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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 17 de octubre de 2012

FINAL DE FERIA EN ZARAGOZA / Por Benjamín Bentura Remacha.


Juan José padilla triunfador de la feria del Pilar

FINAL DE FERIA EN ZARAGOZA

Benjamín Bentura Remacha.
Zaragoza, 17/10/2012.-
Terminaba mi relato de la primera mitad de la Feria de Zaragoza con la noticia de la corrida goyesca del día 9 de octubre y su significado dentro de este tipo de festejos que se iniciaron, precisamente en nuestra ciudad, el año 1927 para anunciar el centenario de la muerte de Francisco Goya, figura universal y el mejor y más grande cronista de los toros de la historia de la Tauromaquia en esa versión moderna que se inició a mediados del siglo XVIII y a la que puso color, música y protocolo el genio de Fuendetodos ayudado por la primera gran trilogía de matadores, Pedro Romero, Joaquín Rodríguez “Costillares” y José Delgado “Pepe-Hillo”. Una auténtica “conjunción astral”, no como la de la Pajín. Y en esa corrida dio la casualidad de que en el quinto toro se sentó cerca de mí el presidente de la Diputación de Zaragoza, Luis María Beamonte, y consideré adecuado manifestarle mi discrepancia sobre que la estatua en bronce que creara el escultor Manuel Alcón para ser colocada en el tendido del coso de Pignatelli, cosa que se hizo el 23 de abril, San Jorge, de 1991, siendo presidente de la DPZ don José Marco y diputado-delegado taurino don Eduardo Aguirre, fuera desterrada años después por imposición del empresario Justo Ojeda al patio de cuadrillas y permanezca escondida tras camiones, automóviles y maleza. Me prometió estudiar el asunto y le sugerí que, si el problema era la ocupación de cuatro localidades, fuese la Diputación la que se hiciera cargo de “los abonos anuales de don Francisco el de los toros”. Tras la estatua de Goya había dos paneles pintados por Miguel Ángel Ruiz Cortés, dos majas de pinceladas largas y coloristas que se conservan en las escaleras de subida al Aula de Cultura, en donde estos días, tras las funciones de cada tarde, se celebraron las X Jornadas Taurinas presididas por Pascual Marco, que hace unos años también presidió la Diputación zaragozana. En la clausura me correspondió a mí el papel de moderador con la compañía de Jesús Pérez, delegado de Asuntos Taurinos de la D.G.A., y Carlos Rodríguez, representante de la empresa SEROLO. Hubo reconocimientos para Pedro Sancristóbal, como excelente aficionado, María Pilar Zalaya, alma de la organización de estos actos y Carlos Jaime, descendiente de “Herrerín” y representante de la peña que formaron los partidarios de este torero que murió en San Roque (Cádiz) y de Florentino Ballesteros, muerto en Madrid en tarde en la que alternaba con “Joselito”. Los dos, Herrerín y Ballesteros, formaron la pareja de novilleros que en la segunda decena del siglo XX obligaron a la ampliación de la Plaza que construyera Pignatelli en 1764.

