“SE QUE SE SUFRES COMO YO PRECIOSA DAMA”
Por: Manolo Espinosa “El Ciclón”
No solo quiero tomar textualmente las palabras de una sensitiva aficionada a los toros, cuya religión es eso, vivir por la fiesta y para ella, sino el cúmulo de sus sentimientos por los que a través de ellos, expresó el profundo amor por la cultura taurina, a la que se entrega a plenitud, sin importar costos ni sacrificios, porque lo único que anhela con este romance, es cumplir con su realización, la vida, pero iremos por partes.
Como primer paso, nos hemos dado el trabajo de recorrer los entornos de la reliquia taurina en Quito, la preciosa monumental, que sirvió de escenario para espectáculos de lujo, con corridas de toros todas importantes, porque por su arena desfiló lo más granado de la torería, engrandeciendo con ello a la cultura, a la fiesta brava y por sobre todo, despertó una boyante economía, que permitió a muchos abrir prósperos negocios durante estas temporadas, creando un ambiente muy singular que no tiene parangón con ningún otro espectáculo, durante nada menos que cincuenta años.
Para agregar algo más en este aspecto diremos, que aquello que constituyó una atmósfera relumbrante llena de ánimo y alegría, hoy yace como un desierto y más similar a una tumba. Los propietarios de los negocios manifiestan su total descontento con la suspensión de los espectáculos en la capital; hoteles y restaurantes se quejan y lamentan con lo acontecido, pero aspiran que se resuelva pronto esta situación que no solo les afecta a ellos, sino a los aficionados del país y del mundo, a toreros, y por sobre todo a Quito, que este año vivió una de las peores fiestas de fundación, en un acto simplemente doméstico y nada más.
De igual forma visitamos los sitios -las principales plazas coloniales de Quito- en donde el Movimiento Ecuador Pro Taurino se reúne en las mañanas para practicar el toreo, a la vista del público que deambula por los sectores, tratando de demostrar que la capital de los ecuatorianos es taurina por antonomasia y no por casualidad, Que la Carita de Dios tiene historia, costumbres y tradiciones inquebrantables mantenidas durante siglos y que por ser identidad de este pueblo mestizo, aseguran, nadie les podrá arrebatar.
En este grupo, vimos a una dama muy entusiasmada que arengaba con euforia a los chicos, y nos impresionó agradablemente su actitud, que tomamos contacto con ella: responde al nombre de Myriam de Arboleda, quien nos confesó lo imposible que resultaba aceptar la pérdida de una feria tan importante como la de Quito, y quisiera que esta pesadilla pasara pronto, y la estabilidad volviera a la ciudad.
“No soporto creer que así tan fácilmente todo haya terminado para una fiesta majestuosa luego de cincuenta años. Me resisto a aceptar que esto haya ocurrido con la mejor feria de América, la “Jesús del Gran Poder”, y aspiro que el mismo Patrono que está afectado por nuestra deslealtad, nos devuelva la calma, mientras tanto, quienes estamos apoyando a este Movimiento taurino, no cejaremos en nuestros esfuerzos ni cederemos en el empeño de reconquistar la feria quiteña, pero si digo con dolor, que nuestra “Preciosa Damita” (la monumental Quito) hoy se encuentra solitaria, sin vida y quizás llorando como yo, por su total abandono”, terminó diciendo entre lágrimas esta avezada aficionada a los toros.
A estas expresiones le agregaremos algo en verso: “Hoy he pasado como cada año guapa señora, sin poder acariciarte internamente, tu entorno, las corridas de toros, el runrún, las voces y los nervios, fueron el enjambre que te cubrieron cada tarde. El bullicio del ayer, hoy son el silencio de tu fría mortaja, y sabemos que estás llorando, como muchos de los que te amamos y que en ti buscábamos refugio.
No sabemos hasta cuando, la pena tenga existencia, no sabemos hasta donde podamos resistir sin verte, hermosa con el vestido ferial que te encajabas, y que pinceladas diligentes se movían para retratar la imagen de una reina; letras surgieron de grandes avisperos, para elogiarte con claves los días de gloria, y los olés arrancados de tu vientre, siempre abrieron profundos surcos, que no se perderán porque inscritos se encuentran en las páginas del alma”.
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