la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 25 de julio de 2011

Griten conmigo: ¡Santiago y cierra, España! / Por María del Pilar Amparo Pérez García (Pituca).-

-Santiago Apóstol-

Patrón de España y de la Caballería
Griten conmigo: ¡Santiago y cierra, España!

María del Pilar Amparo Pérez García (Pituca).-

Hoy 25 de Julio, se celebra (o celebraba) la festividad de Santiago Apostol, Patrón de la otrora católica España.

No sabemos, y preferimos no saber, si las autoridades patrias tendrán a bien, como antaño se hacía, dedicar homenaje alguno a tan sagrado día. Poco importa a estas alturas de ruptura de España y olvido de su tradición católica si Zapatero, su esposa cantante, el Presidente de la Xunta, algún inquilino despistado de la Zarzuela, o el acomodador del Teatro Real, acuden a Compostela.

Nadie respeta ya a España en el panorama internacional. Mendigamos asientos en cumbres que hemos de observar desde las cloacas. Por supuesto, con el cachondeo generalizado de franceses, alemanes, británicos, estadounidenses... Todos ellos dándonos por saco en las instituciones comunes y despelotándose de risa cuando nos ponemos chulos pidiendo que el tercer imaginaria en la noche afgana sea español, o exigimos alguna contrapartida por dejar que los bombarderos norteamericanos salgan de España con las tripulaciones bien descansadas tras pasar la noche en algún club de alterne de la A2.

La Historia se manipula y quieren hacernos creer que Velarde, Agustina de Aragón y el tambor del Bruch no combatieron en la misma guerra, sino en tres guerras distintas que no deben confundirse. La del centralismo madrileño contra el centralismo napoleónico, la que los aragoneses hicieron contra Francia por su cuenta, y la de Cataluña, de tú a tú contra otra potencia europea.

Hay necesidad de Reconquista, cuando menos cultural, y vamos a contribuir a ella recordando la figura del Apostol Santiago.

Apóstol de Jesús "Santiago, el Hijo de Zebedeo o el Mayor", era el hermano mayor de Juan, ambos originarios de Betsaida habitaban en la cercana Cafarnaún, trabajando en el negocio familiar de pesca en las riberas del Lago de Genesaret; pertenecían, pues, a una familia de modestos propietarios con su padre Zebedeo. Estaban asociados con otra pareja de hermanos, Pedro y Andrés en la industria de la pesca del lago para cuyo trabajo contaban con empleados ocasionales. De este círculo de pescadores Jesús se llevó sus cuatro primeros discípulos: Pedro y su hermano Andrés, Santiago y su hermano Juan.

Santiago, gozaba de especial confianza y relación con Jesús, como uno de los discípulos básicos, destacándose con Pedro y Juan del resto de los discípulos, obteniendo el puesto de testigo privilegiado en los momentos más importantes. El mismo Jesús apodó a Santiago y a Juan con el sobrenombre de "hijos del trueno" ( Mc, III, 17 ).

Santiago aparece como una persona apasionada, llena de arrojo y decisión, capaz de ponerlo todo en juego; como una persona que arrasa por su empuje y que no se para en echar cálculos y medir consecuencias. Santiago forma parte del grupo inicial de la Iglesia Primitiva de Jerusalén.

Santiago estuvo presente en momentos muy importantes de la vida de Jesús y se ha considerado uno de sus discípulos predilectos. Asistió, junto con Juan y Pedro, a la resurrección de la hija de Jairo. Fue testigo en la Transfiguración y estuvo también el El Huerto de Getsemaní.

San Lucas ( Lc, IX, 33) nos relata uno de sus momentos: junto a su hermano Juan solicitó de Jesús que hiciese bajar fuego del Cielo para arrasar a inhospitalarios samaritanos que se negaban a dar albergue al maestro.

