Uceda Leal saluda trás perder una oreja por la espada
FERIA DE “JESÚS DEL GRAN PODER” DE QUITO
4ª DE FERIA
1 DE DICIEMBRE DE 2009
TOROS DE “SANTACOLOMA”
UCEDA LEAL
ANTONIO BARRERA
MARTÍN CAMPUZANO
4ª DE FERIA
1 DE DICIEMBRE DE 2009
TOROS DE “SANTACOLOMA”
UCEDA LEAL
ANTONIO BARRERA
MARTÍN CAMPUZANO
"MAL SANTIGUADO"
“Mal santiguado” fue el nombre del segundo toro de la tarde, y a lo que se vio lo que sí estuvo mal santiguado fue este festejo discurrió por el despropósito continuo.
Para empezar la asistencia de público fue bastante inferior a los llenos de los días anteriores, y los seis santacolomas de Buendía fueron cuatro, más dos con el hierro de “Peñas Blancas” del mismo ganadero Cristóbal Roldán, empecinado en el noble afán de consolidar en Ecuador un encaste “rabioso” frente al predominio del “toro artista” ahora vigente.
Las presumibles serias e integras caras de los astados de este criador fueron apareciendo dispares al igual que sus hechuras y comportamiento.
Nada tuvieron que ver el trapío de los dos primeros ejemplares, carentes de toda ejemplaridad por chicos y sin pitones, con el resto de la corrida seria y con cuajo.
A los “dos chochones” que iniciaron el festejo, el que abrió plaza procedente de “Domingo Hernández”, le siguieron los encastados de intenciones aviesas que trajeron a los espadas por la calle de la amargura. Uno como el cuarto, manso de libro, del que ya se encargaría Uceda, con el obediente brazo ejecutor de su picador Braulio, de quitarle cualquier mínima intención de embestir.
Un quinto en el que Barrera se tuvo que emplear con valor y dominio, sin que nadie se enterara, y un sexto bis, de sangre “Garcigrande” y “Torrestrella”, que convirtió al nacional Martín Campuzano en un “Bien santiaguado”, pero que muy bien.
De la forma escalofriante que le cogió el toro prendiéndole y tirándole continuos derrotes en el aire, para salir ileso del percance sólo habrá que achacarlo a su buena acción de santiguarse en el paseíllo y que de seguro aun lo estará haciendo en acción de gracias.
El sexto santacolomeño, confirmó el mal fario de la corrida. Fue el único que, con excelente trapío, salió con buenos modales, los del toro bravo y encastado, con buen tranco, alegre y humillando a los capotes, hasta que se partió una pata y tuviera que ser devuelto a los corrales.
No cabe duda que el bueno de Uceda Leal se santiguaría con devoción y esperanza, pero nada, que no, que su buena faena al animalito primero que mereció una oreja, se le vino abajo por una espada desgraciada, matando Ignacio al infumable cuarto de forma superior que no se merecía.
Barrera aun se estará persignando pensando en la fuerte petición de oreja en su primero, desatendida el presidente, el mismo que las regaló en días anteriores.
Su cristiano gesto continuaría al ver que su valeroso esfuerzo con el encastado y bronco quinto pasó desapercibido por el público de Iñaquito.
La esperanza de los toreros ecuatorianos en cuajar en figuras se esfuman sin remisión, por mucho que se santigüen. La escasas posibilidades que padecen en esta maravillosa tierra andina contrastan con la ilusión, valor y entregan con que se ofrecen ante el toro, pero no basta.
Para la lidia de los toros que le cayeron en mala suerte a Martín Campuzano, se necesitaba mayor bagaje, no solo para poderles sino para sobrevivir, aunque esto si lo consiguió, gracias a Dios naturalmente, el entusiasta torero quiteño, desde hoy Martín “El bien santiguado”.
Antonio Barrera
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