más viva que nunca
Pedro Javier Cáceres
Madrid 21 de Diciembre de 2009
Definitivamente habrá debate, político, sobre la prohibición de dar corridas de toros en Cataluña. Bueno, en Barcelona. Única plaza en ejercicio, porque así lo ha querido la sociedad catalana no acudiendo al resto de los cosos de la región y por lo cual han tenido que echar el cierre; patronal que no político. Eso sí es democracia.
Definitivamente habrá debate, político, sobre la prohibición de dar corridas de toros en Cataluña. Bueno, en Barcelona. Única plaza en ejercicio, porque así lo ha querido la sociedad catalana no acudiendo al resto de los cosos de la región y por lo cual han tenido que echar el cierre; patronal que no político. Eso sí es democracia.
Lo ocurrido el viernes en el parlamento catalán, no por esperado, responde a un totalitarismo bananero de perfil nacional socialista que, escrutando los rincones más obscenos del filibusterismo, ha vomitado una serie de carencias democráticas en aras de salirse con la suya -por el momento- como dar libertad de voto (los nacio y los socia) y guarecerse, con “el toro sobre el albero”, en el burladero indigno de la votación secreta. En taurino, el argot más rico del castellano, “estar hasta las trancas”.
La vicepresidenta del Gobierno de la Nación, Teresa Fernández de la Vega, se pronunció: “las corridas de toros cuentan con un amplio respaldo de la sociedad”. “El Gobierno no es partidario de prohibir, sino de decidir en libertad”.
Jordi Hereu, alcalde de Barcelona y miembro destacado del PSC también: “nunca he ido a una plaza de toros y no me gusta la Fiesta. Pero a pesar de eso, estoy en contra de prohibir, eso no me gusta nada”.
Duran Lleida, la mitad de la bicefalia dirigente de CyU, ha dicho: “la Fiesta de los toros está enraizada en Cataluña y mucha gente nacionalista es aficionada”.
Artur Más quiere escuchar todas las opiniones y subrayó “soy partidario que se tramite”. “Que no se pueda hablar de esto en el Parlamento catalán no me parecería muy sólido desde el punto de vista de la calidad democrática”. “Otra cosa será cuando tenga que votarse como proyecto de ley. No tengo decidido el voto, que será en función de las opiniones que escuche en el trámite parlamentario”.
No sorprende el laicismo taurino de la rancia burguesía catalana por su arraigo en lo fenicio rayano en lo mercenario. Convergencia trata de ganar tiempo sopesando su costo o rédito electoral y, mientras, hacer una prospección de sus feligreses cara a las elecciones del próximo otoño.
La atomización ideológica, no solo en lo taurino, del PSC y la fragmentación de criterios firmes entre el PSOE y los socialistas catalanes es la consecuencia de confundir el concepto federalista con el de franquicia.
Los aristócratas convergentes, que cínicamente no acuden a La Monumental pero que si cruzan la frontera para ver toros en Francia, han aducido, para su laso pronunciamiento, que “no estaba en su programa electoral”. Si bien no les falta razón cuando señalan al socialismo catalán de inconsecuente por haber presentado una enmienda a la totalidad, como grupo, para luego dejar libertad de voto y propiciar el secreto del mismo.
Esta falta de criterio, en algo accesorio para los enormes problemas que tiene la sociedad española y la catalana, colige de este debate taurino un problema político sin entrar en el de carácter identitario que, por obvio, ha molestado sobremanera al separatismo radical y sus voceros, nodriza y autor intelectual de la Iniciativa.
Tratándose de un tema, nunca banal, pero sí de ocio y espectáculo, la sesión se desarrolló ante un despliegue mediático inusitado: más de 100 periodistas acreditados de medios nacionales e internacionales. La repercusión nacional y mundial ha hecho correr ríos de tinta y ocupar portadas completas de los diarios más dispares. Hubo de cerrar el paso a las tribunas de invitados por “overbooking”.
Y un dato, elocuente, que evidencia la patología de una clase política y un sector de la ciudanía catalana: inmediatamente después se debatía un tema asaz importante por tratarse del amplísimo colectivo de autónomos que se desarrolló en la intimidad molestado por la algarabía de la diáspora tras el debate taurino. Esto es lo que hay.
