El OCTF agrupa aficionados y profesionales, entre otros, toreros, empresarios, ganaderos, peñas taurinas, congresistas a título personal y gente conocida del amplio mundo de la cultura.
Ojalá así sea y se establezca en Venezuela un precedente inmediato, que pueda servir de estímulo para desencadenar la reacción de un pueblo, antaño bravo, que ahora lastimosamente mansurronea y al cual se pretende seguir sumiendo en la miseria y la desidia, apartándolo cada vez más de sus valores, su tradición y de su historia.
MANSURRONEANDO
Eduardo Soto Alvarez
Mérida-Venezuela, 13/03/2017
El Observatorio de las Culturas Taurinas de Francia (OCTF), fue creado en Arles, cuando asociaciones y entidades taurinas decidieron, en el año 2008, que había llegado el momento de organizarse para defender la Fiesta Brava.
El OCTF agrupa aficionados y profesionales, entre otros, toreros, empresarios, ganaderos, peñas taurinas, congresistas a título personal y gente conocida del amplio mundo de la cultura.
El Observatorio, tiene una organización flexible, sin cargas administrativas, cada uno paga sus propios gastos, los miembros está en permanente contacto por internet, tiene un par de juntas al año y una asamblea. Tampoco tiene complicaciones legales, simplemente estudia temas concretos, fija una estrategia y realiza declaraciones públicas.
El OCTF ha obtenido logros significativos, como impedir el intento de prohibición de la asistencia de menores a las corridas de toros; ha exigido cifras concretas de casos de jóvenes con traumas psicológicos, por haber asistido a espectáculos taurinos, pues son insignificantes al compararse con los originados por la violencia omnipresente en nuestras sociedades; ha conseguido delimitar un área libre de manifestaciones alrededor de los cosos, evitando así los conflictos de orden público y, como los antitaurinos son los interesados en la violencia, han dejado entonces de acudir y, además, contribuye para que la UNESCO apruebe una declaración en pro de la tauromaquia, como patrimonio cultural.
Pero la gran fuerza a favor de la Fiesta Brava, la constituye, sin duda alguna, los miles y miles de aficionados, quienes al articularse, activa y decididamente, pueden revestir su accionar de una gravitación importante en la opinión pública, frente a políticos, parlamentarios y otros estamentos interesados en preservar la libertad, para seguir admirando una actividad lícita, depositaria de una cultura milenaria que merece respeto.
Pero, en lo que atañe a nuestro país, en medio de esta sociedad conformista y sumisa, que la camarilla gobernante está empeñada en imponernos, por todos los medios y con todos los reales, ¿Será capaz la afición venezolana de estar a la altura de las circunstancias?
Ojalá así sea y se establezca en Venezuela un precedente inmediato, que pueda servir de estímulo para desencadenar la reacción de un pueblo, antaño bravo, que ahora lastimosamente mansurronea y al cual se pretende seguir sumiendo en la miseria y la desidia, apartándolo cada vez más de sus valores, su tradición y de su historia.
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