"...Lo del odio, amigos míos, ya no cuela. Carlo Ancelotti estuvo anoche en EsRadio. A estas alturas de Ben Hur, con Mesala muriéndose destrozado y diciéndole a Judah eso de "¡Todavía queda bastante cuerpo en este hombre para que le odies!", cualquier frase que se pronuncie sobre Casillas continúa siendo zona sensible..."
Ancelotti, Iker, el odio y un par de escenas de Ben-Hur
En una escena de Ben Hur, la película que Ancelotti estuvo viendo el otro día mientras se jugaba el Sevilla-Barça, el almirante Quinto Arrio le dice a Judah lo siguiente después de azotarle la espalda con el látigo: "Tu impulso es devolver el golpe, pero tienes la sensatez de contenerte; tus ojos están llenos de odio, eso te ayuda, se sobrevive con el odio, da fuerzas para resistir". Hay quien sostiene la peregrina teoría de que aquellos que pitan a Casillas (pero sólo a él) lo hacen porque le odian. Así que a Iker le pitan porque le odian (que fue también, por cierto, el motivo por el que Mourinho le sustituyó por Diego López) y al resto no, a los demás les pitan... ¿por qué?... En el estadio Santiago Bernabéu se ha pitado a todo el mundo, desde Di Stéfano hasta Raúl pasando por Butragueño, Zidane o Cristiano Ronaldo, a todos. Y el primero de la lista, don Alfredo di Stéfano, también consiguió alguna cosilla para el Real Madrid. Cuenta Paco Gento que, estando él en la grada durante un partido, su vecino de asiento no hacía más que meterse... ¡con Paco Gento!: "¡Qué malo eres, Gento, retírate ya!"... Paco Gento: seis Copas de Europa.
¿Odiaban los madridistas a Di Stéfano? ¿Odian ahora a Cristiano, a quien también han pitado? ¿O Di Stéfano y Cristiano sí se merecían los pitos del público e Iker nunca se los merece? De acuerdo, Mourinho sentó a Casillas porque le odiaba... ¿Y por qué le sentó Ancelotti, que venía a pacificar?... Ancelotti sentó a Casillas y alineó a López y, a renglón seguido, un sector del público del Bernabéu empezó a pitarle también a él: ¿Le pitaban porque le odiaban por haber aceptado su titularidad?... Ha pasado el tiempo, Mourinho ya no está, hay otro entrenador, se ha ganado La Décima, el club viene de hacer la mejor temporada de su historia... y esa herida no se cierra. ¿Por qué no se cierra la herida?... A Iker, que lo ha ganado todo varias veces y que no necesita que ningún bufete de abogados dé la cara por él, insisten en protegerle el grupo más bobo y poco preparado del periodismo deportivo español. No es odio a Casillas, no, sino puro repelús por aquellos que, después de un fallo del mejor portero de la historia del Real Madrid, salen diciendo que lo suyo ha sido una actuación memorable. A Casillas no le odia nadie, lo que se odia en el Bernabéu es la tontez de quienes aseguran sin rubor que es de día cuando es noche cerrada.
Lo del odio, amigos míos, ya no cuela. Carlo Ancelotti estuvo anoche en EsRadio. A estas alturas de Ben Hur, con Mesala muriéndose destrozado y diciéndole a Judah eso de "¡Todavía queda bastante cuerpo en este hombre para que le odies!", cualquier frase que se pronuncie sobre Casillas continúa siendo zona sensible. Ancelotti le dijo a Vicente Azpitarte que ha habido ocasiones en las que el portero del Real Madrid se ha merecido los pitos que le han dirigido desde la grada. Vamos, como el resto, como todo el mundo, como Zidane, Raúl, Butragueño, Cristiano y don Alfredo di Stéfano. Como el propio Ancelotti. Como Mourinho. Como don Santiago Bernabéu, a quien la gente también pitaría. Porque, salvo mejor opinión, parece demostrado que en el fútbol se pita y se aplaude desde tiempos inmemoriales, desde mucho antes que naciéramos Iker, ustedes y yo. Azpitarte le preguntó al entrenador del Real Madrid si Casillas iba a ser el titular hasta el final de su carrera y Carlo contestó: "No sé. Si llega alguien mejor que él, seguro que no". Esa posibilidad, la de que hoy, ahora mismo, en este momento, haya un portero mejor que Iker, que ha sido el mejor, es la que algunos se niegan en redondo a contemplar. Se creen que le ayudan y le hacen daño, piensan que le apoyan y le están hundiendo, están seguros de quererle y, en el fondo, quizás le odien.
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