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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 7 de noviembre de 2014

Cristiano y Messi, Amundsen y Scott / por Juan Manuel Rodríguez




Por la mañana Cristiano, que va lanzado hacia su cuarto Balón de Oro (sí, sí, el cuarto puesto que sobre el tercero no hay discusión posible) recibía su Bota de Oro, y por la noche Messi igualaba el récord de goles de Raúl en Champions.

Cristiano y Messi, Amundsen y Scott 


Ahora que Messi ha alcanzado la cifra total de goles que marcó Raúl en Champions (71), y Cristiano, que no logró marcarle al Liverpool con la consiguiente satisfacción del antimadridismo de la caspa, se encuentra a uno sí vuelven a importar otra vez los récords, que cuando los marca el argentino no son por supuesto fruto del egoísmo sino de la más pura y perfecta generosidad... hacia uno mismo. Ayer Leo dejó de ser por unos minutos ese brillantísimo asistente en el que le han convertido los periobarcelonistas para colocarse de nuevo el traje de Demolition Man. Y me sorprende, de verdad que sí, que Michel Platini no haya saltado ya a la palestra pidiendo para el crack del Barça un homenaje por parte de la UEFA como ya hiciera no hace mucho Javier Tebas en España.

Pero quien viera el partido de anoche entre el Ajax y el Barcelona se daría perfecta cuenta de que Luis Enrique tiene un problemón entre manos. Únicamente la intervención del árbitro (como siempre colaboracionista hacia los culés) salvó al equipo catalán de una flagrante derrota. Fue la intervención de Proença y no la de Messi la que acabó desequilibrando la balanza. De hecho De Boer, que jugó allí muchos años, reclamó dos penaltis de Alba, uno de ellos clarísimo y cuando el marcador reflejaba un empate a cero, y como viene siendo tradicional el rival acabó jugando con un futbolista menos. En definitiva: el Barça mereció perder, como mucho empatar, y acabó ganando gracias al colegiado... y a la inspiración de Leo Messi, que en ausencia de Neymar y sobre todo de Suárez se ha convertido en el único flotador de este equipo. Vamos, lo de siempre.

Por la mañana Cristiano, que va lanzado hacia su cuarto Balón de Oro (sí, sí, el cuarto puesto que sobre el tercero no hay discusión posible) recibía su Bota de Oro, y por la noche Messi igualaba el récord de goles de Raúl en Champions. Pero, tal y como yo lo veo, nunca se dudó que estos dos jugadores superarían con creces los números de Raúl, que ya está en el Cosmos y no puede seguir peleando en serio, ni se planteó tampoco quién llegaría antes a los 72, si Amundsen o Scott. Si queremos tener una visión exacta de lo que supuso para el mundo del fútbol el duelo entre Cristiano y Messi deberemos esperar unos cuantos años y a que ambos futbolistas estén ya retirados. Y entonces, sólo entonces, podremos hablar sobre quién superó a quién, por cuánto y por qué. Lo que yo aventuro a decir es que, allá por 2030, el máximo goleador de la Champions seguirá siendo Cristiano y puede que el segundo sea Messi. Veremos.


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