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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 18 de octubre de 2012

Hacia la desaparición de Las Ventas / José Ramón Márquez

Las Ventas, el último día de los Palha 


José Ramón Márquez
Me parece que hoy, si el tiempo no lo impide y con el beneplácito de la Autoridad, es el día señalado para el inicio de los trabajos de cubrición de la plaza de toros monumental de Las Ventas del Espíritu Santo, plaza de toros de Madrid. La Autoridad que otorga el beneplácito no es otra que esa fantasmagoría llamada Comunidad Autónoma de Madrid, por la mano del propio que tienen instalado para el pastoreo venteño, el impar Abella, conocido incluso fuera de nuestras fronteras como Abeya, Abeya el alicatador, primero, y ahora, Abeya el cubridor, que parece empeñado en dejar sus huellas por doquier y que, lo mismo que en Burgos tenemos, bajo los arcos del Ayuntamiento, las marcas que señalan las mayores inundaciones provocadas por el Arlanzón, o por el Pico y el Vena, vaya usted a saber, pues igualito en Las Ventas ya van quedando indeleblemente fijadas las marcas que indican ’hasta aquí llegó la osadía antitaurina de Abella’.

La cosa de la cubierta ésta, hasta donde uno le alcanza a saber, consiste en que como poner una por encima de los tejadillos de las andanadas resulta muy caro, que al parecer eso cuesta unos doce millones de leuros, van a poner de momento otra más económica que arranca del inicio de las gradas, porque la cosa de esa manera la pueden arreglar con dos quilillos. 

La buena noticia es que esta cubierta de dos quilos es de quita y pon, o sea que cuando empiece la temporada la quitarán, porque con ella puesta ni los de las gradas ni los de las andanadas veríamos nada. Esta cubierta la tendrían puesta durante la temporada de otoño/invierno para meter al ruedo de Las Ventas todo lo que se les ocurra, desde la feria de la tapa hasta el sempiterno circo, desde el holiday on ice hasta las motos del Red Bull, desde las actuaciones de los raperos y dj’s de más fama hasta las de esas sudamericanas de vertiginosas minifaldas y poca voz, capaces de contonear espasmódicamente las caderas o lo que se les antoje.


De momento la cubierta definitiva quedaría supeditada a encontrar dinero con qué pagarla y eso sólo se podría lograr, en las actuales circunstancias, si la ciudad de Madrid consiguiese la famosa candidatura olímpica, a cuyos lomos se cargaría el desaguisado, con la excusa del deporte, sacrosanta religión del tercer milenio.

Había un asuntillo, un pequeño escollo, que Abella se encargó de soslayar en el pliego que tan arteramente redactó, referido a los derechos del personal de Plaza. Antes se obligaba a los que hacían uso de la instalación a contratar a los porteros, acomodadores y demás personal de Plaza de los que habitualmente prestan sus servicios en Las Ventas, servicios muy bien pagados, dicho sea de paso. Eso hacía bastante más caro el alquiler del espacio y llevaba a algunos promotores a buscarse otros emplazamientos menos onerosos en sus ‘gastos generales’; ahora con el nuevo pliego ya cada cual puede traer su personal propio al precio que estén dispuestos a pagar. Y todo gracias al denodado trabajo de Abeya en pro de la libre contratación a costa de que la Plaza se convierta en cualquier cosa menos en Plaza de Toros.


Muchos somos los que no entendemos que si en Madrid, en Embajadores, está el Circo Price, por qué razón no llevan el circo a esa instalación circense y dejan en paz a Las Ventas, por qué no llevan el show del Red Bull a La Peineta y dejan en paz a Las Ventas, por qué no llevan la Feria de la Tapa a La Caja Mágica y dejan en paz a Las Ventas, por qué no llevan los llamados ‘conciertos’ al Teatro Real o al Auditorio Nacional y dejan en paz a Las Ventas. Más bien parece que de lo que se trata denodadamente es de sacarla de su caracterización como espacio dedicado a la tauromaquia dando cada vez mayor cabida a todos estos otros fines, como si lo que se quisiese fuera acabar con este espacio dedicado al toro, como si las miras de Abeya, catalán a fin de cuentas, fuesen que Madrid siguiese las huellas de Barcelona y que en unos años, en un soñado futuro de calles llenas de ciclistas, poder llegar a eliminar el azulejo que dice ‘Plaza de Toros’ y sustituirlo por uno muchísimo más contemporáneo que rece ‘Espacio Cultural Multiusos’. En ese caso habría que ir pensando en quitar el azulejo de Gallito y Belmonte que han puesto en la entrada (los de Juan y Juan) y sustituirlo por uno de Joaquín Sabina & Juan Manuel Serrat.

Las Ventas el último día de los Samueles

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