'..Es muy respetable que la Conferencia Episcopal decida ofenderse con Lalachus. Pero en la COPE, apenas unas horas antes, Ana Pastor pontificaba sobre la verdad y la ética, por poner un ejemplo de lo que pasa en la COPE… A mí, como católico, esto me parece más escandaloso que lo de Lalachus..'
Ofende más la COPE que Lalachus
HUGHES
Lo han vuelto a hacer. Convirtieron a Broncano en el centro del debate español, con todos los ojos puestos en su estreno, y a Lalachus ahora en objeto de las denuncias de Hazte Oír, Abogados Cristianos y la Conferencia Episcopal.
Lalachus es «cómica». Cómico antes era alguien que hacía reír. Ahora no necesariamente. Bastará, si acaso, con que haga reír a un porcentaje de la población muy pequeño, pero no es eso lo que define a un cómico actual: cómico es el que hace lo que ni siquiera harían los periodistas.
Aprovechándose de un código distinto pueden bordear «los límites del humor» y del pudor para ridiculizar a cualquiera. El comicastro español se hace a menudo el tonto, habla siempre desde algo lindante con la oligofrenia para que no se le pidan muchas explicaciones. ¿No ves que es medio subnormal?
La gracia de Lalachus fue sacar una estampita de la vaquilla del Grand Prix con el Sagrado Corazón de Jesús.
Un señor quizás airado me escribió en Twitter al día siguiente: ¿no vas a decir nada de esta ofensa? Pero yo no me había enterado. Hasta ese momento, para mí el escándalo eran las cejas de la Pedroche.
Hace unos días habíamos publicado en Ideas un artículo sobre la persecución religiosa en España, y hace un tiempo uno sobre el Sagrado Corazón y su fusilamiento. Ya les digo que nadie «colapsó la centralita».
Pero el eterno combate entre la luz y las tinieblas exige nuestro posicionamiento: ¡vade retro, Lalachus!
Antes de averiguar de qué se trataba, entendí que no podía ser de una enorme gravedad porque pronto aparecía el habitual argumento del agravio comparativo: esto no se lo hacen a Mahoma… Después de saber que la Conferencia Episcopal ha protestado, ya tengo la seguridad de que no tiene gravedad alguna y de que hasta le viene bien al PSOE. Si hubiera sido importante, habría silencio.
La estampita, mirada dos veces, tiene un punto satánico. La figura con los cuernos sobre cuerpo humano… Casi todo ahora, si nos fijamos, lo tiene, pero ¿hilaría tan fino Lalachus? ¿Entienden algo de esto los premios Nobel que se ríen con ella? Sin este asunto, nadie hablaría de las campanadas de TVE y, sin embargo, con Lalachus y su vaquilla-Moloch desembocamos en una especie de remake de El Día de la Bestia rodada en Sol en lugar de Gran Vía. Neón de Tío Pepe en lugar de Schweppes. Cambia de bebida Lucifer. Broncano con esto tiene coñitas hasta el verano…
La Nochevieja pudo tener otras lecturas. Por ejemplo, la estampita era adoración de Lo Público. TVE y su historia son reivindicadas de otra forma. Como hace Cachitos, que convierte su fondo de video clips en munición, trinchera de combate. Si tienen la historia, ¿van a dejar la nostalgia a los demás?
Fue también un poco la deconstrucción y la lucha por Ramón García, por el legado de Ramonchu, patrimonio sentimental de generaciones. La vicecómica de Broncano reivindicaba la vaquilla de aquel concurso suyo tan popular y, en Telemadrid, el presentador de las campanadas vestía su capa española. ¡Comunismo o capa! En Telemadrid eran las uvas como Dios manda. Las uvas de la corrección judeocristiana frente a las uvas sanchistas demoníacas…
Muchos católicos se han sentido muy ofendidos con Lalachus y su estampita. Nadie les puede negar ese sentimiento, pero ¿no hay algo también de pesadísima trampa en la que se está deseando caer? Una señora en absoluto sílfide sale a defender los cuerpos no normativos, el respeto a las formas diversas, y mientras extiende la sensibilidad gordófila es poco cuidadosa con la de los católicos, El Corte Inglés de la ofensa… Quienes clamaban por la libertad recurren entonces al delito de ídem, lo que permite a Bolaños (¡a Bolaños!) volver a hablar de ultras y justificar su retirada en 2025. Así vestirán de libertad de expresión, con ese ropaje, la vuelta de tuerca en el control de los medios e internet.
