Berrinches taurinos
del tío Vinagres
Bajo este seudónimo escribe Gabriel Lecumberri
Seis de diciembre del 2009
del tío Vinagres
Bajo este seudónimo escribe Gabriel Lecumberri
Seis de diciembre del 2009
Un modelo sin orejas.
Ante la andanada de improperios recibidos por este servidor, algunos de ellos referidos a nuestra señora madre, que poco o nada entiende de toros, y en relación con nuestra última crónica, hemos decidido ser en ésta más cautos y evitar las susceptibilidades que suelen inflamar al grupo de poncistas acérrimos, almas sensibles, que se ponen al filo del asiento en cuanto su ídolo realiza ejercicios bellísimos de calistenia ante toritos de dudosa fiereza, en vez de ponerse a torear como Dios manda y como él, nos consta, sabe hacerlo.
Pero como uno no es monedita de oro, mejor será que nos alejemos por ahora de insidias y que enfoquemos nuestros esfuerzos al análisis de la corrida de hoy, dejando a nuestros amigos en sus sensiblerías dominicales e invitándolos a que no se pierdan la próxima temporada del Bolshoi, donde se conmoverán hasta las lágrimas con las piruetitas que en su honor darán los sucesores de Nureyev, bajo los acordes de El Cascanueces.
Pasando a lo nuestro, diremos que en sustitución de la anunciada corrida de Arroyo Zarco (lo que lamentamos, pues la ganadería de los Pérez Salazar constituía nuestra esperanza de ver, por fin, toros bravos), desfiló un encierro parchado de San Isidro y Los Ébanos, mansos como la madre Teresa, salvo el tercero, que era un hereje, para Miguel Armilla, Cayetano Rivera Ordóñez y el Payo.
Veamos lo acontecido, y seamos breves con los de mayor antigüedad, comenzando con el confirmado, que se las vio con el sanisidro Sentimiento, un cárdeno cornicorto, manso y soso, y con Señorón, de Los Ébanos, negro listón y acucharado, que manseó en el caballo y que luego fue suavote y rajadito en la muleta.
Con dos toros como hermáni-
tas de la Caridad,
confirmó el modelo Armani,
¡huy, qué hazaña y novedad!
Mas ni Clarita ni Juáni-
to saben qué habría pasado
si al ruedo hubiesen saltado
dos bureles de verdad.
El menor de los Armilla no llegó ni a versito, y debió tal vez de haberse quedado en casa, dejando el prestigio a salvo. Idénticas fueron las actuaciones que le vimos ante los sanisidros Dinastía y Rondeño, negro cornivuelto el primero y cárdeno oscuro cornicorto el segundo, descastaditos, tardos y sosos, a los que Miguel, con síntomas visibles de infarto al miocardio, les hizo tales ascos que parecía que se las estaba viendo con infames marrajos, pregonaos sin un pase.
Aplaudamos su brevedad y deseémosle mucha suerte cuando reaparezca, en unos veintidós años, para confirmarle la alternativa a algún tataranieto del Niño de la Palma.
El que se llevó el gato al agua fue el Payo, primero con Artepuro, un sanisidro negro y nevado de los cuartos traseros, cornaloncillo, que entró rebrincado al capote del queretano, para recibir después una varita y pasar a la muleta crudo, corto, gazapón y peligroso.
El Payo, a pesar de esas cosas tan feas, le plantó cara muy torero, con la cabeza muy clara y con un valor de espanto, en una de esas faenas recias y de auténtica importancia, y le arrancó dos orejas tras una buena estocada.
Se las vio en los postres con Embrujo, otro sanisidro negro y bien puesto, que fue mansote y un auténtico marmolillo, parado desde el capote y pasado con otra varita, con el que se dio el segundo arrimón de la tarde, a expensas de un achuchón y dos volteretas de atropellado en eje vial, que sin embargo nunca amilanaron al torero.
La estocada, trasera, hizo que el toro se amorcillara y que llegara un inoportuno aviso de las alturas, pero bastó para matar para siempre a Embrujo y para que su joven verdugo paseara la tercera peluda.
No todo son posturitas.
No todo son posturitas.
Fuent: Burladero.com
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