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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 30 de diciembre de 2009

ABC: VUELVE EL DON A LA CRÍTICA TAURINA / Por Antonio Burgos

Don Andrés Amorós Guardiola

Vuelve el Don a la crítica taurina

ANTONIO BURGOS
Miércoles , 30-12-09

Es un escritor tan sobrado que es de los que saben plumear el romance. En un plisplás te enjareta uno, como hizo en verso octosílabo el resumen de la pasada Feria taurina de Sevilla, cuando publicaba en la mundana competencia.
Es un catedrático de Literatura a quien nada de España le es ajeno, de la zarzuela a la copla, de las varietés al teatro. Y como Sevilla en el poema andaluz de Machado: y los toros. Los toros entendidos como un universo literario y desde luego como un trozo irrenunciable de España.
Daré un dato: los dos últimos libros de taurina materia que han entrado en mi biblioteca llevaban su firma. Eran dos ediciones a su cargo: la de «La amargura del triunfo», la novela inédita de Sánchez Mejías, cuya figura rescató mucho antes que los progres a la violeta pusieran de moda a Ignacio el del «Llanto» lorquiano; y la primera entrega de las fotos del archivo del taurino Canito, el que retrató en Linares lo de Manolete, obra reservada a artistas de cine, al Hollywood que aterrizaba en Madrid buscando lo que había contado Don Ernesto y hallaba a Dominguín para mostrárselo y de paso enamorar hembras tan fermosas como Ava Gadner.

Este es Don Andrés Amorós, el nuevo crítico taurino de ABC, a quien me siento unido por tantas cosas, pero fundamentalmente por dos: los toros y Sevilla. No crean que hace tanto que lo conozco. No tuve la suerte de ser su condiscípulo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Ciudad Universitaria, donde daba la vuelta en Paraninfo el tranvía 2.
Sin que nos conociéramos, Andrés Amorós y yo coincidimos en el mejor cahíz de tierra durante muchos Viernes Santos. El iba de ruán y esparto, nazareno y oro del Silencio en la Madrugada de Sevilla. Yo estaba en la calle Francos, que es donde también en Sevilla, como en la plaza de los toros, puede escucharse el Silencio, en este caso el Silencio de Dios que nos habla. En un parón de la cofradía, un nazareno se detenía cada año a mi lado. Ese nazareno se me identificó al cabo del tiempo. Cuando nos presentaron, Don Andrés Amorós me dijo: «Sí, hombre, si nosotros nos conocemos. Yo he estado muchas madrugadas parado a tu lado; pero, claro, como iba de nazareno del Silencio, no te podía decir nada...»

Creo que esa Madrugada, querido Don Andrés, no ha terminado todavía. Aunque nos frecuentemos poco, sabemos que seguimos estando juntos en unas cuantas cosas fundamentales, aun sin cruzarnos palabra, en la cofradía del Silencio: del silencio de España, del silencio de ver los toros, del silencio de Dios y de la escritura.
Yo como tú, querido Don Andrés, sigo yendo a los toros porque mi padre también me llevaba cuando tenía pantalón corto, como a ti el tuyo en esa fotografía que he visto no sé si en el Cossío. Los dos tenemos una foto de ese niño que va a los toros con su padre. Lo que entonces ya aprendimos lo contamos ahora en nuestros escritos, para que continúe esa tradición de ver los toros y de saber ver los toros. Que es la más hermosa manera de ver a España.

Me alegro, Don Andrés, que ABC te haya nombrado crítico taurino. Una cosa es la información de toros y otra la crítica, donde echamos en falta lo que te sobra: literatura. Información taurina la hace cualquiera, basta copietear Mundotoro. Lo malo es la crítica.
Para hacer lo que los viejos niños del Arenal entendemos por crítica taurina, plumeada, bien escrita y mejor armada, hay que llegar a ella con el Don ya puesto. Como tú entras. Por la puerta grande.
Hay que haber leído mucho y haber visto muchos toros para poder escribir, como harás, esa pieza literaria que es la crítica de toros. La que hicieron siempre los revisteros de ABC que llevaban el Don por delante: la de don Gregorio Corrochano, la de don Luis Calvo, la de don Antonio Díaz Cañabate. Y ahora, la de don Andrés Amorós. Felicito a los lectores de ABC, que podrán volver a paladear la crítica taurina como género literario, al cañabatesco modo.
Fuente: Diario ABC

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