Manolo ha sido un muy buen aficionado al toreo desde siempre, y prueba de ello es el exquisito paladar que tuvo a la hora de elegir a su torero favorito; nada más y nada menos que a Finito de Córdoba, el torero con más arte y calidad que yo he visto, y he visto a todos los que han sido algo en el toreo desde 1950. Desde que Finito empezó como becerrista llamó la atención de toda la afición cordobesa y especialmente de Manolo Cuevas, por lo que rápidamente, con un grupo de amigos, se puso en marcha para fundar su Club, hecho que ocurrió en 1993. A Manolo le gustaba el toreo clásico, de arte, de calidad y por eso el toreo de Finito le volvía loco, como a muchísimos aficionados, entre ellos quien esto escribe.
Ya funcionando el Club Finito de Córdoba y su Tauromaquia Manolo lo dirigió durante casi 30 años con total acierto, con total entrega, e incluso con pasión, pues pasión tenía por su torero. En el Club ha hecho una labor inconmensurable, no solo defendiendo a su torero, que lo hacía desde lo más profundo de su alma, sino defendiendo la Tauromaquia, y además de ello fomentando, entre todos los socios, las relaciones de gran amistad, de gran fraternidad. Manolo era el estímulo que nos unía a todos, al menos, un par de veces al año, una en la comida que organizaba en el Pilar (en la Carlota) donde podíamos ver torear al Fino y echar un día, digamos, de campo inolvidable, y otra en la comida de socios que generalmente se hacía en el parador la Arruzafa, y en la que Manolo pronunciaba, cada año, un discurso, lo mejor de toda la reunión, pues con su estilo heterodoxo, a su manera, nos trasmitía toda la enorme bondad que en su alma almacenaba, y toda la pasión que sentía por Finito y su toreo. El discurso podía resultar desordenado, pero puedo asegurar que era muy pensado, muy medido, para no molestar a nadie con sus palabras, algo que le preocupaba enormemente, y no olvidarse de citar algún dato importante. Muchas vece nos preguntaba, ¿pensáis que debo decir o no esto o aquello?, ¿se podrá molestar alguien? Y es que era un hombre extremadamente prudente.
Manolo organizó innumerables viajes para ver torear a Finito. Fletó varios AVEs para ver al torero en Madrid, e incluso fletó un avión con 200 pasajeros para ir a ver su presentación en la Monumental de Méjico.
Manolo Cuevas y Manolo Barona se veían en los tendidos allí donde toreara Finito, pues fácilmente se hacía notar con sus gritos de, ¡Eres el mejor! o ¡Finito que grande eres! Y también por su cabellera blanca.
Me han contado que la última vez que vio torear a Finito fue el pasado día 17 de septiembre en Écija, cuando ya se encontraba muy enfermo, pero como se retrasmitió por TV tuvo la suerte de poder verle, y creo que repetía constantemente, “Es el mejor”. Así pues, su pasión por Finito le ha acompañado hasta el último día. Y con esa pasión durante casi 30 años ha sido el alma y el motor del Club, que ha funcionado perfectamente gracias a ese hombre inmenso, que deja un vacío, como presidente del Club y como persona, imposible de rellenar entre todos los que tuvimos la suerte de conocerle y disfrutar de su amistad.
Como persona solo puedo decir que para mí ha sido un verdadero privilegio el haberle conocido y haber gozado de su amistad, pues ha sido una de las mejores personas que he visto en toda mi vida. El gran Ludwig van Beethoven dijo, “El único signo de superioridad que conozco es la bondad”, y bondad era lo que le sobraba a Manolo Cuevas. Yo pienso que hay tres virtudes que hacen a las personas que las reúnen superiores a los demás mortales, cuales son: “Grandeza de espíritu, es decir, bondad; lealtad de corazón; y humildad de alma”. Las tres virtudes las tenía el gran Manolo Cuevas por toneladas. Por eso conocer a Manolo y quererle era todo lo mismo, porque se hacía querer al ser persona tan buena, tan leal y tan humilde. Y esas virtudes las ha demostrado hasta la saciedad con el Club y con Finito de Córdoba a la lo largo de muchos años. Por eso deja un vacío, como decíamos, imposible de rellenar.
Desde aquí quiero expresar mi más sincera y profunda condolencia a sus familiares, a Juan Serrano, Finito de Córdoba, titular del Club, y en general a todos los socios del Club, al que tengo el privilegio de pertenecer como Socio de Honor.
¡Descansa en paz Manolo, amigo! ¡Has sido un hombre bueno, leal y humilde, con un corazón inmenso!
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