza y emoción. Lorenzo escuchó los primeros olés de la tarde. Para mayor alegría, este toro fue muy bravo y alegre con el caballo en los dos puyazos que recibió arrancando desde lejos y empujando con fijeza. Y también noble en la muleta aunque con el brío a menos hasta ir tardeando al embestir, su único defecto. No fue esto óbice para que la brindada faena de Álvaro fuera transcurriendo con temple, con garbo, con sentimiento y con naturalidad sobre ambas manos, sobresaliendo por su dulzura los pases de pecho zurdos que cerraron cada ronda. Unas como colofón de las que dio al natural y otras tras cambiarse de mano cuando las cuajó por redondos. Necesitó de dos agresiones con la espada para terminar con el animal. Pero ello no impidió que se solicitara con fuerza la oreja que le concedieron. La oreja que salvó la actuación de Lorenzo y nos salvó de una tarde que hasta esos momentos, había sido ingrata además de muy incómoda por el frío.

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