Bueno, estaba en el comienzo de la segunda parte del ciclo pilarista. Habíamos visto toros con presencia y calidad y solo un cambio en los carteles: se cayó Barrera y le sustituyó el torero del barrio de La Valareña de Ejea de los Caballeros, Alberto Álvarez, corridas bien presentadas y con buena dosis de bravura como se comprueba en el reparto de premios finales y la esperanza no muy afianzada de que continuara la racha. No fue así y en la corrida de Daniel Ruiz, uno de “Garcigrande” sustituyó al titular y, pese a su mansedumbre inicial y los problemas que planteó a banderilleros tan expertos como “Niño de Leganés” y Emilio Fernández, dio pie a que Julián López “El Juli” mostrara toda su ciencia, valor y entrega y le cortara una oreja aunque pinchara una vez y, como siempre, saltara en la ejecución de la contundente estocada. J.J. Padilla encabezaba este cartel y su actuación se desarrollo según lo previsto. La plaza se cubrió casi al completo, las ovaciones al “Pirata de Jerez” fueron continuas y unánimes y al final de la lidia de sus dos toros el presidente le concedió sendas orejas y las vueltas al ruedo fueron también sendos clamores admirativos. El primer toro lo brindó a los médicos, entre los que no faltó la doctora especialista en cirugía maxilofacial que le intervino en el “Miguel Servet” aquella noche del día 7 de octubre del año pasado, y el segundo, a su amigo Adolfo Suárez Illana. ¿Y al público? No se impacienten, todavía le quedaban dos toros más en la corrida de Bañuelos, en la que falló Manuel Díaz “El Cordobés” no sé por qué razones y le sustituyó Serafín Marín como recordatorio de la injusticia taurina catalana. Padilla, mejor vestido que antes de lo del año pasado, le brindó al público el primer toro y muchas veces veloz, otras enganchado, templado y largo en ocasiones y siempre acompañado por el fervor popular en el desarrollo de su faena. Mató de una estocada perdiendo la muleta, pero ello no fue impedimento para que la presidencia le otorgara las dos orejas que le abrían la Puerta Grande. Y, por esas paradojas que tiene este espectáculo, esa Puerta la franqueó J.J. únicamente a hombros del ayuda de su mozo de espadas y acompañado por miembros de su cuadrilla. Curiosamente, en la foto publicada en “El Mundo”, la cara del costalero está difuminada y en el “Heraldo de Aragón” ni se le ve. Otra cosa extraña fue que, pese al triunfo de Padilla en la corrida anterior y ser el día del Pilar, en su segundo festejo hubo menos de media entrada. Entre ambas corridas hubo otra de “Zalduendo” a su aire decadente y en la que “El Fandi” hizo todo lo que sabe, Castella cortó una oreja con su serenidad prodigiosa de hombre tranquilo y sosegado, y Perera no la consiguió pero si mostró su buen arte- El día del Pilar otra oreja para la personalidad de Jiménez Fortes que abre más su crédito de cara a la temporada que viene. Al catalán le correspondieron los peores de la tarde y puede que de la feria. Y el sábado, 13, toros de “Las Ramblas” y “El Torreón”. De pronto corrió el rumor de que Francisco Rivera Ordóñez se despedía de los ruedos (Si Dios quiere) y todo lo demás perdió interés. Y hubo de todo. Algunos que han respetado al diestro que ha permanecido en los ruedos dieciocho años como matador de alternativa, hijo de un torero que perdió la vida ante un toro, nieto y biznieto de tres matadores de toros, sobrino nieto de muchos más, hermano primo y ¿qué más? Solo por eso merecía ser tratado con elegancia y buen tono. Y que no se va porque no le den toros las empresas. Este año ha sumado el medio centenar festejos y hay gente con su corazón y sus buenos sentimientos que le quiere. He leído a alguien que le reprocha el que sea guapo. Algo parecido a lo que le ocurre a su hermano Cayetano y su apoderado Curro Vázquez, de quién dicen que ha sido su ángel de la guarda. Pues al buen toreo de Linares recriado en Sevilla le sucede como al ángel de la película “¡Qué bello es vivir!”, que se tiene que ganar unas nuevas alas porque no ha cuidado lo suficiente de su sobrino y este ha sido muy castigado por los toros.

Y para el final de la feria, la corrida de rejones con la vuelta a Zaragoza de Pablo Hermoso de Mendoza, el debut de su discípulo Raberto Armendáriz y la presencia de Sergio Galán. Los toros de Murube, dos, segundo y quinto, el lote de Galán, a punto de cumplir los seis años. Nobles y con buenos trancos para el toreo de a caballo. Pocas fuerzas, alguno no aguantó los dos rejones de castigo y se acostó. Los tres caballeros colocaron a sus monturas entre los cuernos de los toros y pasos de costado, piruetas, quiebros, verónicas y naturales a la cola de los equinos se prodigaron a lo largo de la tarde con un riesgo perenne que se evitaba por centímetros. Hermoso y Galán fallaron con el rejón de muerte y cortaron trofeo en el cuarto y quinto. Armendáriz cortó las dos orejas del último toro y tiene el honor de salir por la Puerta Grande en la misma feria que lo ha hecho solamente Padilla.

Y estos son los premios de la Feria del Pilar de 2012: Triunfador y premio al valor, Padilla; mejor faena, la de “El Juli” al quinto toro de “Garcigrande”; mejor estocada, la de Jiménez Fortes al tercer toro de Bañuelos; mejor puyazo, Tito Sandoval al cuarto toro de “Peñajara”; mejor toro, “Flameado”, sexto toro de Ana Romero lidiado por “Paulita”; mejor par de banderillas, el de David Adalid al cuarto toro de “Peñajara” y corrida mejor presentada, la de “Peñajara”. Estos premios llevan más de treinta años otorgándose en conjunto desde que el diputado de la plaza, Ángel Esteban Enguita, reunió a medios de información y peñas taurinas. Antes se ya se concedían los de la peña “La Madroñera” al mejor toro y los de “El Carmen” al mejor par de banderillas, luego se unió la peña de la Casa de Andalucía y el Ayuntamiento de Zaragoza. Nunca es mal año si hay mucho trigo. Y hasta el que viene, si Dios quiere. Ahora, sí: ahora se acaba la temporada de 2012.
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