BENEFICENCIA DE 1946.
TRIUNFOS DE MANOLETE Y DOMINGUÍN
19 de septiembre de 2011, en El Escorial.
A Paco Laguna, mi amigo.
José María Sánchez Martínez-Rivero.
El 19 de septiembre de 1946, la Diputación Provincial de Madrid, organizó la tradicional corrida de Beneficencia para obtener ingresos extraordinarios con destino al Hospital Provincial. Este año 2011 se cumplen 65 de la celebración de esta corrida que resultó extraordinaria.
Lógicamente, proponen a Manolete su participación, a la que accede sin cobrar honorarios. Se ofrecieron muchos toreros para esta corrida teniendo, la Diputación, que desestimar estos ofrecimientos y confeccionar el cartel que quedó como sigue:
”Un toro de la ganadería de don Fermín Bohórquez, con divisa verde y encarnada que será rejoneado por el Excmo. Sr. D. Álvaro de Domecq – Sobresaliente Manuel Vargas, EL Coli- y ocho toros con divisa azul celeste, blanca y grana, de la acreditada ganadería de don Carlos Núñez, de Sevilla.
Espadas: Rafael Vega de los Reyes, “Gitanillo de Triana”, Manuel Rodríguez, “Manolete”, Antonio Mejías, “Bienvenida” y Luís Miguel González , “Dominguín.” La corrida dará comienzo a las cuatro y media de la tarde.”
En principio la Beneficencia de 1946 se componía de un rejoneador y tres matadores, pero a última hora fue incluido el diestro Luís Miguel Dominguin.
Veamos como se gesta su participación, según lo cuenta Pepe Dominguin, matador de toros y hermano de Luís Miguel en su libro “Mi gente”:
“El marqués de la Valdavia, Presidente de la diputación hace, como es tradicional, el cartel... El viejo Dominguin ha hecho con anterioridad, todas las gestiones posibles para que Luís Miguel toree esa corrida, porque es la de más categoría del año, pero todas sus conversaciones con el Marqués de la Valdavia han sido inútiles.
El viejo Dominguín maquina, muele posibilidades y al final decide jugar fuerte. Pondrá en un grave compromiso a su amigo don Mariano Osorio al “inevitable” Marqués de la Valdavia, como entonces le apodaba la calle. Había que forzar la situación y, si era preciso, presentársela a la opinión pública para aclarar posturas.
“Luis Miguel – le dice mi padre-, vete al despacho del marqués y dile que tú toreas gratis la corrida de Beneficencia, que no le costará ni un duro más, incluirte en el cartel, y si es necesario se pagan los dos toros de nuestro bolsillo. Como la corrida es benéfica no creo que se oponga... la gente no lo vería bien. Además, el público está deseando verte torear con Manolete. Esto es definitivo para el éxito económico que se persigue.
La prensa te apoyaría y al marqués se le hará muy cuesta arriba el decir que no, por muchas presiones que tenga... No sería ni político ni popular... Además ya puestos a ello, si te dice que no, fuérzalo haciendo un donativo en metálico que no pueda despreciar; torear gratis y encima darle cincuenta mil pesetas. Hijo, a nadie le amarga un dulce, y cómo va a decir que no si el dinero de esta corrida – cuanto más mejor- va a ser para obras de beneficencia... El público no vería con agrado que se prescindiera del donativo y de tu presencia. ¡Manos a la obra ahora mismo!...
“¡Pero hombre, Luís Miguel –dijo el marqués-, ya no puedo...! En la calle aunque no han salido los carteles oficiales, se sabe quien torea la corrida. Además habría que contar con los otros toreros, que den la conformidad y no va a ser fácil... Otra cosa, aumentar con dos toros el espectáculo, me parecen muchos toros... demasiados toros, añadió diplomáticamente. Claro que nadie duda de la importancia de tu nombre en los carteles, tan desinteresadamente y por ende un donativo de...”
“Cien mil pesetas –cortó Luís Miguel-. Cien mil pesetas y yo me pago todos los gastos aparte, incluyendo lo que pueden valer los toros.”
¡La espada y la pared! Pobre don Mariano, no pudo negarse. Únicamente pidió unas horas para recabar la aprobación de los demás toreros. Los demás toreros, no podían decir que no, ni vetar la actuación de Luis Miguel , so pena de evidenciar una postura demasiado drástica cara a la opinión. “Y los demás toreros”, cogidos en el cepo de la habilidad del “cateto de Quismondo”, dieron su aprobación.”
Así, pues, Luís Miguel torearía esa corrida de gran interés para su carrera profesional porque Domimguin padre le solía decir: “Hay que torear al lado de Manolete, porque un triunfo a su lado es más triunfo”.
