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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 22 de octubre de 2012

No hay como hacer las cosas a su tiempo / Por Ricardo Díaz-Manresa



"...Hay que empezar ya a buscar soluciones a los fallos de esta temporada, que vienen de largo. Lo primero es ofrecer siempre un espectáculo auténtico con toros y toreros de verdad. Y después promocionarlo ofertando algo que es bueno, emocionante, bello y atractivo..."

No hay como hacer las cosas a su tiempo

Ricardo Díaz-Manresa
Me lo decía un marista en mi infancia y juventud : “No hay como hacer las cosas a su tiempo”. Lo repetía mucho. Cuántas veces me he acordado del consejo. Las cosas a su tiempo. Nada menos. Alguna vez me agarraba al “Nunca es tarde si la dicha es buena”, pero a su tiempo ¡qué placer y qué acierto!

Es la hora taurina de debatir y solucionar los problemas de esta temporada, que han sido muchos y profundos. El descenso de público, no sólo por la ruina económica, sino porque los espadas de arriba están muy vistos y son aficionadísimos a la corrida light, gaseosa, blandita, sosita, aburridita. Eso de tener que cuidar al toro en lugar de cuidarse de él es peligroso para el espectáculo. También el no salir de las 5 ó 6 ganaderías siempre las mismas que muchas veces no ofrecen el espectáculo verdadero, sino las tardes del gran aburrimiento y de pensar en no volver. Hacen falta toros de verdad y toreros de verdad.

Eso es lo primero. Ofrecer algo bueno y auténtico. Sin esto, sobran todas las promociones, informaciones, entrevistas, televisiones, radios, periódicos… porque tendrán que reflejar y ofrecer un producto menor, que no es la corrida de toros auténtica. Mientras no se les meta en la cabeza esta verdad a toreros, ganaderos, apoderados y empresarios seguiremos como estamos o, lo que es peor, bajando un peldaño cada temporada, perdiendo terreno, disminuyendo el prestigio, teniendo más enemigos.

Es la hora de defender el espectáculo como han hecho El Juli y Perera ante el Presidente de Colombia. Viaje largo con objetivo profundo aunque la Santamaría bogotana puede estar cerrada por el deseo de su alcalde. Defender todo, primero en el ruedo y después con acciones políticas, sociales, económicas.

Parece que este año hubo un intento. El G-10 fracasó con toda la buena intención del mundo. Fueron inoportunos. Para pedir las cosas ya saben : hay que tener razón, saber pedirlas y hacerlo en el momento oportuno. Hasta el Ministerio de Cultura devuelve lo único que recogió del de Interior y otra vez nos quedamos con la boca abierta y con un paso en falso. La temporada fue rara sobre todo en su comienzo.

Menos mal que RTVE rectificó su persecución y ahora está a favor. Positiva la iniciativa del Juli de pagar el 50% de la entrada a los jóvenes, imitada después por otros compañeros. Encomiable el interés de Manzanares por la juventud desde la utilización inteligente de Internet y todas sus ramas. Preciosas las lecciones de toreo a los niños de los grandes y medianos espadas en las plazas mayores de ciudades y pueblos y también en sus plazas de toros.

Pero no nos engañemos. Son parches. Necesarios pero no resolutivos. Anécdotas. Empujoncitos.

Harían falta nuevas figuras, pero no salen. Cada vez hay menos novilladas, lo que impide la renovación de la savia imprescindible. Baja el número de espectáculos. Sube el IVA –hay que decirlo- atrozmente. Todo se junta. Lo que no bajan son los precios de las entradas. Los empresarios siguen ciegos.

Y también los toreros. Salen a la plaza voluntariamente y pueden pensar que siempre que les paguen lo que piden. Es una manera razonable de verlo. Más razonable es que cobren lo que generan en taquilla. Si no les es rentable, pueden dejarlo. Siempre habrá otros toreros para los paseíllos.

El tiempo apremia. Y no hay, según aquel marista recordado, como hacer las cosas a su tiempo. Creo que hemos perdido mucho. Y que este otoño, desde ya, y este invierno se deben reunir las fuerzas vivas del toreo, hacer caso de una puñetera vez a la afición, e intentar arreglar lo que está mal.

Y la solución es fácil de decir y no tanto de hacer. La repito. Buenos carteles. Toreros de verdad. Toros auténticos. Espectáculo en su totalidad. Precios asequibles. Honorarios razonables (ahora que se los han bajado a muchos españoles, menos a los de siempre que tratan al pueblo como en el Medievo).

Y así, con el espectáculo verdadero servido, promocionarlo y enseñarlo. A unos les gustará y a otros no, pero tendrán que respetarlo. Nunca un toro que no puede con el rabo, que lo hacen llegar al caballo pero no lo pican, que da más lástima que miedo, que no engancha.

Un toro que es un toro, de proporciones y peso normales, con trapío, con fuerza y movilidad ofrece un espectáculo atractivo. Es lo que queremos y lo que nos salvará.

Si no empezamos por ahí, la cosa seguirá sin funcionar. Y el tiempo apremia. Si no las hacemos a su tiempo, o no las haremos o las haremos mal.
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