Lo más vistoso de la tarde estuvo en manos de Ferrera, capote verde como cortinas de mansión, muy baboso, con poco apresto, ideal para realizar esa tauromaquia original que quiere ser la firma de la casa. El segundo de su lote fue el toro de la tarde. Porque, aunque andaba también faltico de fuerza, al menos tuvo bravura para aguantar toda la lidia. Claro que para eso el torero tenía que poner también de su parte.
La faena empezó con raros lances de capote, sacándose las telas de los hombros, como en afarolados, para citar casi tirándolas. Dejó al toro largo al caballo y éste se arrancó con tranco. El quite, muy medido, consistió en una verónica y una media muy vistosa, y volvió a dejar al toro en los medios, indicando al picador que le diera la vuelta a la vara. Pero no parecía que hubiera entendimiento entre ambos y el varilarguero no mostraba el regatón; finalmente optó por dejar que el toro topara el peto sin que él sacara el palo. Este toro tenía poca fuerza, como los anteriores, pero había casta y bravura en él.
Las telas de Ferrera viajaron lanzadas de bamba al hocico del animal, para encelarlo ahí y tirar de él en recorrido. Volvieron las aproximaciones muleta en hombro, ese gesto corporal que emula al barroco churrigueresco, y una serie de detalles, que, la verdad, quedan en eso, en novedades vistosas sin ánimo de efectividad. Y, por supuesto, ya metido en harinas, entró a matar al paso. Bajonazo. El respetable quiso premiarle. Al toro se le dio la vuelta al ruedo. No fue para tanto.
Lo más espectacular de las dos lidias ejecutadas por Leal fue, sin duda, la forma de tirarse a matar al primero de su lote. Tras un salto importante, quedó el torero literalmente encima del morrillo dejando desde esa posición un espadazo potente. Leal explotó su toreo de cercanías. Es cierto que en ese terreno domina y corre bien la mano, y logra que el animal se desplace mucho. Pero es terreno que ahoga y quizás no era el ideal para la corrida de Murteira. Palmarés: una oreja de su primero y varios pinchazos en el segundo al que sacó lances a base de provocar y meterse en su terreno.
Muy buena sensación dejó Joaquín Galdós. Muy interesante su concepto del toreo, lento y suave, con faenas de mucho gusto y bien estructuradas. Mide los espacios y los tiempos según el toro que tiene delante y sabe jugar con ellos y alternarlos. Cortó la oreja del que cerraba plaza, con el txirimiri ya metido en la anochecida. Toreó muy bien con la izquierda, lento cuando pudo, a un animal que, como sus hermanos, iba a menos.
Al principio de la corrida se repartieron los trofeos de los triunfadores de la última feria, la de 2019. El premio del Ayuntamiento de Azpeitia al toro más bravo fue para Sandocán de Murteira; el premio que lleva el nombre del llorado, y siempre recordado Julio Díaz de Alda, al torero más destacado, fue para Juan Leal y la Comisión hizo un reconocimiento a los veinticinco años de alternativa de Antonio Ferrera.
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