Era la única corrida que Manolete torearía en España en ese año. Sabiendo que el público “le estaría esperando” su preocupación era grande, por la gran responsabilidad que había contraído.
Rafael Lagartijo, su sobrino, que a la sazón tenía 14 años, nos refiere la noche, previa a la corrida, que pasó junto al diestro de Córdoba en el hotel Reina Victoria, habitación 220, donde se hospedaban.
“No, aquella noche no dejó dormir. Estaba preocupado. Me decía:
“Niño, la culpa la tengo yo, porque no estoy preparado; este año había decidido no torear; pero claro, surgen las cosas y no hay más remedio que afrontarlas”.
Se levantaba, “Niño, enciende la luz”, se asomaba a la plaza de Santa Ana, se acostaba, se volvía a levantar..., total que no durmió en toda la noche pensando en la responsabilidad que había adquirido.
Yo no hacía más que decirle: “Pero tito, si tú esto lo haces como el que está tomando café”. Me respondía: “Que no, niño, que luego sale cada toro de una manera, y yo tengo una responsabilidad muy grande..., yo no puedo escurrirme ni un momento siquiera. Yo tengo que cuidar todos los detalles, y tengo que estar muy concentrado. Y por eso no duermo. No es que tenga miedo, no; no duermo por la responsabilidad tan grande que tengo hoy, pues quiero seguir siendo quien soy”. Así toda la noche.”
Celebrado el sorteo el orden de lidia quedó así:
1º.- “Barrendero”, nº 14, Negro entrepelao, para rejones, de Bohórquez.
Lidia ordinaria. Ganadería de Carlos Núñez:
1º.- “Lamamuco”, nº 6, Castaño.
2º.- “Trabado”, nº 48, Negro entrepelao.
3º.- “Sabandijo”, nº 17, Cárdeno bragado.
4º.- “Pachón”, nº 16 Negro zaino.
5º.- “Grillito”, nº 54, Negro bragado.
6º.- “Buquejo”, nº 19, Negro bragado.
7º.- “Bragadito”, nº 39, Negro zaino.
8º.- “Victorioso”, nº 32, Negro zaino.
Como sobrero el nº 31 “Pinturero”, negro zaino de la ganadería De Soto.
Del programa de mano con las anotaciones de la corrida - propiedad del autor- sacaremos los datos técnicos de la misma.
Rejoneador: Don Álvaro Domecq.
Matadores: Gitanillo de Triana, de grana y oro; Manolete, de celeste y oro; Antonio Bienvenida de grana y oro y Luís Miguel Dominguín de blanco y oro.
Toros: Uno de Bohórquez para rejones grande y soso. Ocho de Carlos Núñez terciados; tres buenos, uno muy bueno y los otros cuatro con peligro y algunos cabeceando en exceso.
El primero de rejones, bueno, luciéndose el caballero don Álvaro Domecq matando de estocada y descabello. Se le otorga una oreja.
Gitanillo de Triana estoquea un toro también bueno. Con él triunfa y al matar de una estocada se le concede una oreja.
A Manolete le corresponde “Trabado”, número 48, negro entrepelao. Es un toro de los denominados por los taurinos “marrajo”. Manolete destaca en la faena de muleta, que es muy buena, para cobrar un pinchazo, una estocada y descabello. Gran ovación.
Antonio Bienvenida lidió un toro que punteaba los engaños, abrevia y mata de estocada defectuosa con cuatro descabellos. Pitos a su labor.
El quinto toro que le correspondió a Gitanillo era un toro malo, limitándose el torero a muletear por bajo y matarlo de dos pinchazos, una estocada y tres descabellos. Silencio.
En el ruedo el toro de nombre “Buquejo”, número 19, negro, que le corresponde a Manolete. Otro “marrajo”, pero esta vez el cordobés demostró quien era y tras capotearlo con su técnica especial consiguió lucirse.
Recibió cuatro puyazos. Nada que destacar en quites. Faena de muleta extraordinaria, en el programa se anotó en mayúsculas, “INMENSO”. Gran estocada. Dos orejas.