Sin embargo, y a pesar del sector taurino, sin duda su mediocridad es el mayor peligro para las corridas de toros, la jornada del viernes conviene ponerla en valor y en ello nos debemos afanar los que sin comer del toro queremos la Fiesta y la libertad.
El día puede considerarse histórico. Por su repercusión, que es refutar la importancia del sector, nacional e internacionalmente, para bien o para mal, pero trascendente, y de ahí su musculatura. Por lo histérico del debate; es un indicio. Y por que el margen de votos, teniendo en cuenta “los caganet” de PSC y CyU que se abstuvieron o no votaron (9, que harían los 68 que constituyen mayoría) da “cuartelillo” al moderado optimismo. Por otro lado, lo prolijo del trámite que espera en la primavera hace pensar que difícilmente habrá resolución antes del verano, momento en que el Parlamento habrá de disolverse para anunciar comicios. Y en cualquier caso, habrá que demandar, desde ya, el voto a cara descubierta para que todos, y sus electores, principalmente, sepan con quienes se están jugando los cuartos.
No conviene olvidar que Cataluña “is diferent” y un débil tripartito concedieron a las minorías radicales, para estos casos, aliviar el peaje para la presentación de estas iniciativas mermando el número necesario de firmas a 50.000. A pesar de las 180.000 firmas, de dudoso rigor legal en su recolección, no deja de ser una representatividad de 32 ciudadanos por cada 1.000 del censo; no de la población y sin computar los jóvenes a partir de los 16 años, como sí votaron en las parodias de referendos independentistas.
Proporcionalidad que no se comparece con la ley electoral y el sistema d’hont para que 69 “elegidos” sean mayoría y puedan decidir la libertad de 968 catalanes por cada millar. Esperpéntico.
A mayores, tras el posicionamiento inequívoco, conocido, de Francia y los rechazos de las más altas instituciones de los países de la América taurina a iniciativas similares se agolpan en los últimos días, arrinconadas deliberada y celosamente en los cajones de muchos redactores jefes y editores, decisiones como la del gobierno de Venezuela, el pasado miércoles, aprobando la ley de Protección Animal rechazando la abolición de las corridas de toros. Era la almorrana americana que quedaba por sajar.
La noche del sábado se supo que el Gobierno Vasco, en voz de su consejero de Interior, Rodolfo Ares, promoverá, de inmediato, una reforma de su controvertido, y aun reciente, reglamento taurino para promover uno consensuado que “garantice las corridas de toros en el País vasco y evitar situaciones como en Barcelona”.
Por lo tanto no estén temerosos aquellos que barruntan un efecto dominó. Sobremanera los inanes taurinos que viven de ello y solo les estremece su cartera. Al norte, Francia; al sur Vinaroz; al oeste la Aragón de El Pilar zaragozano, el torico de Teruel y los “sanlorenzos” oscenses. No pasarán. Lo de Euskadi está claro y Galicia lo tiene. Las fronteras están tupidas. Por tierra y aire. Cataluña anti taurina solo tiene la salida al mar; agua de nadie o de todos, aunque se la apropien insolidarios como el frustrado trasvase del Ebro.
Abundando en hechos relevantes, el mismo viernes se produjo el fichaje galáctico de un periodista taurino: Zabala de la Serna fichaba por el Diario El Mundo anunciando el rotativo que correspondía a un apuesta por los toros su promoción y su difusión con asentamiento como sección diaria, o casi. De tal guisa, de los grandes diarios nacionales tan solo El País, y antes de poder ser intervenido por los “italianos”, es “memo” ante los toros.
Curioso cinismo cuando la operadora televisiva, de pago —esa es la clave- de su grupo lleva tiempo haciendo un despliegue de retransmisiones.
Viernes 19 de diciembre de 2009, día histórico para la Tauromaquia. Aunque se quiera ir a contra mano. Solo “los taurinos” lo podrán arruinar.
Se ha perdido una escaramuza. Ahora queda la batalla, desde el raciocinio, para ganar la guerra. Al descanso, La Fiesta se va con 0-1. Pero los partidos duran 90 minutos y ante la frescura de los movimientos sociales a favor de la libertad, los intolerantes ya han agotado los tres cambios.
¡Viva la Fiesta inter…nacional!
Fuente: Il Imparcial.es
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