La tradición le atribuye una gran labor de evangelización en la provincia hispánica que le correspondió en el reparto que los Apóstoles realizaron con el fin de difundir el Evangelio de Cristo. Probablemente llegó a España en el año 41 y permaneció en ella hasta fines del año 42. Recorrió los caminos de Itálica, Mérida, Coimbra, Braga, Iria, Lugo, Astorga, Palencia, Horma, Numancia y Zaragoza, donde se le apareció la Virgen en el Pilar. Después, por el Ebro, pudo tomar la Via Augusta de Tortosa a Valencia, Chinchilla y Cazlona para regresar desde un puerto murciano o andaluz a Palestina.

Herodes Agripa, rey de Judea ( Act, XII, 2), nieto de Herodes El Grande, lo hace decapitar con la espada hacia el año 44, convirtiéndose en el primer apóstol en verter su sangre por Jesucristo.

Su cuerpo fue trasladado por los Apóstoles a la Península Hispánica, llevado en un bajel hasta Iria Flavia. Desembarcaron y caminaron unas 4 leguas hacia septentrión por la antigua via romana de Iria a Brigatium llegando a Liberodonum sepultando el cadáver. Elevaron un mausoleo, "Arca marmorica", según diplomas de Alfondo III, Ordoño II, Ordoño III y Sancho el Craso. Según la tradición, junto al sepulcro de Santiago reposaban los cuerpos de sus discípulos Atanasio y Teodoro.

Todo ello vio la luz en tiempos de Alfonso el Casto y Teodomiro, Obispo de Iria Flavia. En memoria de tan fausto acontecimiento, al lugar se le llamó " Campus stellae " o " Compostela ".

El rey Alfonso II manda edificar sobre el sepulcro una sencilla iglesia y comienzan a llegar visitantes a la tumba del Apóstol.

Durante la época de la Reconquista, Santiago se convierte en un personaje al que se invoca para obtener la protección divina en la lucha frente al infiel. Surge un Santiago Matamoros. Y en las ensangrentadas luchas contra los moros , en muchas ocasiones la victoria se atribuía a la ayuda e intervención divina merced a la invocación a Santiago.

En el año 844, otro fenómeno sobrenatural daría el definitivo espaldarazo a la figura de Santiago como encarnación de la Reconquista. El 23 de mayo en Clavijo, cerca de Logroño, el rey Ramiro I de Asturias se enfrenta a las tropas musulmanas de Abderramán II en clara desventaja numérica. En pleno fragor de la batalla el apóstol Santiago aparece espada en mano a lomos de su famoso caballo blanco repartiendo tajos entre los infieles. Los cristianos vencen contra pronóstico y el mito jacobeo traspasa definitivamente los Pirineos. Nace el apelativo de Santiago Matamoros.

Allá por el siglo XVI, el Arzobispo de Santiago, Juan San Clemente, ocultó el cuerpo por temor a losingleses que se aproximaban a la ciudad. Cuando mas tarde el Cardenal Payá ocupó la sede de Compostela descubrió nuevamente las reliquias del santo. Inició un minucioso proceso que envió a Roma y finalmente una Bula de León XIII " Deus omnipotens, del 1 de Noviembre de 1884 ratificó y confirmó la Sentencia de la Comisión Especial de la Sagrada Congregarción de Ritos, en la que se declaraban auténticas las reliquias de Santiago y de sus discípulos Atanasio y Teodoro.

La figura de Santiago, como Patrón de España, ha sido acogida a o largo de toda nuestra historia de reconquista y conquista. Cuando comienza el Descubrimiento de América de nuevo la figura de Santiago se hace notar: la intervención de Santiago es decisiva, en la mente de los descubridores y conquistadores:

"Y como cayó en tierra se espantaron los yndios y dijeron que abia caído yllapa, trueno y rayo del cielo,... Y asi bajó el señor Santiago a defender a los cristianos. Dizen que vino encima de un cavallo blanco,... y el santo todo armado y su bandera y su manta colorado y su espada desnuda y que venía con gran destrucción y muerto muy muchos yndios y desbarató todo el cerco de los indios a los cristianos que había ordenado Manco Inca y que llevaba el santo mucho ruido y de ellos se espantaron los indios. (..) Y desde entonces los indios al rayo lo llaman y le dicen Santiago...(F. Guaman Poma, 1615)