La estampita podría ser una ofensa con mala fe o quizás solo ignorancia, lo que sería casi peor. Lo dijo el presidente de la Conferencia Episcopal: «inconsciencia, banalidad». En esto quizás tengan cierta responsabilidad.
«La iconografía religiosa puede desacralizarse», dicen quienes quitan hierro al asunto. Pero a eso mismo se dedicaban los milicianos. ¿Por qué el catolicismo español no ha desarrollado para sí el respeto que tienen otras confesiones, ni siquiera otras minorías? ¿Hace el catolicismo el papel de la raza blanca en la imitatio española de lo woke? ¿Por qué no hay más sensibilidad y respeto o incluso simple conocimiento del Sagrado Corazón de Jesús, tan querido por tantos españoles, objeto además de la violencia simbólica y no simbólica en los años 30?
Para eso, entre otras cosas, sirve el debate historiográfico. Hace unos días lo explicaron (también en Ideas) Pedro Carlos González Cuevas y José Javier Esparza, y las centralistas ya les digo que siguieron sin colapsarse.
Más que recurrir a un delito de ofensas, que hará a Sánchez parecer Elon Musk y a Lalachus Bertrand Russell, debería extenderse una visión del siglo XX que dificultara ciertas cosas. Esto exige poder, soberanía y una visión histórica. No es una gran idea reírse con cosas que hace menos de un siglo fueron objeto de violencia política, cuando no de genocidio.
Es muy respetable que la Conferencia Episcopal decida ofenderse con Lalachus. Pero en la COPE, apenas unas horas antes, Ana Pastor pontificaba sobre la verdad y la ética, por poner un ejemplo de lo que pasa en la COPE… A mí, como católico, esto me parece más escandaloso que lo de Lalachus.
La Iglesia española ha colaborado en la creación del marco cultural y legal para que estas cosas no solo ocurran, sino que puedan ser ya explicables por, como dice Mons. Argüello, la simple falta de conciencia y la «banalidad». Que ya no ofenda la saña sino la absoluta indiferencia e ignorancia sobre el asunto.
¿Alguna vez los católicos protestarán ante su jerarquía para dejar de acompañar con silencio y palabritas la descristianización y desnacionalización? ¿Qué decía Jesús sobre los tibios? ¿Qué diría de los tibios profesionales? ¿Por qué el dinero de los católicos se utiliza sistemáticamente para tocar la mandolina civilizacional, no meterse mucho donde cubre y apoyar una y otra vez agendas no católicas? ¿Por qué dejan en la estacada a quienes defendieron la fe? ¿Por qué callan ante eso y no ante Lalachus?
De otra forma: defendiendo la realidad del siglo XX se podría extender una sensibilidad distinta sobre ciertos símbolos. No hace falta recurrir a un celo mahometano, ajeno por completo a nuestro carácter, ni tampoco a la censura, sino extender, qué menos, un compensatorio respeto por la Iglesia y su iconografía.
Pero se empieza callando sobre Franco y se acaba hiperventilando con Lalachus.
¿Alguna vez los caballeros cristianos van a dejar de tomarla con los comiquillos de quinta y los escandalosos artistas plásticos que exponen en Villaconejos y centrarse en lo serio, en el turrón? Esto no es un circo romano con leones hambrientos. Ni siquiera es Siria. Es Satán haciendo jiji donde Broncano. Teníamos al demonio por listo, y resulta que también es gilipollas.