Curro Díaz el 1º de El Pilar
"...La de El Pilar fue un conjunto de retales, casi una limpieza de ganadería. En esta corrida pasó algo que no se puede consentir. El primero, muy noble, apareció al final con el pitón izquierdo totalmente desmochado. No es posible que tal cosa ocurra sin la existencia de maniobras artificiales. La autoridad debería extremar estos detalles..."
Por Carlos Crivell
San Miguel, un ciclo con argumentos
Por Carlos Crivell
San Miguel ha sido un ciclo con argumentos. Es cierto que, en general, el toro ha fallado por su mal juego, pero ha salido el toro bien presentado a la Maestranza. En realidad, algunos estaban pasados de romana y con hechuras que hacían poco probable que fueran aprovechados, pero en estas tres corridas ha habido toros serios en la plaza, algo que es digno de ser resaltado. El juego ha sido otra cosa. En la de Pereda hubo dos que se dejaron más. En la de Torrealta, dos buenos que fueron primero y sexto. Y en la que cerró el ciclo, sólo uno de Fraile que abrió el festejo tuvo bondad y cierta clase. En verdad es muy poca cosa. Seriedad hubo; calidad, muy poca.
Estos festejos de otoño tienen un problema para que los ganaderos puedan presentar corridas parejas. La de El Pilar fue un conjunto de retales, casi una limpieza de ganadería. En esta corrida pasó algo que no se puede consentir. El primero, muy noble, apareció al final con el pitón izquierdo totalmente desmochado. No es posible que tal cosa ocurra sin la existencia de maniobras artificiales. La autoridad debería extremar estos detalles.
Se podría decir que, como norma general, los toreros han estado por encima de las reses. En cada uno de los tres espectáculos hubo buenas noticias de toreros. En la que abrió la serie del viernes, fue una delicia ver a David Mora tan torero y tan elegante con sus dos toros, sobre todo con el segundo, así como disfrutar con su brillante toreo de capa y una estocada sencillamente perfecta. Fandiño se comportó como una valiente sin espada. Se quedó sin premio por ello. Esaú debió apretar más con el sexto, un toro posible con el que todo quedó a medias.
En la corrida de Torrealta lo bueno sucedió al principio y al final. El Cid se mostró torero y profesional, la plaza estuvo cariñosa con el recuerdo de tantas tardes de triunfo y paseó un trofeo barato. En esta segunda corrida, lo más intenso llevó la firma de un entregado y solvente Alejandro Talavante. Está crecido, mueve los engaños con suavidad y tiene ese detalle de que es un torero con capacidad para improvisar en la cara del toro y sorprender a los espectadores. Su faena al sexto fue de clamor, llena de matices y apuntes que le convierten en un matador necesario por su destacada personalidad. Ese mismo día Castella no tuvo suerte con su lote, pero tampoco el francés estuvo fresco y despejado de mente.
Lo mejor de la corrida final fue el llenazo que registró la Maestranza. Es verdad que estaban acartelados El Juli y Manzanares, pero era septiembre y no abril. Así que una entrada espectacular que pone de relieve que los buenos carteles siempre interesan en Sevilla. La corrida de El Pilar se cargó el festejo. La bondad del primero, con el hierro de Fraile, nos dejó un gran sabor de boca en la faena bellísima, natural y elegante de Curro Díaz, que llenó de perfume caro la Maestranza. Curro Díaz mató de forma soberbia. Su oreja fue de las que tienen la virtud de poner a todos de acuerdo. El Juli fue capaz de que el segundo, una mole, embistiera. Faena de figura grande que no remató con la espada por la propia condición del toro. Manzanares se estrelló contra otro monstruo de seiscientos kilos sin fuerzas y un sobrero de Salvador Domecq que fue informal por el derecho y canallesco por el izquierdo. El buen toreo de Curro Díaz le puso el argumento a la tarde, lo mismo que la soberbia cuadrilla de Manzanares. Trujillo saludó con Blázquez en el sexto con la música de fondo. Antes, Curro Javier dibujó capotazos enormes. Sólo por ver a esta cuadrilla se amortiza el precio de la entrada.
Estos festejos de otoño tienen un problema para que los ganaderos puedan presentar corridas parejas. La de El Pilar fue un conjunto de retales, casi una limpieza de ganadería. En esta corrida pasó algo que no se puede consentir. El primero, muy noble, apareció al final con el pitón izquierdo totalmente desmochado. No es posible que tal cosa ocurra sin la existencia de maniobras artificiales. La autoridad debería extremar estos detalles.
Se podría decir que, como norma general, los toreros han estado por encima de las reses. En cada uno de los tres espectáculos hubo buenas noticias de toreros. En la que abrió la serie del viernes, fue una delicia ver a David Mora tan torero y tan elegante con sus dos toros, sobre todo con el segundo, así como disfrutar con su brillante toreo de capa y una estocada sencillamente perfecta. Fandiño se comportó como una valiente sin espada. Se quedó sin premio por ello. Esaú debió apretar más con el sexto, un toro posible con el que todo quedó a medias.
En la corrida de Torrealta lo bueno sucedió al principio y al final. El Cid se mostró torero y profesional, la plaza estuvo cariñosa con el recuerdo de tantas tardes de triunfo y paseó un trofeo barato. En esta segunda corrida, lo más intenso llevó la firma de un entregado y solvente Alejandro Talavante. Está crecido, mueve los engaños con suavidad y tiene ese detalle de que es un torero con capacidad para improvisar en la cara del toro y sorprender a los espectadores. Su faena al sexto fue de clamor, llena de matices y apuntes que le convierten en un matador necesario por su destacada personalidad. Ese mismo día Castella no tuvo suerte con su lote, pero tampoco el francés estuvo fresco y despejado de mente.
Lo mejor de la corrida final fue el llenazo que registró la Maestranza. Es verdad que estaban acartelados El Juli y Manzanares, pero era septiembre y no abril. Así que una entrada espectacular que pone de relieve que los buenos carteles siempre interesan en Sevilla. La corrida de El Pilar se cargó el festejo. La bondad del primero, con el hierro de Fraile, nos dejó un gran sabor de boca en la faena bellísima, natural y elegante de Curro Díaz, que llenó de perfume caro la Maestranza. Curro Díaz mató de forma soberbia. Su oreja fue de las que tienen la virtud de poner a todos de acuerdo. El Juli fue capaz de que el segundo, una mole, embistiera. Faena de figura grande que no remató con la espada por la propia condición del toro. Manzanares se estrelló contra otro monstruo de seiscientos kilos sin fuerzas y un sobrero de Salvador Domecq que fue informal por el derecho y canallesco por el izquierdo. El buen toreo de Curro Díaz le puso el argumento a la tarde, lo mismo que la soberbia cuadrilla de Manzanares. Trujillo saludó con Blázquez en el sexto con la música de fondo. Antes, Curro Javier dibujó capotazos enormes. Sólo por ver a esta cuadrilla se amortiza el precio de la entrada.
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