Una fusta para Luque
José Ramón Márquez
Al pobre Daniel Luque, cuyo padre me convidó a un café en cierta ocasión, habría que ponerle de apodo el título de una exposición que hizo John Baldessari en el Reina Sofía, en la época buena del Reina Sofía. El californiano tituló su exposición “Not even so”, en español “Ni por ésas”, y eso le va de perlas a Luque, que ni por ésas consigue que las cosas se le arreglen, o arreglarlas él mismo, que es el que debería hacer el esfuerzo.
El año pasado estuvo apoderado por José Luis Marca, que le hizo una temporada de ensueño. La temporada soñada por tantos toreros que andan abriéndose paso a golpes por la vida. La dejó pasar de balde. No creo que guarde ni un solo recorte de periódico, porque todas las muchas oportunidades que tuvo se le fueron como lágrimas en la lluvia.
Luego, no sabemos si fue el viejo Marca o el propio torero o ambos de consuno, pero el caso es que partieron las peras y se separaron, creo recordar que de forma poco amistosa. Entonces vino Simón Casas como Simón Pedro, pescador de toreros a la deriva, y le recogió. Ahora, lo primero que hace Simón es cerrarle a Luque un cartel o encerrona junto a Morante y a Manzanares, en su plaza de Valencia, con los imprescindibles Cuvis. ¿Es eso cuidar a su torero o mandarle a la muerte cierta?
Imaginemos -quizás sea mucho imaginar, ya lo sé- que Morante hace una de sus faenitas tan pintureras y tan plásticas con esos muletazos tan bonitos que da a veces. Resultado, ruina para Luque. Imaginemos -aquí no hace falta, porque es lo que pasó- que Manzanares hace una faenita de ésas que hace, con esa plasticidad que Dios le ha dado, aunque no cargue mucho la suerte, y con esa fotogenia que imprime a los pases. Resultado, ruina para Luque. Imaginemos que Luque hace lo de siempre. Ruina para Luque. O sea que pase lo que pase, siempre pierde Luque. Aunque saque a pasear su mejor baza, su capote, que reconocemos como bueno, siempre le tapará Morante, que tiene a toda su legión morantera ansiosa de vibrar con cualquier migaja que les arroje su ídolo, aunque sea media verónica, ¡pero qué media verónica! que dicen ellos.
Creo yo que Luque necesita humildad y toros. Lo primero ya no es fácil que lo adquiera, lo segundo es cuestión de proponérselo. Sus carencias descomunales habrían quedado más tapadas con el encierro del día anterior, con las ‘alimañas’ de Fuente Ymbro, y con dos cualquiera de los tres toreros de ese día. Así, a lo mejor, había conseguido brillar más y, si fuese capaz, empezar a crear ambiente y a creerse a sí mismo. Eso, en mi opinión, sería llevar bien a un torero, como hizo Sonnabend con Baldessari. Esto de ahora es estrellarle aún más, como Pepe Cobo con Paneque.
Al pobre Daniel Luque, cuyo padre me convidó a un café en cierta ocasión, habría que ponerle de apodo el título de una exposición que hizo John Baldessari en el Reina Sofía, en la época buena del Reina Sofía. El californiano tituló su exposición “Not even so”, en español “Ni por ésas”, y eso le va de perlas a Luque, que ni por ésas consigue que las cosas se le arreglen, o arreglarlas él mismo, que es el que debería hacer el esfuerzo.
El año pasado estuvo apoderado por José Luis Marca, que le hizo una temporada de ensueño. La temporada soñada por tantos toreros que andan abriéndose paso a golpes por la vida. La dejó pasar de balde. No creo que guarde ni un solo recorte de periódico, porque todas las muchas oportunidades que tuvo se le fueron como lágrimas en la lluvia.
Luego, no sabemos si fue el viejo Marca o el propio torero o ambos de consuno, pero el caso es que partieron las peras y se separaron, creo recordar que de forma poco amistosa. Entonces vino Simón Casas como Simón Pedro, pescador de toreros a la deriva, y le recogió. Ahora, lo primero que hace Simón es cerrarle a Luque un cartel o encerrona junto a Morante y a Manzanares, en su plaza de Valencia, con los imprescindibles Cuvis. ¿Es eso cuidar a su torero o mandarle a la muerte cierta?
Imaginemos -quizás sea mucho imaginar, ya lo sé- que Morante hace una de sus faenitas tan pintureras y tan plásticas con esos muletazos tan bonitos que da a veces. Resultado, ruina para Luque. Imaginemos -aquí no hace falta, porque es lo que pasó- que Manzanares hace una faenita de ésas que hace, con esa plasticidad que Dios le ha dado, aunque no cargue mucho la suerte, y con esa fotogenia que imprime a los pases. Resultado, ruina para Luque. Imaginemos que Luque hace lo de siempre. Ruina para Luque. O sea que pase lo que pase, siempre pierde Luque. Aunque saque a pasear su mejor baza, su capote, que reconocemos como bueno, siempre le tapará Morante, que tiene a toda su legión morantera ansiosa de vibrar con cualquier migaja que les arroje su ídolo, aunque sea media verónica, ¡pero qué media verónica! que dicen ellos.
Creo yo que Luque necesita humildad y toros. Lo primero ya no es fácil que lo adquiera, lo segundo es cuestión de proponérselo. Sus carencias descomunales habrían quedado más tapadas con el encierro del día anterior, con las ‘alimañas’ de Fuente Ymbro, y con dos cualquiera de los tres toreros de ese día. Así, a lo mejor, había conseguido brillar más y, si fuese capaz, empezar a crear ambiente y a creerse a sí mismo. Eso, en mi opinión, sería llevar bien a un torero, como hizo Sonnabend con Baldessari. Esto de ahora es estrellarle aún más, como Pepe Cobo con Paneque.
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