Los Tercios recorrieron Europa al grito de "Santiago y cierra, España". Con los últimos Austrias y los Borbones fuimos perdiendo fuelle y decaímos hasta ser lo que ahora se arrastra. De nuestro Santo sólo parecen quedar locales fiestas patronales bañadas en alcohol y un Camino que tiene mucho de turismo, de laicismo, y de cultura sin Dios. Ese Dios al que pedimos que bendiga a nuestra maltrecha España con la intercesión del que algunos seguimos venerando como el Santo Patrón.

Nuevamente, griten conmigo: ¡Santiago y cierra, España!
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Santiago Apóstol en la batalla de Brunete
Julio 25, 2011

Un episodio muy poco conocido en nuestros días, aunque muy comentado en su tiempo, es la posible intervención de Santiago Apóstol a favor del Ejército Nacional durante la batalla de Brunete.

Dicha batalla comenzó la noche del 5 de julio de 1937 con el ataque de dos divisiones comunistas, la 11 de Líster y la 26 del Campesino.

Líster toma Brunete pero las escasas fuerzas nacionales no le dejan llegar a Sevilla la Nueva en su avance hacia Navalcarnero en su pretensión de romper el frente de Madrid, mientras el Campesino tampoco puede en Quijorna con la exigua guarnición de un destacamento africano reforzado por voluntarios falangistas del pueblo y dos centurias de Castilla. Estas resistencias llamadas “decisivas” se repitieron durante toda la guerra y, finalmente, fueron fundamentales.

Franco envía tropas, entre ellas la IV y V Brigadas de Navarra, aplazando así la ofensiva sobre Santander, cosa que pretendía el Ejército Rojo.

El Generalísimo sabe que la batalla de Brunete es decisiva ya que, como repite a su Estado Mayor: “el vencedor de Brunete será el vencedor de la guerra”. Se instala en la finca “El Rincón” de Villa de El Prado y allí establece su Cuartel General de primera línea y desde donde sale a diario para recorrer el frente de forma arriesgadísima, a veces hasta los límites de la misma “tierra de nadie”, como le llega a recriminar Varela. Uno de sus lugares de observación será un caserón al norte del cementerio de Sevilla la Nueva.

La batalla es durísima. La cosa parece controlada por el Ejército Nacional, pero el día 21 un impresionante ataque enemigo sobre Villafranca del Castillo hace que Franco retorne a Villa del El Prado. Se ha encomendado a Santiago Apóstol y, ese mismo día 21, dicta el decreto nº 325 por el que se reconoce a Santiago como Patrón de España, dada “la universal significación que en el orden histórico tiene el Apóstol”.

Es impresionante ver como de nada sirve que los “confederales” de la XIV División anarquista de Cipriano Mera tome el relevo en Brunete, pues la ciudad cae en poder de la XIII División Nacional en la víspera del día de Santiago.

El forcejeo, durante dos semanas, ha sido espantoso, bajo un calor y una sed insufribles. Hay cerca de cincuenta mil bajas entre los dos bandos. El mismo día 25, día de Santiago, las cosas están muy mal para el bando Nacional. Se espera el descalabro final y la batalla ya se da por perdida. Franco se retira a orar al apóstol Santiago durante una hora y vuelve a primera línea. Y es el mismo Franco el que le cuenta al padre Ramón Sánchez de León, durante unos ejercicios espirituales el 22 de marzo de 1967, algo impresionante:

De pronto, todos los combatientes, Saliquet y Franco incluidos, a eso de las doce del mediodía pueden ver, con enorme asombro, como aparece un soldado a caballo. Algunos creen ver que lleva debajo del casco una boina roja y que porta la camisa azul. Con bombas de mano va destrozando, uno a uno, todos los nidos de ametralladoras enemigas. Nadie comprende como ese “loco” puede sobrevivir y como no le alcanzan las balas enemigas. Franco cuenta que su acción les hizo avanzar posiciones y se atreve a decir que les ayudó a ganar la batalla.

