Leonardo Benítez ( Foto RDV de archivo)
Ante tenue lluvia y nobilísimo encierro en la tercera de abono
BENÍTEZ Y LA CRUZ DE HIERRO ESCRIBEN SU PROPIA HISTORIA
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
La corrida de Don Orlando Echenagucia que se trajo a Mérida, tras varios años de ausencia de este redondel tuvo un elemento común: la nobleza y el nulo peligro que sacaron a relucir en los engaños. En su conjunto y para ser concretos, no tuvo un remate completo en las postrimerías de faena, lo que al final con todos estos elementos dio pie a que se le diera juego, y hasta los momentos sea el encierro que salve la feria en el conjunto ganadero.
Leonardo Benítez, un gran conocedor de esta divisa, se convirtió así mismo en protagonista de la tarde al sortear el mejor pupilo de la vacada emeritense. Bondad, largo recorrido, y una lidia pulcra de comienzo a fin fue la baza por la que “El Torero de La Vega” se desgranó en el ruedo emeritense para erigirse en el gran triunfador del festejo, lo que le coloca a tiro de llevarse a sus espuertas su cuarto Sol de Oro, siempre y cuando haya una novedad, que las hay en este lío de toros por estos predios.
Fue «Vengo y Vuelvo», nombre alegórico del gran toro que se encontró con la muleta planchada de Leonardo, literalmente una “carretilla” de embestir, en especial por el lado derecho donde el coleta caraqueño se enroscó a su cintura la nobilísima embestida de un animal que nunca tuvo una mala intención o mal gesto, con las telas y el torero. Dejar claro la buena lidia, tanto en capote y varas (puyazo a cargo de “El Llanerito”) que se le recetó, lo que ayudaría a sacar provecho a la buena condición del toro, que luego desataría una sinfonía de toreo caro, complementado por la izquierda en breve trance por naturales ligados y templados, bajo el elixir de la inspiración y raza de un torero al que evidentemente se le nota el paso de los años, por su poso, serenidad y capacidad delante de los pitones. Tal vez el único de nuestra limitada cabaña de coletas.
Fue su faena a este ejemplar la cima a una tarde de entretenida en todos sus capítulos, que venía embalada por el buen desempeño de sus hermanos de camada. Eso catapultó que el conclave presente le solicitara el indultó al toro en primeras instancias, pero ni eso se dio coba Benítez, pues conciente que el toro no era tampoco merecedor para tal premio, se fue como una exhalación tras la espada al primer momento que vio igualado al astado, siendo para muchos apresurado este hecho, pero cuando se tiene dignidad en el ruedo, hasta esos detalles hay que saberlos valorar.
El espadazo en lo alto, una pizca desprendido, de manera fulminante dejo a las mulillas y para la posteridad este gran astado, orgullo de la cruz cardena que se bate entre montañas los Echenagucia, para así, torero y ganadero las mieles del éxito, con el paseo de los máximo trofeos por parte del torero y la vuelta al ruedo en compañía del ganadero.
El resto de corrida tiene otra lectura. En el que abrió plaza, Benítez ya había dejado clara sus intenciones con el precioso ejemplar que despachó. Variedad tanto con el capote como con la flamula, y en especial pisándole terrenos al toro en las cercanías, fue lo que dejó Leonardo, sacando partido de una nobleza que duro lo justo y necesario para dejar en la retina lo bueno y destacado que traía por dentro el burel, sobre todo nuevamente por la mano diestra. El poco más de medio espadazo algo desprendido desató la pañolada efectiva, para el corte de la que fue su primera oreja de su apoteósica tarde. La que deja en evidencia el gran idilio de Benítez por este coso y hierro en específico, a pesar del ricino que traga la empresa cuando le toca contratarles, pues le exigen el minino de respeto que merece quien se juega tarde a tarde los contratos.
Antonio Ferrera ha sido de la partida de la corrida también. Bien pudo haber acompañado a Benítez en la salía a hombros, por su tesón, voluntad, compañerismo toda la tarde, y en especial entrega en cada muletazo que interpretó. Su primero le metió en vereda en labor tesonera, ante un toro que perdió el gas de su comienzo, llevándole tapado de tela. Su conexión con el tendido no quedo ajena, por lo que tras un espadazo certero, se le premio con una cariñosa oreja, la misma que se dejo con el acero en su segundo, donde más aún fue el esfuerzo y el empeño del torero extremeño, ante la parada condición del ejemplar, que literalmente se agarró al piso, tras exigírsele pasar por la zurda.
Joselito Adame hizo su debut en Venezuela, y para ser sinceros, tímido y desangelado fue su paso por Mérida. En su primero del lote se le vería los mejores momentos artísticos en intermitentes momentos por la derecha que se difuminaron tras una voltereta cuando comenzaba arrancarse el pasodoble torero. A partir de allí su trasteo perdería intensidad y planteamiento, por lo que tras varios viajes con el acero, tímidas palmas se escucharon. En el que cerró plaza, el toro de menos condición del envío de Don Orlando, se limitó a pasarlo, luego de varios baches en la muleta, donde el publico más pendiente estaba desalojar los tendidos que lo realizado por el hidrocálido, quien pasó como el mismo clima que tuvo la tarde, frío, entoldado y denso…
FOTO LEYENDA:
CÓDIGO DE FOTOS: RDV-BENÍTEZ 3.JPG
1.- Nueva tarde de apoteosis de Leonardo Benítez, con el corte de tres orejas y un rabo, ante los toros de La Cruz de Hierro.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de Toros Monumental “Román Eduardo Sandia”
XLII Feria del Sol 2011. III corrida de abono.
Domingo 6 de marzo de 2011.
Con poco más de dos tercio de plaza (aproximadamente 10 mil personas), en tarde nublada, con lluvia antes del festejo, y llovizna intermitente en el curso de la corrida, se han lidiado seis toros de LA CRUZ DE HIERRO (Orlando Echenagucia), en su conjunto dispares de presencia, con edad, escasos de pitones, el más anovillado el 4º a la postre el más de lucimiento dada su gran nobleza por ambos pitones, de nombre. «Vengo y Vuelvo», Nº 504, de 426 kilos; el resto del envío se vino a menos en el ultimo tercio, el peor de ellos, 5º y 6º.
Pesos: 460, 450, 430, 426, 436 y 430.
LEONARDO BENÍTEZ (Palo de Rosa). Una oreja y dos orejas y rabo.
ANTONIO FERRERA (Verde esmeralda). Una oreja y palmas.
JOSELITO ADAME (Grosella y oro). Palmas y silencio.
Incidencias: Presidió el festejo Jesús Contreras. *** En la vara destacó William Hidalgo “El Llanerito” y en las banderillas Fabián Ramírez. *** Joselito Adame debutó en Venezuela con el toro «Alas de Viento», Nº 503 de 430 kilos.
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