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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 2 de noviembre de 2014

"Halloween". Carta a D. Eduardo García Serrano / por Fernando Claramunt López



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Sr. D. Eduardo García Serrano
Madrid

Madrid, 01/11/2014.-Distinguido y muy querido amigo: Nada más leer su escrito sobre el llamado "Halloween" me he puesto en pie al grito de ¡Viva España! y he decidido contestarle cuanto antes para darle la Enhorabuena cordialísima y, con su permiso, un abrazo ibérico, nada de latino. Enviaré copia de esta carta a Don Rafael, un señor que vive en Caracas, un señor de verdad, que ya quedan pocos en el mundo. Es un señor venezolano de corazón y de nacimiento que se siente hispanoamericano, cien por cien. Hay otros en ultramar que pretender ser "latinos" y nunca han leído ni podrán leer en su idioma a Lucrecio ni a Ovidio

Nosotros, además de nacer en la orilla del Mediterráneo, "Mare Nostrum", tuvimos la fortuna en nuestro bachillerato de recibir clases varios años de latín y de griego, aunque no sabíamos nada de Internet ni habíamos oído hablar de ese "Halloween" de los demonios. Porque es una ceremonia de demonios para celebrar el cumpleaños de Satán. Lo único bueno que veo en Satán es que cree firmemente en Dios y además tiene gustos aristocráticos, a diferencia de los engatusados por el capitalismo anglosajón que se disfrazan de vampiros, de "góticos" y de monstruitos televisivos. Satán es un príncipe, claro que en la oposición, pero conserva su alcurnia. 

En su inteligente artículo echa usted de menos a Don Juan Tenorio, el de Zorrilla, el de Tirso de Molina y sin duda el de Lenau al que puso música Richard Strauss. Sé que lo preferimos al Don Giovannni de Da Ponte, el que venteaba suspirando: mi pare sentire odor di fémina. Pero coincido con usted en que más vale un Don Juan que ninguno, con perdón de las feministas radicales. Si se nos enfadan esas señoras, les recordaremos la anécdota de Don Ramón del Valle Inclán: -¿Es usted feminista? - Sí, un poco, pero preferiría ser mujeriego

Como los correos electrónicos no nos permiten extendernos, no habla usted de los belenes ni de las procesiones de Semana Santa que también nos quieren arrancar para poner casinos como los de Las Vegas. Pasé un año como postgraduado en Estados Unidos y tuve que sufrir que todos los niños me contaran la historieta de un toro español, llamado Ferdinando que olía las flores y no deseaba combatir en ningún ruedo. Las madres de aquellos niños me comentaban que nosotros no necesitábamos psiquiatras porque ya teníamos la confesión católica. Cuando alguna de aquellas señoras me dijo que era profesora de Cultura Americana, aunque deberían decir Cultura Estadounidense, (por lo que Don Rafael, el de Caracas, y usted saben) tuve buen cuidado de no comentar que en algunas universidades europeas esa expresión suena selfcontradictory. La concisión a que nos obliga el e-mail requiere continuar nuestra correspondencia en otro momento. 
Mi nieta Elena, de nueve años, que vive en Bruselas, habla ya cuatro idiomas y nos visita cada dos meses un fin de semana. Una profesora le ha explicado que venimos del mono. Le he contestado a la niña que ese asunto se halla en estudio. De los antepasados de nuestra familia sé que no tenían las orejas peludas ni vivían en los árboles, pero en el caso de algunos políticos actuales españoles no tengo dudas de que descienden del planeta de los simios. 
A Elena le gusta ver corridas conmigo en televisión. Si me dice: Ese toro tiene pupa le respondo en el acto: No es pupa, es sangre española. A veces también la tiene el torero, pero nunca llora y, lo mismo que su toro, procura seguir la corrida. Ten en cuenta, Elena, que estamos en España.

Muy respetado y querido don Eduardo García Serrano: Aunque los dos hablamos varios idiomas, espero y deseo continuar esta correspondencia con usted en la lengua de Castilla. Confío, con fe ilustrada y razonable, que Don Juan y Don Quijote permanezcan donde deben permanecer, bien despiertos, por los siglos de los siglos. Estamos en el día de Todos los Santos, en el otoño y pronto en el invierno. Pero como no se acaban las estaciones, Dios mediante, hay que confiar en que en España volverá a reír la primavera.

Un fuerte abrazo. 

Fernando Claramunt López. 
Presidente del Círculo de Amigos de la Dinastía Bienvenida.

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