Casta Brava Aragonesa
"Apartado de toros " o "Toros en el arroyo", de don Francisco de Goya y Lucientes. Los estudios localizan tal arroyo en el Arroyo Abroñigal, en lo que en el siglo XVIII eran las cercanias de Madrid. Esa especie de "tollo" era el año 1793, fecha del cuadro reproducido, la Venta del Batán de estos tiempos y a aquel lugar acudian a pie, caballo o en carruaje los aficionados que deseaban ver los toros que se iban a lidiar en la plaza de toros de la Puerta de Alcalá. Y esos toros que pintó don Francisco tenían toda la pinta de proceder de las tierras aragonesas.
**********
EN BUSCA DEL TORO ARAGONÉS
BENJAMÍN BENTURA REMACHA****
Miércoles 16 de Marzo de 2011.-
Llevaba muchos años en la lucha por aclarar que la ganadería brava aragonesa del siglo XVIII era tan importante como la navarra y que el primer torero con rostro y biografía fue Antonio Ebassum “Martincho”, natural de Farasdués, un pueblo a 14 quilómetros de Ejea de los Caballeros, cabeza de la comarca zaragozana de Las Cinco Villas. Esta última afirmación que publiqué allá por los años 50 en la revista “El Ruedo” se vio refrendada por la labor investigadora del sacerdote Felipe García Dueñas, de San Sebastián, pero que, al salir del seminario, se fue al citado lugar de Farasdués para ayudar al padre de un compañero que había sido destinado a una lejana parroquia. Y sus años en Las Cinco Villas fueron de lo más productivos en el sentido investigador porque logró la biografía más completa del héroe al que retrató Francisco Goya.
Bueno, ya había conseguido algo en contraposición de lo que afirmaban muchos ensayistas, con Luis del Campo a la cabeza, que hacían a Martincho navarro o guipuzcoano. Cossío se acerco más a la realidad y lo consideró aragonés y de Ejea de los Caballeros, hasta llegar a mi descubrimiento de la partida de matrimonio del tal Antonio Ebassum con la ejeana Ramona de Mena, 24 años más joven que él. En ese documento se señala que Antonio Ebassum “Martincho” era natural de Farasdués. No ha ocurrido lo mismo con la consideración de las ganaderías aragonesas en relación con las navarras. Durante años, siglos, del Ebro para arriba todo era navarro. Y la casta brava, navarra. Nueva batalla para tratar de reivindicar el origen de las ganaderías que acudieron a tres de los escenarios más importantes en el comienzo de las corridas de toros tal como hoy las entendemos: Madrid, Zaragoza y Pamplona. Para estos lugares iban destinadas las reses que se criaban en Ejea de los Caballeros, Quinto y Pina, Tudela, Arguedas, Corella, Caparroso y Funes y Alfaro, Arnedo y Calahorra. Aragón, Navarra y La Rioja. El Ebro. Entonces el Guadalquivir quedaba muy lejos y ni nuestros toros iban a Sevilla ni los andaluces venían a Zaragoza y Pamplona. Madrid quedaba a mitad de camino. El Pirineo daba el tipo a nuestro toro y los pastores marcaban el estilo de nuestros toreros. Cossío lo dijo claro y escueto: “Al toreo gimnástico de los aragoneses le pusieron el arte los andaluces”. Y, por lo general, se mantiene el matiz aunque hoy todo se mezcle un poco más que hace 250 años, que son los que cumplirá la plaza de toros zaragozana en 2014.
Hace más de 30 años me vine a vivir a mi tierra, Aragón, me enfrasque un poco más en el estudio de los documentos que tenía en mi casa y me encontré con escritos que demostraban la abundancia de ganado bravo en los campos de Las Cinco Villas y la expansión que habían tenido sus productos en la plaza de toros de la Puerta de Alcalá con don Diego Bentura (así se llama mi nieto) luciendo la divisa encarnada, su hermano Francisco que aportó diez toros para las corridas celebradas en la Plaza Mayor madrileña con motivo de la Coronación de Carlos IV, la aportación ejeana en la inauguración de la plaza de toros de Zaragoza, el detalle de los toros que en 1788 el mismo don Diego envió a San Fermín con sus nombres, pelos y la conformación de sus astas y la satisfacción de los pamploneses por el juego dado por los toros enviados. Pero el final del XVIII y el comienzo del XIX no fueron muy propicios para la ganadería brava aragonesa con las prohibiciones de las corridas por parte de Carlos III y Carlos IV y la tragedia de la Guerra de la Independencia. Quince años sin corridas hicieron que desaparecieran muchas ganaderías, aunque para la mayoría de edad de Isabel II, 1833, se lidiaron toros de Manuela Aysa, viuda de Alejandro Bentura, también en la Plaza Mayor de Madrid y en festejo real artísticamente reflejado en los magníficos grabados de Blanchard.
Todas estas vicisitudes me llevaron a escribir un libro titulado CASTA BRAVA ARAGONESA que es, a la vez, el mejor y el peor libro sobre las ganaderías bravas de mi tierra. No hay otro. Siempre hemos sido así. Tuve la suerte de que el presidente de la Diputación de Zaragoza, Javier Lambán, lleve lo ejeano en su sangre y que la propia Diputación, la Institución Fernando el Católico y el Centro de Estudios de las Cinco Villas apoyaran su publicación y que mi reivindicación taurino-aragonesa viera la luz a comienzos del mes de septiembre de 1994. El camino está abierto. Otros pueden andarlo.
========
****Benjamín Bentura Remacha
Aragonés, de Magallón, donde nació el 15 de septiembre de 1931. Vinculado a Ejea de los Caballeros hasta la sexta generación y con claros antecedentes ganaderos. Quizá por eso le vino la afición a la fiesta española y por ello, tambien, pese a haber ejercido el periodismo integral y, en los últimos años, al especial de Aragón. Licenciado en Derecho y periodismo, ha ejercido esta profesión en diversos medios de comunicación, desde El Ruedo, Fiesta Española, de la que fue director y fundador, Meridiano, El Alcázar, jefe de Nacional, redactor jefe de Aragón Expres y colaborador de Hoja del Lunes, El Día, Televisión Española, El Chiquero, La Voz de Ejea de los Caballeros, Radio Zaragoza y Radio Cinco Villas y, actualmente, en Diario 16. Técnico superior de la Diputación de Zaragoza, es jefe de la Sección de Gestión de Equipamientos, plaza de toros incluida. Ha publicado en los últimos años varios libros de temas aragoneses, de viaje, divulgación e investigación: Zaragoza y su provincia en 20 excursiones, Goya y los toros, El regreso a Zaragoza de don Francisco el de los toros, Voces y leyes taurinas, El arte en Aragón y la fiesta española y Casta brava aragonesa, que es el fruto de largos años de lectura, examen, investigación y mucho amor al toro, al arte, a Aragón y Ejea de los Caballeros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario