la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 7 de octubre de 2010

ANTONIO BIENVENIDA: 35 AÑOS DE SU MUERTE


HOY, 07 DE OCTUBRE DE 2010,
SE CUMPLEN 35 AÑOS DE SU FALLECIMIENTO.

EL 7 DE OCTUBRE DEL AÑO 1975, FALLECE EN MADRID, A CONSECUENCIA DE UNA COGIDA POR UNA BECERRA QUE SUFRIERA EN EL TRANSCURSO DE UNA TIENTA DE TRES DÍAS ANTES, EL MATADOR DE TOROS ANTONIO MEJÍAS JIMÉNEZ “ANTONIO BIENVENIDA”. LA BECERRA SE LLAMABA “CONOCIDA”, NÚMERO 7, DE AMELIA PÉREZ TABERNERO. LA BECERRA EMBISTIÓ POR DETRÁS AL DIESTRO LANZÁNDOLO AL AIRE Y CAYENDO ESTE DE CABEZA, PRODUCIÉNDOSE LESIONES IRREVERSIBLES EN LA QUINTA Y SEXTA VÉRTEBRAS. CONTABA CON 53 AÑOS DE EDAD.
TENEMOS HOY UN RECUERDO PARA ESTA FIGÚRA DEL TOREO, PERTENECIENTE A LA DINASTÍA "BIENVENIDA". 
VER EN ENLACE:WWW.NOTASDELAFIESTA.BLOGSPOT.COM

Publicado por Redacción para www.TorosNoticiasMurcia.com el 10/07/2010 07:51:00 AM
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ANTONIO BIENVENIDA
(1922-1975)
“El temple es la calma, ese saberse recrear en la suerte.”
Antonio Bienvenida.

LA VOZ PROFUNDA DEL ESTILO
Mejores entre los mejores “de todo tiempo”, como dijo Cervantes, es este torero: torero único, torero sin otro. Nos dice Belmonte que lo importa en el toreo es que la íntima emoción del toreo traspase el juego de la lidia. Y esto lo vimos nosotros muchas veces viendo torear a este admirable torero. La profundidad de su estilo es incomparable. Se torea como se es. Y así toreaba Antonio con extraordinaria autenticidad.
Antonio Bienvenida fue un torero de escuela. Y aunque empezase muy joven, casi niño, su carrera, ésta la hizo formalmente, seriamente, por sus pasos contados; que es lo que tiene que hacer un buen torero; contar sus pasos. Ahora se nos habla con frecuencia de la monotonía del toreo actual, de la inacabable repetición de pases y más pases; y es que, ahora cuentan los pases y no los pasos.

Antonio Mejías Jiménez nace en Caracas el 25 de junio de 1922. Este admirable torero, es el número siete de los diestros del apodo Bienvenida, una gran familia de toreros entre los cuales su padre Manuel Mejías Rapela y sus hermanos Manolo y Pepe descollaron en la profesión.
Con estos antecedentes taurinos, Antonio empezó a actuar como becerrista en 1936, presentándose en la plaza de Madrid al término de la guerra civil (3 de agosto de 1939) para estoquear novillos de Terrones con Joselito de la Cal y Rafael Ortega Gallito.
En 1941 empieza su marcha ascendente que tiene su principal escenario en la plaza de Sevilla, de la que sale triunfador cuatro de las cinco tarde en que actúa. Ese mismo año realiza en Madrid una fabulosa faena recordada por los buenos aficionados como “la de los tres pases cambiados”.

Entre triunfos resonados y cogidas graves, toma la alternativa en Madrid el 9 de abril de 1942 de manos de su hermano Pepe con toros de Mihura . El 26 de julio de ese mismo año, en la plaza de Barcelona, sufre una gravísima cornada al instrumentar su célebre pase cambiado.
A partir de su actuación en Madrid como espada único en la corrida del Montepío de Toreros, para entendérsela con seis reses de Galache, en la que obtuvo un triunfo colosal, surge otro Antonio Bienvenida haciéndose su toreo más profundo y menos espectacular.

Recordemos también ahora la corrida de seis toros de su despedida en Madrid, en octubre de 1966,  en que todo absolutamente todo, le salió bien. Pero su retirada no pudo ser mantenida. En 1971 reaparece en Madrid, dando un curso de buen torear.
Ya fuera de los ruedos, pero siguiendo su línea de toreo actúa en muchos tentaderos y el 4 de octubre de 1975, en la finca del Escorial de doña Amalia Pérez Tabernero es cogido por detrás por la vaquilla llamada “Conocida”, produciéndole gravísimas lesiones de vértebras de las que fallecería al atardecer del día 7 en la madrileña clínica La Paz. Al día siguiente, a las cinco de la tarde, en la Plaza de las Ventas, su féretro da su última vuelta al ruedo.

Antonio decía el toreo. El toreo se dice cuando se hace. Y no al revés. Porque el hacerlo siempre depende del toro. Este hacer el toreo va unido a su decir. Me explicaré. Se puede, aparentemente al menos, no torear bien , no hacer bien el toreo y decirlo admirablemente. El toreo que se hace bien y se dice mal no deja huella ninguna imaginativa en nuestro recuerdo.
Las figuras del toreo , como Antonio Bienvenida, lo fueron por su decir el toreo precisamente; por su poderosa personalidad figurativa en la plaza. Antonio hacía el toreo, bien o mal, pero lo decía con personalidad propia. En todas y cada una de las suertes, Antonio no solamente hacía el toreo, sino que lo decía, y lo decía con estilo propio: con singular y particularísimo estilo o forma de decirlo. Un torero no vale solamente por su escuela, sino, quizá únicamente, por su estilo. El único valor torero es el estilo. Y el estilo no es el torero, sino el toreo mismo. Y como dijo el poeta:

“Lento, muy lento, muy fiel, / perpetuizaba los pases / perpetuizándose él”.

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