la suerte suprema

la suerte suprema
Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 11 de septiembre de 2009

FERIA DE VALLADOLID 1981


Roberto Domínguez :

Actuó tres tardes e hizo una memorable faena a un toro de Sánchez Fabrés en una feria en la que los Hermanos Molero triunfaron como ganaderos

Gran faena de Niño de la Capea a un ‘galache’ y triunfo de Ruiz Miguel y Márquez ante los ‘victorinos’

La feria de 1981 se inició el domingo, 20 de septiembre, con un festejo del arte del rejoneo. Con tiempo muy agradable, tres cuartos de entrada y toros de Rodríguez de Arce, que dieron buen juego, los caballeros rejoneadores Luis Miguel Arranz, Joao Moura, Joaquín Buendía y Emigdio Pinto, que sustituyó a Riveiro Telles, no consiguieron llevar el entusiasmo a los tendidos. Festejo lánguido en el que sólo Joao Moura logró cortar una oreja.

Casi se llenó la plaza en la segunda corrida de la feria, que se inició con lluvia intensa aunque remitió después. Se lidiaron cinco toros de Ramón Sánchez y uno de Antonio Pérez, tan bondadosos como blandos. Palomo Linares, desvaído y desangelado en sus dos toros. Paquirri, vulgar toda la tarde, y Luis Francisco Esplá, que cortó la única oreja del festejo, no pasó de estar superficial.

En la tercera del abono, los toros de Gavira no pasaron el reconocimiento y fueron sustituidos por cinco ejemplares de Sánchez Fabrés y uno de Galache. Muy bien presentados y de excelente juego los seis. La plaza registro tres cuartos de entrada en una tarde fresca y con intervalos de lluvia. Antoñete estuvo con muchas ganas y sus faenas tuvieron momentos muy felices, pero mató mal a los dos y tuvo que conformarse con saludar en ambos toros. Rafael de Paula comenzó animoso en sus dos enemigos para terminar a la deriva entre las broncas del respetable.

Roberto Domínguez hizo una faena memorable a su primer oponente. El público le concedió las dos orejas y le pidió con mucha fuerza el rabo. En su segundo y último de la tarde dio la vuelta al ruedo y fue despedido triunfalmente en su salida de la plaza a hombros.
En la cuarta de abono casi se llenó la plaza en una tarde soleada y de agradable temperatura. Se lidiaron cinco toros de Antonio Pérez y uno, quinto, sobrero de otro de la ganadería titular que se inutilizó nada más saltar a la plaza. El encierro fue un saldo vergonzoso, desigual de presentación, pobres de cabeza, sin casta e inválidos, ofrecieron un deplorable espectáculo. El de Arce, grande, escurrido y descompuesto.
Nada de nada pudo hacer Ángel Teruel a su primero, un toro que no se tenía en pie. A su segundo, que fue condenado a banderillas negras, el diestro le realizó una faena de aliño.
Emilio Muñoz puso voluntad en su primero y realizó una faena sin relieve a su segundo.
Tomás Campuzano fue una sombra del torero valiente y decidido de otras tardes. La corrida, que terminó con el ruedo inundado de almohadillas, fue una de las peores que se recuerdan en esta plaza.

Se puso el cartel de ‘no hay billetes’ en la quinta corrida del abono, que se celebró en una tarde de agradable temperatura. Se lidiaron cuatro toros de Francisco Galache, sosos y sin fuerza, uno, cuarto, de Lisardo Sánchez, bravo y noble, y otro, sexto, de Antonio Pérez, manso y peligroso.
Niño de la Capea saludó en su primero e hizo una gran faena en su segundo del que cortó las dos orejas.
Se silenció la desconfiada labor de Julio Robles en el segundo de la tarde y se premió con una oreja algunos enjundiosos muletazos de la faena del quinto. Espartaco estuvo porfión y valiente en sus dos enemigos. Saludó en ambos.

Con suave temperatura y cielo nublado se inició la sexta corrida del ciclo ferial. Después llovió en varios momentos de la lidia para desencadenarse un aguacero en el último.
Se lidiaron ocho toros de Molero Hermanos. Bien presentados, dieron un extraordinario juego. La excepción fue el sexto, el garbanzo negro de un encierro en el que casi todos los toros recibieron tres puyazos, hecho ya casi insólito en aquellos tiempos, y llegaron con una enorme nobleza a la muleta. Excepto el mencionado sexto, todos fueron aplaudidos en el arrastre.
Ante la obligada ausencia, por cogida, de Manuel Benítez ‘El Cordobés’, se añadieron dos toros al festejo y entraron, en sustitución de Benítez, Roberto Domínguez y Julio Robles. Manolo Vázquez tuvo una tarde aciaga. Su balance fue de pitos y bronca.
Muy desafortunado estuvo también Julio Robles, quien recibió pitos tras un aviso en su primero y fue silenciada su labor, deslabazada y desmotivada, en el otro. Roberto Domínguez, artista, valiente y entregado toda la tarde, cortó una oreja de cada uno de sus oponentes.
Fernando Martín ‘Sacromonte’ cortó las dos orejas de su primero, tras una faena tan templada como valiente. En su segundo y último de la tarde, salió atropellado y conmocionado al dar una larga cambiada en los chiqueros. Se repuso y llevó a cabo una faena temeraria entre un diluvio. Mató mal y se le despidió con una gran ovación.

Desechadas las reses anunciadas de Juan Mari Pérez Tabernero en la séptima del abono, se lidiaron cuatro toros de Amalia Pérez, blandos y sosos, uno de Lisardo Sánchez, manso y sin peligro, y otro, de Molero Hermanos, bueno pero apagado. Lleno completo en tarde fría, ventosa y con lluvia.
Paco Camino tuvo momentos aislados de buen toreo, pero mató mal. Fue silenciada su labor en ambos.
José Mari Manzanares escuchó pitos tras un aviso después de una faena larga en la que recorrió todo el anillo. También tuvo largo metraje el muleteo a su segundo enemigo, pero estuvo salpicado de exquisitos detalles que le hicieron cortar una oreja después de recibir otro aviso.
Roberto Domínguez, en su tercera actuación en la feria, volvió a salir a hombros, tras cortar una oreja de cada uno de los toros que le correspondieron.

Lleno a rebosar, en tarde fría, en la octava y última corrida de la feria. Se lidiaron cinco toros de Victorino Martín y uno, tercero, de Molero Hermanos.
Los ‘victorinos’, mal presentados y algunos justos de fuerza, embistieron con raza y bravura y todos murieron en el centro del ruedo con la boca cerrada.
El de Molero, lidiado en tercer lugar, fue manejable.
Miguel Márquez recibió la oreja de su primero después de una faena muy valiente. En el otro estuvo colosal y cortó las dos orejas con fuerte petición del rabo y fue obligado a dar dos vueltas al ruedo.

Ruiz Miguel cortó las dos orejas del segundo y dio la vuelta al anillo en el quinto. Ortega Cano aliñó, sin exponer un alamar, a su primero, y anduvo desarbolado en el último toro de la tarde y de la feria. Su balance fue de pitos y aplausos.
Márquez y Ruiz Miguel salieron de la plaza a hombros. Antes dieron una vuelta al ruedo a pie, a la que invitaron a Victorino Martín, al mayoral y a Ortega Cano, no sin voces disidentes en los tendidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario