José Ramón Márquez
Valencia es una ruina. Ruina ganadera de primera. Lo de ayer, fiesta mayor, día grande, o lo de los otros días, es exactamente lo mismo. Triunfo del antitaurinismo, triunfo de la negación de la base esencial del espectáculo que es el toro. No se puede echar en todas las corridas las mismas combinaciones y permutaciones de animalejos. Con decir que la corrida que hasta ahora ha brillado por casta y movilidad ha sido la de Fuente Ymbro queda dicho todo.
¿Que El Cid corta una o dos orejas? Pues qué bien ¿Que Ponce vuelve a hacer el ridículo? Pues genial, que se ve que no tuvo bastante el año pasado. ¿Que July estuvo importante? Es lo suyo.
Todo eso es nada sobre nada, porque la base falla.
La suerte de varas es un fantasma que recorre esa plaza vergonzantemente y de tapadillo, un trámite innecesario y sangriento sin finalidad alguna. La antes llamada suerte suprema es lo que frena para que las grandes faenas sean recompensadas como deben, a base de orejas. Es ésa la lógica contemporánea que Valencia nos muestra, en la que ambas cosas deberían ser eliminadas. Fuera caballos y un velcro en la espalda del toro y ya tenemos perpetrada la revolución del toreo. ¿Qué será lo próximo? Serrar los pitones, humanizar aún más esto a ver si conseguimos que ya no vaya nadie a ver esa mofa de un espectáculo que hasta no hace tanto era cosa de tíos con redaños y ahora tuerce hacia un repulsivo ballet lleno de mohínes, respingos y caídas de ojos.
Por lo que toca a los toros, en Valencia ya sólo les queda la de hoy, la de Adolfo, para redimir a esa plaza, antaño seria y exigente, del despropósito. A los toreros, aún se les alargará durante meses su estación de penitencia. A El Cid le queda la cita con Miura y Victorino en esa plaza profanada por el torillo acomodaticio en esta feria de Fallas. Será el día 5 de mayo y ahí estaremos, por los toros. A Ponce le quedan las palabras que le digan entre su suegro y el presentador de las campanadas, los directores de su actual carrera hacia la nada, hacia la dilapidación de su propia historia en su propia plaza. A Juan Mora, ya lo djimos, esta temporada le va a costar mear sangre; después de Valencia le toca Sevilla. A July le da todo lo mismo, porque lo suyo es estar importante y cortar orejas y siempre lo hace. Siempre gana.
Estábamos en Valencia hace muchos años, última fila del tendido. Habíamos ido a ver a Ponce y a Rincón. Hacíamos nuestros comentarios en voz baja, como siempre. Una señora, que estaba sentada delante de nosotros y nos escuchaba se vuelve hacia nosotros y nos dice:
-Ustedes son de Madrid, ¿verdad?
-Sí, señora.
-Claro... Pero es que nosotros venimos aquí a divertirnos.
¿En serio ese espectáculo les resultará divertido?
*****
Blog Salmonetes ya no.....
Valencia es una ruina. Ruina ganadera de primera. Lo de ayer, fiesta mayor, día grande, o lo de los otros días, es exactamente lo mismo. Triunfo del antitaurinismo, triunfo de la negación de la base esencial del espectáculo que es el toro. No se puede echar en todas las corridas las mismas combinaciones y permutaciones de animalejos. Con decir que la corrida que hasta ahora ha brillado por casta y movilidad ha sido la de Fuente Ymbro queda dicho todo.
¿Que El Cid corta una o dos orejas? Pues qué bien ¿Que Ponce vuelve a hacer el ridículo? Pues genial, que se ve que no tuvo bastante el año pasado. ¿Que July estuvo importante? Es lo suyo.
Todo eso es nada sobre nada, porque la base falla.
La suerte de varas es un fantasma que recorre esa plaza vergonzantemente y de tapadillo, un trámite innecesario y sangriento sin finalidad alguna. La antes llamada suerte suprema es lo que frena para que las grandes faenas sean recompensadas como deben, a base de orejas. Es ésa la lógica contemporánea que Valencia nos muestra, en la que ambas cosas deberían ser eliminadas. Fuera caballos y un velcro en la espalda del toro y ya tenemos perpetrada la revolución del toreo. ¿Qué será lo próximo? Serrar los pitones, humanizar aún más esto a ver si conseguimos que ya no vaya nadie a ver esa mofa de un espectáculo que hasta no hace tanto era cosa de tíos con redaños y ahora tuerce hacia un repulsivo ballet lleno de mohínes, respingos y caídas de ojos.