Cuando acabó la lucha quisieron localizar a ese bravo soldado para condecorarlo como merecía, pero nadie lo volvió a ver ni sabían nada de él. Fue Saliquet el que comentó si no se habían dado cuenta de que estaban en el día de Santiago: “A mi esto me recuerda a lo que se cuenta de la batalla de Clavijo, cuando Santiago se apareció para ayudar a los cristianos a derrotar a los moros en la Reconquista”, dijo Saliquet. Franco le respondió que había una duda, pues no tenían claro si el caballo que llevaba el “valiente soldado” había sido blanco…

Tras la Cruzada, Franco acudió muchas veces a la catedral de Santiago a rendir homenaje al apóstol. Y fue el 25 de julio de 1948 cuando, postrado ante la imagen del Santo, hizo una referencia indirecta al “milagro” de Brunete:

“¿Quién pudo dudar de ello en aquel julio de 1937, cuando, siendo mi propósito reanudar personalmente la ofrenda a nuestro Santo Patrón visitando su Basílica, lo impidió la importante batalla de Brunete, en la que la rotura del frente por aquel lugar ponía en peligro la situación del Ejército que a Madrid sitiaba? La batalla se presentó dura y empeñada. Las brigadas comunistas internacionales, apegadas a las ruinas de aquel pueblo, bajo un calor de fuego y un trepidar de muerte de ametralladoras y de aviones, disputaban el terreno palmo a palmo a nuestros soldados; los numerosos carros rusos hormigueaban en aquella meseta ocre como gusanos. Se mantuvo indecisa la batalla durante varios días, hasta la mañana de la fiesta de nuestro Apóstol, cuando, después de pedir a Dios por la victoria e invocar su valiosa y eficaz intercesión, a las doce de aquel día hizo crisis la batalla y una victoria rotunda y trepidante fue la expresión más clara de la ayuda de Dios en la difícil hora. Lo mismo que en Oviedo, cuando nuestras tropas alcanzaban la vista de la ciudad y la resistencia de sus defensores se acercaba a total agotamiento y nuestros adversarios cantaban ya la próxima victoria; cuando tantos desesperaban, un esfuerzo más y la invocación y auxilio de nuestro Apóstol nos permitieron confiar todavía en la victoria, que en breves horas se lograba.”

Santiago siempre ayudó a España. Por eso el día de Santiago de 1954 Franco, de nuevo postrado ante el Apóstol, recordó:

“Nuestra Cruzada ha sido pródiga en hechos que podríamos calificar de portentosos…” y después de enumerar varios de estos hechos milagrosos acabó diciendo:

“Coincidencia singular ha sido también el que la mayoría de las grandes batallas se resolvieran, sin cálculo ni previsión posible, después de varios días de combate en las fiestas de las grandes solemnidades de la Iglesia. No debe extrañarnos que así sucediese pues nuestra guerra tuvo los caracteres de Cruzada. Así lo calificó nuestro Pontífice y así lo proclaman la pléyade de millares de mártires muertos por la fe, sin una sola apostasía. Nos habéis ayudado en la guerra, nos seguís protegiendo en la paz, y sin duda habréis de ampararnos hasta el final de los siglos, mientras España persevere en la fe y en la ley de Jesucristo”.

Todo esto es Memoria Histórica, pero con mayúsculas, de la buena. Por eso hay que recordarlo y hacer que no caiga nunca en el olvido. España es eterna y está muy bien guardada le pese a quien le pese. Pongamos todos los buenos españoles un poco de nuestra parte divulgando la verdadera Historia para acallar para siempre a los voceros de la mentira, de la falsificación y de la tergiversación.

No estamos solos…

María del Pilar Amparo Pérez García (Pituca).-


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