Estar en el escalafón sin competir con nadie debe ser algo glorioso. Si no es hoy será mañana, todo dependerá del toro al que el diestro se enfrente y las ganas que tenga el bicorne de colaborar para con la causa creativa de este hombre tan singular como inenarrable. El pasado domingo, una vez más, volvió a indultar un toro de Fuente Ymbro pero, lo del indulto es cosa menor cuando en realidad, como nos contaron, lo grande fue la obra de esculpió Finito de Córdoba en la ciudad de Lucena.
Debe ser apasionante para su persona su presente actual. Haber sido figura del toreo durante muchos años, tener su vida resuelta y seguir en activo por el placer de la creatividad, eso no es propio de casi nadie porque, si en verdad toreara por dinero seguro que no lo haría porque, en realidad, no hay dinero suficiente para pagar sus lecciones toreras, todas ellas tan puras como inolvidables. Tras lo dicho, no creo que quepa dicha mayor a la que supone ese gozo de poder torear sin tener que competir, sin tener que ganarse el contrato del día siguiente porque, Finito, ya lo logró todo en su momento. Ahora, su presente, pasa por la felicidad del día a día, de torear cuando lo cree oportuno, cuando las musas le soplan al oído aquello de “hoy va a ser” y, haciéndole caso a su corazón, aplica su razón y, al final, como viene siendo habitual en los dos últimos años, las faenas de Finito de Córdoba sigue siendo inconmensurables, en definitiva, las que sueñan todos los toreros.
Como digo, Finito de Córdoba es todo un capricho para los aficionados, una bocanada de aire fresco en el mar de la vulgaridad en la que andamos sumidos tarde tras tarde. Es algo diferente, mágico, casi irreal pero que, en las manos de este hombre, alejado de toda presión e incluso del mundanal ruido, es capaz de estremecernos. Así, como lo hace Finito, en esa posición deberían de estar todos aquellos que llevan muchos años de alternativa, toreando por placer y, sin quitarle puestos a los jóvenes, a lo largo de la temporada, como hace el diestro cordobés, torear un reducido número de festejos y, sin dañar a nadie, crear obras maestras para el deleite de los aficionados.
La actitud de Finito es como para quitarnos el sombrero. Tener un torero en activo, un artista como él es y sin molestar a nadie de los jóvenes que sueñan con la gloria torera, para dicha de todos, Finito ofrece lecciones bellísimas de torería por el precio de su intrínseca creatividad. Como digo, ¿con qué dinero se podría pagar una obra de arte como pueda ser su caso en una tarde determinada? Como dije, el dinero no vale; lo que en verdad apasiona es la obra creada y, Finito, al respecto, es un auténtico creador. O sea que, si de dinero hablamos, Finito de Córdoba, al respecto, está por encima del bien y del mal.
--En la imagen vemos a Finito de Córdoba y a José Mercé, los dos protagonistas de la corrida que se celebró el pasado domingo en Lucena. Arte puro, cada cual en su materia.
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