Por lo que toca a los toros, en Valencia ya sólo les queda la de hoy, la de Adolfo, para redimir a esa plaza, antaño seria y exigente, del despropósito. A los toreros, aún se les alargará durante meses su estación de penitencia. A El Cid le queda la cita con Miura y Victorino en esa plaza profanada por el torillo acomodaticio en esta feria de Fallas. Será el día 5 de mayo y ahí estaremos, por los toros. A Ponce le quedan las palabras que le digan entre su suegro y el presentador de las campanadas, los directores de su actual carrera hacia la nada, hacia la dilapidación de su propia historia en su propia plaza. A Juan Mora, ya lo djimos, esta temporada le va a costar mear sangre; después de Valencia le toca Sevilla. A July le da todo lo mismo, porque lo suyo es estar importante y cortar orejas y siempre lo hace. Siempre gana.
Estábamos en Valencia hace muchos años, última fila del tendido. Habíamos ido a ver a Ponce y a Rincón. Hacíamos nuestros comentarios en voz baja, como siempre. Una señora, que estaba sentada delante de nosotros y nos escuchaba se vuelve hacia nosotros y nos dice:
-Ustedes son de Madrid, ¿verdad?
-Sí, señora.
-Claro... Pero es que nosotros venimos aquí a divertirnos.
¿En serio ese espectáculo les resultará divertido?
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Blog Salmonetes ya no.....
excelente comentario. Totalmente de acuerdo con lo de Ponce, esta dilapidando a su personaje.
ResponderEliminarQue pena que la ministra de cultura no les regale un dvd, de momentos bien escogidos y les pregunte si "esto es cultura".
Porque no se pone en los carteles, corrida SIN CABALLOS, pero bien a las claras.
Incluso, poner que estan despuntados. Basta ya de farsas, ¿no?
Y por favor, analisis de sangre ya. Si pago por una corrida de toros, no quiero una charlotada.
YA ESTA BIEN
Ahora Ponce va a tener la culpa de todo. Ponce no es el único que está lidiando toros chicos y flojos. Todas las figuras y los de primera fila que le acompañan han tomado esto por el pito de un sereno y nadie se lo impide. Todo lo de Valencia ha sido una porquería, y lo de Fuenteymbro se ha tapado porque ha salido encastado y con motor, pero muy bajo de trapío.Lo peor de Ponce es que a él no le embisten y a los demás sí. ¿Quien decide los hierros que ha de lidiar? Vaya genios! Pues mira que los presidentes que tragan todo esto; el público pagando y callando, y los cronistas cobrando y callando. Vamos bien, pero que muy bien
ResponderEliminarLesaqueño y Tito: Por lo que ustedes dicen todo esto es una comedia o una farsa, se vende algo que no tiene nada que ver con lo que se ve después, lo dicen ustedes y muchos más aficionados y por supuesto que no le faltan razón, es la pura y triste realidad. Aquí todos los que trabajan en esta comedia COBRAN un buen dinero, desde los actores principales, toreros y ganaderos, empresario y en menos escala, periodistas que viven de cantar y contar, algunos con rigor y otros al son de la música que les interesa.
ResponderEliminarPues bien, dicho todo esto ¿ustedes que papel juega en esta comedia? yo creo que la de autenticas marionetas, porque no me negaran ustedes que cabrearse un día si y el otro también, y seguir pasando por taquilla...De verdad que no lo entiendo, salvo que sean ustedes con perdón, verdaderos gilipollas.
Cordiales saludos
Enrique Salazar
No se trata de averiguar el grado de gilipollez de los aficionados, Enrique Salazar, aunque con su penosa apreciación se coloca usted a muy buen nivel, porque no me dirá usted que aceptar un producto adulterado y pagarlo como si fuera bueno no es de estúpidos. la solución no radica en desertar de las plazas, sino de exigir que se cumpla con lo que se anuncia en cartel como mero consumidor, la integridad del espectáculo y los derechos de los espectadores que se pasan por taquilla, como manda la ley, o a usted no le suena eso de que la ley se debe cumplir, sin cortarle los cuernos a los toros y sin dar gato por liebre. Y si no puden ser toreros o ganaderos pues que se coloquen en la Junta de Andalucía que sin arrimarse se lo llevan crudo.
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