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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 30 de diciembre de 2025

Cambio de niños/ por Jesús Laínz


El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Argüello, para reclamar la regularización de los inmigrantes ilegales, acaba de recurrir a la trampa de recordar en un tuit que «Jesús nació en un pesebre porque no había sitio en la posada»

Cambio de niños

Jesús Laínz
En muy pocos años ha cambiado radicalmente en toda Europa el panorama infantil. Los hospitales, las guarderías, los colegios y los parques de columpios lo demuestran: los europeos se acercan a ser minoría en unos países en los que hace sólo una generación eran la casi totalidad. En países más avanzados que el nuestro en estas lides, como Alemania, Francia o Reino Unido, hay muchas escuelas en las que los niños autóctonos son minoría o incluso inexistentes. Y en España los viejos colegios, seminarios, conventos y cuarteles, vacíos todos ellos, están siendo reacondicionados para alojar a los inmigrantes ilegales, lo que nunca se hizo para los desafortunados nacionales condenados a dormir en la calle.

En esto intervienen muchos factores, y no todos ellos económicos como los precios estratosféricos de las viviendas, los opresivos impuestos y la carestía de la vida en general, incomparable con lo que les tocó a nuestros padres y abuelos. Entre éstos y otros factores más de fondo —culturales, psicológicos, religiosos—, parece comprensible que muchos jóvenes europeos no tengan hijos por la sencilla rezón de que no podrían mantenerlos ni con dos sueldos. Pero, por el contrario, millones de inmigrantes, sobre todo los apoyados en la fe musulmana, tienen muchos hijos porque los europeos se los mantienen con sus impuestos.

Los países europeos van a dejar de ser en breve lo que han sido desde que comenzaron a formarse como hoy los conocemos tras la caída del imperio romano hace milenio y medio. Y como ése es el sueño de los autodenominados progresistas, tanto de derechas como de izquierdas, cuyo más íntimo móvil ideológico, consciente o inconsciente, es esa irrefrenable endofobia que les lleva a odiar la sociedades en las que nacieron, lo promueven constantemente. Un ejemplo entre mil: durante la entrega de los Premios Ondas 2025, Gemma Nierga, imitando a Martin Luther King, explicó emocionada su sueño de que los nombres de los ganadores de futuras ediciones sean Usman, Salma o Mohamed. La no menos progresista Iglesia católica colabora con entusiasmo comentando con alegría la noticia de que España necesitará imprescindiblemente veinticinco millones de inmigrantes desde hoy hasta el año 2053. 

El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Argüello, para reclamar la regularización de los inmigrantes ilegales, acaba de recurrir a la trampa de recordar en un tuit que «Jesús nació en un pesebre porque no había sitio en la posada». E Isabel Díaz Ayuso ha empleado la misma argucia evangélica para alegrarse de que más de la mitad de los niños del Colegio de San Antonio tengan su origen en otros países y de paso deslegitimar a quienes no lo ven con ojos tan optimistas. Por no hablar de los niños cantores de San Ildefonso, de policromía minuciosamente escogida.

Poco a poco van llegando a unos medios de comunicación que hacen todo lo posible para ocultarlas las informaciones sobre familias extranjeras, sobre todo marroquíes, que vienen a España de vacaciones y regresan sin unos niños a los que abandonan para que sea ésta la que se haga cargo de ellos. Pero los padres están muy lejos de ser egoístas o crueles. Todo lo contrario. Los supuestos necesitados llegan de África bien alimentados, con ropa de marca y teléfonos de última generación. De este modo consiguen educación, sanidad y manutención gratis, lo que no podrían ni soñar en sus países de origen. Ya saben, por culpa eterna de las antiguas potencias coloniales. Y para cerrar el círculo, estos niños, que en muchos casos de niños tienen bastante poco, solicitan pasado algún tiempo la agrupación familiar y así se traen a sus padres y hermanos, que ya no vienen de vacaciones, sino a quedarse con todos los gastos pagados.

Fenómeno muy parecido es el de los refugiados que se van de vacaciones a los países de los que dijeron que escaparon para salvar la vida. Refugiados que, en su inmensa mayoría, son varones jóvenes y fuertes, nunca mujeres ni ancianos. Debe de ser que éstos no necesitan refugio.

Mediante la novedad legislativa de la jubilación reversible, el gobierno socialista espera que más de treinta mil jubilados vuelvan a trabajar en los próximos cinco años. Así pretende aliviar el gasto de la Seguridad Social, sobre todo ahora que están jubilándose los muchos millones de nacidos durante el baby boom de los cincuenta y sesenta. ¡De algún sitio habrá que ir sacando dinero para tanta paga, tanta sanidad gratis, tanta pensión no contributiva y tantos otros gastos para los menas y sus familias!

Pero que nadie les eche la culpa de este fraude a los que pretenden mejorar así sus vidas, sino a quienes lo permiten y promueven.

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