la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 24 de octubre de 2015

LITRI Y APARICIO EN VALENCIA, antecedente premonitorio del mano a mano del 29 entre Vanegas y Colombo en nuestra Valencia.


Litri y Aparicio a hombros de la multitud por la Calle Játiva de Valencia.


Caracas, 23 de octubre de 2015.-
La euforia saltó, visible y ardiente, de la piel de los aficionados apenas lanzado a la calle el cartel del mano a mano que anuncia a los tachirenses Manolo Vanegas y Jesús Enrique Colombo. 

Dice el entusiasmo mucho de la simbiosis que en Venezuela existe, entre lo nacional y la Fiesta de los Toros.

Repasando notas, conversando en tertulias en compañía de buenos aficionados, se rescata en la memoria las veces que conversamos con los hermanos Camará en Caracas, lo mismo que en Madrid, Bilbao y Sevilla. Eran los hijos de don José Flores “Camará”, quienes acompañaron a su padre en días del manoletismo efervescente, e igual que cuando surgió aquella pareja de novilleros, tan importante como interesante, integrada por Miguel Báez “Litri” y Julio Aparicio.

Vale incrustar en párrafo de este relato la descripción que don César Jalón “Clarito” tenía de Camará: -“ … conocedor singularísimo del ganado y catador exquisito del toreo superlativo, le adornan otras cualidades, raras en el planeta de los toros: sagacidad, carácter, palabra, puntualidad. Su prestigio se ha hecho mítico. La fe en él raya en superstición…”

Pepe Camará, con quien me unió más la amistad, no paraba en contarnos sus aventuras juveniles a los integrantes de aquella tertulia con Pedrucho de Canarias con quien nos reuníamos en casa de los hermanos Pedrito y Juan Campuzano. Ellos, los hermanos Campuzano, hijos de aquel soberbio banderillero madrileño, Pepe Campuzano, que en Maracay y en Bogotá formó parte de la cuadrilla de Manuel Rodríguez “Manolete”. 
Se refería Pepito a los toreros que surgirían luego de la tragedia de Linares, algunos que destacaban simplemente por parecerse al “monstruo”. Así ocurrió con Frasquito, fiasco de la afición sevillana en los previos de la temporada de la feria de 1948 de la que Juan Belmonte era empresario y organizador.
El trianero que había contratado a Luis Miguel Dominguín, que días antes se había “caído” del cartel. Conocida la noticia por los aficionados le preguntaban a Juan en la tertulia de la calle de Tetuán, ¿qué van a decir cuando se enteren por ahí, por los cafés?... Y Juan respondía – Pues … pues … pedirán otro café.
Era Luis Miguel, la primera figura de un grupo en el que estaba Manolo González, sevillano de ¡olés! largos y pases cortos, Paquito Muñoz, alegre y pimpante, Pepe Luis Vázquez, veterano y perenne en el candelero y Antonio Bienvenida, en la cumbre de la estadística.

A esa baraja se reducía el mundo de los toros cuando en mayo de 1948 don José Flores “Camará”, se encarga el genio cordobés de Julito Aparicio, rindiéndose a la solicitud de la familia del niño madrileño. Aparicio, aún de pantalón corto, que Camará había visto torear en una tienta en casa de Juan Cobaleda, había logrado algo más que agradarle a don José.

Simultáneamente a lo que ocurría en Madrid, por el sur se hablaba de un muchacho muy delgado, de prominente nariz y desmedido valor. Era Litri, hijo, nieto, hermano y sobrino de toreros onubenses que su madre trajo al mundo en Gandía, Valencia.

Iban a verse las caras el 19 de marzo de 1949 en Barcelona que les espera como los espera Valencia. Lo de Barcelona se suspende por lluvia y donde se verán las caras por primera vez Litri y Aparicio será en el coche cama del expreso Barcelona – Valencia. – -¡Ese es el que va a torear contigo, Julio! Le indica Camará – Ese es Litri.
-¿Ese?... ¡Pero si es una gamba! Julio ve a Litri muy flaco, insignificante. Mide 1.70 y pesa 47 kilos.
Camará comenta que “El nene tiene cara de misterio”… Se ha dicho que tenían Una misteriosa expresión la cara de Antonio Montes, de Belmonte y del mismísimo Manolete".

La historia es generosa en lo que hicieron estos jóvenes novilleros. Llegaron a millonarios, antes de tomar la alternativa. Eran más interesantes que los matadores de toros en la ferias y en Valencia, la plaza que los lanzó al estrellato llegaron a torear seis tardes en corridas de fallas y de la feria de San Jaime. Más que todos, matando toros con semejante trapío al de los maestros consagrados, y cobrando lo que cobraban las figuras del toreo. “Camará” les apodera a los dos: Julio Aparicio, escribe don César Jalón “Clarito” , mejor torero y peor espada, se une al éxito de Litri que entre los festejos contratados por el y por su apoderado suma 115 novilladas aquella temporada.

A la pareja, como si le faltara algo, se le agrega en el otoño madrileño de 1949 un novillero de vanguardia: Antonio Ordóñez.
Hoy recordamos estos hechos ocurridos en 1949, hace 66 años en la Valencia de España cuando en la Valencia de Carabobo se mueve el toreo venezolano ante el anuncio de un mano a mano que aspiramos sea como aquel de Litri y Aparicio, es el que se anuncia para el 29 de noviembre en la Plaza Monumental entre Manolo Vanegas y Jesús Enrique Colombo con toros de Campolargo.

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