TIEMPO DE TORERILLOS
Francisca García
Cuando la temporada de toros española finaliza, viene lo que podría llamarse Tiempo de Torerillos. Las Escuelas Taurinas dan rienda suelta a mostrar el trabajo realizado durante el año, presentando a los chavales que más están destacando en los últimos meses, dando la oportunidad a los becerristas o novilleros sin caballos para que se vistan de luces y se enfrenten a un animal. Espectáculos que sin duda tienen su público.
No es el torerillo de hoy aquel que Ignacio Zuloaga, el pintor realista y costumbrista de quien hemos conmemorado este otoño los 80 años de su ausencia, plasmó en el lienzo, entre los tipos españoles. Ni es el que rondaba las plazas de toros en días de corrida, buscando una oportunidad, allá por los jóvenes años de Manuel Benítez o Andrés Vázquez. El torerillo de hoy suele ser muy jovencito, a veces casi un niño, bien enseñado en el oficio, que es, pasado el verano, cuando puede mostrar en el ruedo lo que ha aprendido y lo que se puede augurar o predecir de él en el futuro. El enfrentarse muchos de ellos por primera vez ante un novillo de verdad, da lugar a grandes sustos, a volteretas, caídas, destrozos en los ternos dorados y un sin fin de peripecias. La afición, las ganas y el valor que casi todos derrochan, pueden con la impericia y la falta de recursos toreros en muchos casos. Es temeroso verlos con un arma en las manos, lanzarse de bruces contra el morrillo del astado en encuentros, que Dios media, para que no se materialicen en una desgracia. Mas con la lección bien aprendida, también hay alevines de toreros que asombran por las cualidades que se les adivina, la diligencia, el buen porte y la capacidad para enfrentarse a unos animales, a veces de mayor tamaño del que cabría esperar.
Los alumnos cuentan para su iniciación con ganaderías de renombre que, con frecuencia, aprovechan para dar salida a animales que por diferentes circunstancias, como ser muy cornigachos, o descaradamente bizcos, por ejemplo, no son idóneos para ser lidiados en el futuro. Pero más o menos bonitos, llevan sangre brava y por lo general con las cualidades de nobleza y buena raza de selectas ganaderías, con lo cual tienen posibilidades de garantía de que los alumnos puedan desarrollar con éxito lo aprendido.
Sobre sesenta escuelas taurinas hay en España, de ellas un cuarenta por ciento están ubicadas en Andalucía que cuentan con un gran seguimiento y a las que se les presta atención especial por parte de la Junta Andaluza. Es bien sabido, que Antonio Sanz, que es quien preside el Consejo de Asuntos Taurinos de Andalucía es un grandísimo aficionado.
Desde finales de octubre los festejos sin caballos ocupan los ruedos los fines de semana en todo el territorio español y por ende en Andalucía, donde muchos de ellos son subrayados por las cámaras de Canal Sur, que constituye un plus, muy bien acogido por las jóvenes promesas.
El últimos espectáculo del año ha estado a cargo de la Escuela Cultural de Tauromaquia de Linares, celebrado el día 6 de diciembre. Lo destaco, porque la Escuela linarense que es de las más jóvenes, pues tan solo lleva apenas dos años en activo, está subiendo como la espuma por el interés de cuantos de una forma u otra colaboran con ella desde sus inicios. Por una aparte el cuadro de profesores, que cuenta, con los excelentes profesionales Curro Martínez, José Antonio Carretero, Carnicerito de Úbeda y Curro Moreno, siendo el Presidente el recientemente nombrado Hijo Predilecto de Linares, Curro Díaz.
Pues bien, la Escuela Cultural de Tauromaquia de Linares presentó en el Coso de Santa Margarita, en colaboración con la Asociación Andaluza de Escuelas Taurinas “Pedro Romero”, el I CERTAMEN TAURINO “LINARES CUNA DE TOREROS”. Certamen en el que intervinieron alumnos de Camas, Málaga, Valencia, Arlés y Linares. Novillada en clase práctica y en concurso de ganaderías jiennenses.
El interés de este certamen es por partida doble: mostrar el trabajo de las escuelas por un lado y por otro la importancia que el consistorio municipal da al hecho de reivindicar que Linares no fue ni es solo una ciudad minera, sino que es también una ciudad torera. De uno y otro aspecto da fe su historia. Y en esta reivindicación está unido el poder municipal con la gran aficionada a la cabeza que es la alcaldesa Mª Auxiliadora del Olmo, que se implica de lleno en divulgarlo. Y lo hace en voz alta, como afirmación rotunda para fomentar sus valores, en la coyuntura de celebrar este año el cumplimiento de los 150 años de la proclamación de Linares como ciudad: Real decreto emitido por el rey Alfonso XII, el 14 de noviembre de 1875.
La novillada dio ocasión de descubrir futuras promesas ante unos astados muy bien presentados y por lo general con buen juego. Todos los aspirantes a matadores de toros dejaron improntas de buen toreo, detalles de interés, pero destacaron especialmente Israel Guirao de la Escuela de Tauromaquia de Valencia y Jaime Padilla, de la Escuela de Málaga y en cuanto a los torerillos linarenses, es Blas Márquez el que apuntó mayor torería y gusto en su intervención. El ganado bueno, como digo, destacando la nobleza y bravura del novillo de Sancho Dávila y los de Galbarín y Sorando.
La novillada fue además un homenaje póstumo al torero Pepe Luis Díaz y al ganadero Apolinar Sorando dos personas muy reconocidas en el ámbito de Linares, ambas desaparecidas este año.
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