Un torero es un hombre público y tiene derecho a mantener vida y decisiones privadas, pero no puede escapar a la obligación que tiene para con sus muchos seguidores, incluso con la propia actividad que practica. En este caso la Tauromaquia, con mayúsculas, exige que uno de los más relevantes actores, deje más clara su marcha, sin esconder la pierna o echarse atrás, conceptos estos no bien vistos en la profesión.
Ponce y la puerta de atrás
La noticia surgió de repente y, hasta ahora, nadie tiene la respuesta correcta o completa.
A estas alturas nadie descubre a Enrique Ponce, su trayectoria es por todos conocida, admirado por muchos y también denostado por algunos. Todo entra dentro de lo normal. Su capacidad puede ser indiscutible como lo es su estatus de figura, con todo lo que ello representa, de ahí que todos no estuvieran conformes con su toreo. Cosas de la acomodación y de las ventajas de las figuras.
Pero no pretendo hacer balance de su carrera, ya se han hecho muchos, pretendo dar mi opinión sobre el modo y el cómo se ha producido el anuncio de su retirada indefinida. La indefinición es, precisamente, lo que ha quedado más ‘claro’.
La noticia pilló a todos por sorpresa y el comunicado, al contrario del cómo eran sus faenas, es cortito como un suspiro. Poco o nada se trasluce de su contenido salvo que se retira por ‘tiempo indefinido’, calificativo que induce a pensar, siendo rigurosos, en que puede durar mucho o muy poco, por eso es indefinido.
Las causas quedan todavía más en el aire, por mucho que unos y otros se aventuren en relacionarla con diferentes aspectos profesionales o privados. Seguimos igual: se retira por tiempo indefinido, sin explicar ningún motivo, aunque haberlos haylos.
No voy a caer en la tentación de asociarlo a su relación de pareja, ya sea la de antes o la de ahora, tampoco a que se haya aburrido, precisamente, el torero que menos se ha aburrido, a la hora de torear, en la historia. Lo que sí voy a afirmar es que ese no es el modo de irse un torero de su amplísimo currículo. En muchos aspectos el top de los tops.
Así que mi parecer, mi opinión, como decía, es que se ha ido por la puerta de atrás y solo él sabrá las razones que a tantos se nos escapan, por mucho que casi todos le den al coco para ser más listos o audaces que nadie.
Un torero es un hombre público y tiene derecho a mantener vida y decisiones privadas, pero no puede escapar a la obligación que tiene para con sus muchos seguidores, incluso con la propia actividad que practica. En este caso la Tauromaquia, con mayúsculas, exige que uno de los más relevantes actores, deje más clara su marcha, sin esconder la pierna o echarse atrás, conceptos estos no bien vistos en la profesión.
La naturalidad no está reñida, incluso lo reafirma, con la autenticidad. Y si los motivos proceden de algo relacionado con el mundo del toro, todos tenemos derecho a saberlo. Sostenemos la Fiesta entre todos y debería ser un deber el respetar a quienes han sostenido su posición económica y social en todos estos años. Esa despedida merecía, y obligaba, a otras formas.
Tiene derecho a no decir nada, y se respeta, pero, de igual modo, yo tengo el derecho de dar mi opinión y esa coincide con que se ha ido por la puerta de atrás, además con un portazo.
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