José Luís de Córdoba, en su libro “Manolete en el recuerdo” editado, en 1997, por Publicaciones Obra Social y Cultural Caja Sur”, escribió:
“Más la faena cumbre vino en su segundo, un toro en toda la extensión de la palabra, enmorrillado, de preciosa estampa. A los primeros capotazos de David, dobló bien el de Núñez. En el público, entonces, se produjo un regocijado movimiento. Se esperaba la faena del maestro. Y al público, precisamente, la brindaba. Con una ovación de gala correspondía a la plaza a la deferencia del torero. De dos partes se compone el trasteo. La reseña –aparte- da cuenta del número de muletazos empleados. Nosotros, en este juicio, solo podemos registrar la emoción de los tendidos, que nos contagió a todos. Pero hemos de señalar para la historia, que Manolete no comenzó con sus inconfundibles estatuarios. Inició la faena con la izquierda y por naturales. Y tras los naturales templados y mandones, los pases en redondo, las manoletinas y toda la gama de su clásico toreo. Manolete dio al toro una doblada maravillosa y quedó ante el bicho en postura arrogante, con una rodilla en tierra, mientras en el público estallaba una ovación cl amorosísima. Levantose Manolete y después de otra serie de manoletinas, terminó con su característico juego de muñeca. Una gran estocada dio fin al astado mientras el bicho se debatía entre los estertores de la muerte, resistiéndose a la entrega, se poblaba la plaza de pañuelos blancos, solicitando para el matador los máximos apéndices.
Obtenidos estos, el cordobés dio dos vueltas al ruedo entre el clamor de lo aplausos y entre una lluvia intensa de flores y prendas de vestir. Triunfo excepcional de Manolete en la primera plaza de España. Triunfo que será histórico, sin duda.”
Antonio Bienvenida con un toro bueno solo consiguió palmas a su labor.
“Victorioso” fue muy bueno Luís Miguel no lo desaprovechó haciéndole una faena de muleta de alta calidad. Mató de pinchazo y estocada. El público pidió las dos orejas que la presidencia concedió.
Las previsiones se cumplieron. El salto al trono del toreo que, Manolete dejaría en Linares, se lograría, era cuestión de tiempo.
K-HITO escribió de esta corrida:
En el otro el gesto. No se le iba a ir a Manolete así como así. Brindó al público y de primeras tomó la flámula con la zurda. Se arrancó el de don Carlos Núñez desde lejos, y el torero aguantó la arrancada con su impavidez característica. Acababa de jugarse todo; pero no importa. Continuó al natural, rematando con el de pecho, y hubo luego molinetes y manoletinas de clase extra. Una faena de Manolete, pero no de las mejores. Ni mucho menos. Matando, sí, bordó la suerte.
El entusiasmo del público fue desmesurado. Algo de tipo sentimental se mezclaba en aquellas ovaciones ensordecedoras, algo inefable, como la infinita tristeza de las despedidas.
El Monstruo se va. El público español con esa intuición de la masa, cree que no ha de verlo más en nuestros ruedos. Y aquél flamear de pañuelos no era solo una petición e máximos honores para el coloso, sino el adiós reiterado, hondo y sentido, a la nave que leva anclas y abandona esta tierra hispana tan pródiga, tan generosa, tan amante de los suyos.”
Ramón Capdevila, reseñó en el periódico “Arriba”:
“El toro estaba fuerte. Poco empleado en las sangrías cabeceaba en la muleta. La muleta a la izquierda y a la derecha luego se angustiaba y a veces restallaba en la estrechez que el diestro pretendía imponer, rebasando los límites de sus mejores días. ¿Es que iba a cuartearse la estructura, la arquitectura de la obra? No. El de Córdoba no es torero que ceje en el trance como el día de hoy.
Ahí está frente al toro. Contra el toro. Si el toreo por bajo no ha podido atemperarse al nuevo canon, la franela va ahora a rimarse con los derrotes sobre corto y media embestida. Las manoletinas vuelan, más aéreas y rítmicas, más ceñidas y quietas que nunca. Una vez y otra vez. En la enorme bahía crepuscular del ruedo. Manolete semeja un peñasco festoneado de veriles de líneas de sonda, que el toro dibuja y estrecha en torno al diestro –con el trazo concéntrico de la pezuña intermitente- igual que en las cartas marinas se puntean las zonas de profundidades. Lo mismo que en los mapas orográficos se circuyen los vértices de triangulación de alturas. Si. Manolete es un vértice. Y un hombre y la espada del hombre va lenta y segura hacía el vértice del animal vencido, que rueda al mismo tiempo que los enconos entregados ante la limpia puesta en juego de una vida de artista.”
ABC, Manuel Sánchez del Arco:
“Ni un adjetivo. Manolete. Esto basta. Trajo a las plazas las multitudes. Creó un estilo; una superhistoria del toreo, cuando la historia parecía insuperable, nace con él. Claro que la mitología tiene sus peligros. Y muy serios han sido los que ha tenido que salvar Manolete con su gesto resonante de torear gratis.”
“Quiero seguir siendo el que soy”, deseo expresado por Manolete ante su sobrino, quedó cumplido una vez más. Hasta el 28 de agosto de 1947 seguiría siendo el mejor, el único. Después de esta fecha entraría en la Historia del Toreo por la puerta grande.
19 de septiembre de 2011, en El Escorial.
A Paco Laguna, mi amigo.
José María Sánchez Martínez-Rivero.
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