SILVERIO PÉREZ
Por Jorge Laverón
Silverio Pérez en España dejó contadas muestras de su arte. Toreó poco -con regular éxito- y además lo impidió la guerra. En México Silverio fue el rival más serio que tuvo Manolete. Rivalizaron, se admiraron e intercambiaron conocimientos.Igual que Joselito el Gallo aprendió de su rival Belmonte, y éste de José.
Manuel Rodríguez, el gran califa cordobés de la posguerra, captó el temple y el elegante desdén de Silverio. El mexicano asumió de Manolo, el toreo de cercanías, el esteticismo, el pundonor. Aquel no dejarse ganar la partida. El grito del pueblo mexicano cuando Silverio y Manolete iniciaban el paseíllo en la México: ¡Silverio no te rajes! No lo hizo. Cortó el rabo.
Silverio Pérez ha sido el torero que mejor ha representado el alma mexicana. Silverio era un indio puro y un torero que transmitía la indolencia, la apatía, de su raza vencida. Cagancho, el maestro gitano, influyó mucho en México, Silverio asimiló el empaque, la dejadez del torero de Triana. El toreo de Silverio fue una confluencia de indio y gitano. Por eso le llamaron el Faraón de Texcogo. A Silverio como representante del alma mexicana le cantó el gran Agustín Lara, pero también el singular artista cubano Bola de Nieve.
Silverio Pérez en España dejó contadas muestras de su arte. Toreó poco -con regular éxito- y además lo impidió la guerra. En México Silverio fue el rival más serio que tuvo Manolete. Rivalizaron, se admiraron e intercambiaron conocimientos.Igual que Joselito el Gallo aprendió de su rival Belmonte, y éste de José.
Manuel Rodríguez, el gran califa cordobés de la posguerra, captó el temple y el elegante desdén de Silverio. El mexicano asumió de Manolo, el toreo de cercanías, el esteticismo, el pundonor. Aquel no dejarse ganar la partida. El grito del pueblo mexicano cuando Silverio y Manolete iniciaban el paseíllo en la México: ¡Silverio no te rajes! No lo hizo. Cortó el rabo.
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