Plaza de Iñaquito 2004
YO QUE TÚ NO IRÍA, TORERO
"...No deberían prestarse los matadores a ser protagonistas de una lidia mutilada e inconclusa, género dramático inferior, mojiganga al fin y al cabo. Si respetan el rito, no hacen bien contribuyendo a denigrar lo construido en siglos de historia con el esfuerzo de quienes les precedieron. Celebren su particular referéndum al respecto y Voten NO. .."
Javier Hurtado**
Periodista
Madrid, 12/09/2011.-
El movimiento pendular de la historia llevó hasta El Ecuador un referéndum promovido por el gobierno de turno con la expresa intención de acabar con la corrida de toros a la española y, para asegurarse un resultado favorable, principalmente en la capital, Quito formuló al pueblo esta capciosa pregunta:
¿Está usted de acuerdo que en el cantón de su domicilio se prohíban los espectáculos que tengan como finalidad dar muerte al animal?
La pregunta de marras no mencionaba de manera expresa la corrida de toros y aludía a más de un espectáculo porque, en el grupo de “diversiones” cruentas, estaban incluidas las peleas de gallos, otra costumbre muy arraigada en distintas regiones del país y, como los toros, llevada a América por los españoles.
A la vista de las protestas originadas por el anuncio de la consulta, los asesores presidenciales recomendaron dejar al margen las riñas de gallos. La hipotética supresión de tan popular actividad podría costarle al gobierno una sangría de votos en posteriores elecciones. Así que siguieron el ejemplo de lo hecho por el Parlamento Catalán con los corre-bous, y sacaron gallos y galleros del referéndum.
No sorprende a estas alturas de la vida encontrar en la casta política individuos de dudosa catadura moral que utilizan la odiosa y criminosa hipocresía para conseguir sus fines. Lo que sí ha llamado la atención es la redacción de una nueva Ordenanza Municipal para regular el espectáculo de la lidia en la ciudad de Quito. Si la corrida de toros ¡pobre! quedó rota allí tras la alevosa consulta, de aprobarse ese borrador acabará completamente desfigurada.
Leído el texto, la impresión desde la distancia es que, entre los munícipes quiteños, la Fiesta de Toros a la usanza española no goza de simpatía y, mira tú por dónde, la prohibición legal de la suerte suprema en la corrida les ha venido como pedrada en ojo de boticario para simplificar el anterior Reglamento.
La poda acaba con artículos tan esenciales como el referente a la reglamentación de la lidia, el que regula el registro de profesionales taurinos, el capítulo atañente a las sustituciones de un cartel, el de alternativas y confirmaciones y, por supuesto, el que reconocía los espectáculos taurinos como tradiciones inalienables de los quiteños cuyo municipio tiene el deber de fomentarlos y difundirlos porque forman parte del acervo cultural y de la identidad histórica de Quito.
Por si fuera poco lo anterior, el nuevo Ordenamiento ya no contempla los requisitos previos que tiene que cumplir el promotor del espectáculo. Ahora, para obtener los permisos municipales y, al objeto de que pueda organizar y reglar la corrida de toros a conveniencia, le otorga potestad para designar el equipo de autoridad de plaza y determinar, como considere, la concesión de premios y trofeos. ¡Óle!, ¡óle! y ¡ólé!.
¡Que viva Quito!
No sé quienes son los padres del engendro, pero es indudable que se han empleado a fondo para combinar animosidad y perversión en tan diabólica fórmula. Si el esbozo hubiese estado urdido por Behemot, Moloch y Astaroth, tres de los demonios mejor colocados en el escalafón infernal, no sería tan dañino.
Deberían saber los munícipes quiteños que la redacción de una Ordenanza Taurina no es soplar y hacer botellas, es algo más serio y muchas cabezas pensantes se estrujaron las meninges hasta perfilar debidamente las pautas que rigen la lidia para que ahora, de un plumazo, su desaprensión la convierta en un panfleto desnaturalizado.
De aprobarse esta presunta Ordenanza, deshuesada, apóstata y maligna el único y gran favorecido será el promotor o empresario de la plaza, que tendrá absoluto control sobre el espectáculo y podrá hacer y deshacer cuanto le venga en gana sin dar explicaciones. Él representará a la empresa y a la autoridad a un tiempo, será juez y parte.
Semejante despropósito acaba con la tradicional corrida de toros y puede resultar peligroso si el orden y la autoridad se confunden con la demagogia y la avidez interesada por tener un poder omnímodo con el fin de controlarlo y mangonearlo absolutamente todo. Si esto sucediera ya se habrán perdido antes el decoro y la brújula.
Asombrosamente, con este panorama en lontananza, los empresarios de Quito pretenden reclutar en España a cuántos toreros puedan para la próxima Feria Jesús del Gran Poder. El emisario encargado de sondear y contratar a los espadas, se esfuerza en explicarles lo conveniente de su presencia este año para conseguir la pervivencia de la Fiesta. No dice de qué Fiesta se trata, si es la que seguirá celebrándose según la tradición española en aquellas plazas donde salió el NO en el referéndum, o la que pretenden implantar en Quito.
De los toreros consultados unos cuantos, bastantes, han dado calabazas al mensajero aduciendo que su profesión es la de matador de toros y no van a embarcarse en tan largo viaje para NO matar toros. Por otro lado, sotto-voce, consideran que aceptar el ofrecimiento sería crear un mal precedente.
En primer lugar, porque decepcionarían a los aficionados amantes de la genuina corrida de toros que ya han puesto su abono, de muchos años, a disposición de la empresa y, lo que es más importante aún, porque recelan de los grupúsculos antitaurinos. Es muy delicado crear una nueva modalidad de corrida de toros, pues se corre el riesgo de originar una vía de contagio en los países taurinos americanos e incluso en algunas comunidades autónomas españolas.
Hay otros toreros, ¡ay!, que han entrado al trapo y accedido a ir. No se sabe si es porque el comisionado empresarial ha despertado en ellos un deseo salvador de causas nobles o, mucho más probable, les ha convencido con una oferta monetaria irrechazable. Oí decir a mi abuelo que el dinero huele a benjuí y estoraque aunque de una letrina se saque pero el tufo que desprenden el egoísmo y la impudicia es nauseabundo.
Cabe la posibilidad de que algunos toreros, hechizados por una suculenta recompensa en dólares, preocupados por lo urgente, por las prisas del presente hacia el futuro, hayan dado de lado al pasado de su profesión, con lo importante y necesario que es no olvidarlo nunca.
A los matadores de toros, sin excepción, compete ser los primeros en celar la pureza de la Fiesta, en defender la integridad de la lidia y no desaprovechar oportunidades colectivas para reivindicar su esencia, en beneficio de grupitos menores y centrífugos que engordan su momio esquilmando el patrimonio común.
No deberían prestarse los matadores a ser protagonistas de una lidia mutilada e inconclusa, género dramático inferior, mojiganga al fin y al cabo. Si respetan el rito, no hacen bien contribuyendo a denigrar lo construido en siglos de historia con el esfuerzo de quienes les precedieron. Celebren su particular referéndum al respecto y Voten NO.
**Javier Hurtado
Ya hay bastantes elementos que viven de la Fiesta; ahora se precisaría unos cuantos que mueran por ella, aunque sea de vergüenza.
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**Javier Hurtado es periodista taurino de Tendido Cero de TVE
Hay algo que no entiendo, cual es la diferencia entre la Fiesta en Portugal y lo que se pretende hacer en Quito? A lo que logro comprender va a ser lo mismo y en este caso en particular creo que tampoco los diestros deberían de ir a Portugal. La Fiesta verdadera exige la muerte del toro, cualquier cosa que se aparte del rito tradicional no es la verdadera Fiesta.
ResponderEliminarEse planteamiento, el de torear en Portugal sin matar el toro, es el sibilino argumento que esgrime la empresa de Quito en España a través de su botones Sancho Dávila, para conseguir contratos para la feria de Quito. Sin embargo no es lo mismo. En Portugal el toreo nacional es a caballo, es su tradición y cultura. El toreo a pie y sin estocada, ni siquiera puyazo, es una anécdota que se conserva únicamente en Lisboa y Vilafranca de Xira. El que los toreros vayan, escasas veces, a esas plazas supone un apoyo para conservar ese tipo de festejo a pie. Lo de Quito no es igual. Allí existe la fiesta desde hace casi cinco siglos, herencia española como otras que han conformado Ecuador, y que pueden considerar la fiesta brava tan ecuatoriana como española por ser parte de su propia cultura. La feria de Quito la presencian 150.000 espectadores en diez días, y la ciudad vive y vibra con los toros que son el eje de las fiestas quiteñas. Todo lo que se ha maquinado contra la corrida tradicional es por la utilización de un instrumento político al servicio de los propios empresarios de la plaza, los omnímodos hermanos Salazar, un factor de presión en el marco empresarial y social de la capital. Lo que se ha dado alli es una puñalada a la corrida para transformarla en una mojiganga en manos de los propios promotores. por ello los matadores españoles no se deben prestar a esa porquería ya que con ello consolidarían ese espectáculo menor y ya jamás retornaría la corrida como hasta ahora se ha dado. Todo por la pasta, los empresario chungos y antiespañoles, y los matadores que deberían llamarse de otra forma.
ResponderEliminarSaludos
Pepe Colmenar
¿Que va a pasar en Quito con la suerte del toro después de su lidia?. Seguramente va a ser sacrificado en el destazadero de la plaza o del municipio sin ningún merito y consideración. El final es el mismo, “La muerte del toro”. En el ruedo es mas digna que la que le espera al concluir el espectáculo.
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