Sevilla, 23, de Octubre de 2014.
Hace un año, o así, indultó en un festival y el sábado se entretuvo en cortar un chaparrón de orejas en Palos. Desde que Ojeda levantó el pie del acelerador hasta que irrumpió un niño prodigio valenciano, en los ruedos y en los despachos mandó Espartaco. Bajo la premisa de llevar al toro por donde el toro quería, Juan Antonio lideró el escalafón para que en el toreo se hiciesen las cosas a su gusto. Una lesión jugando al fútbol fue determinante para ir perdiendo posiciones, pero donde hubo fuego rescoldo queda y cada vez que comparece deja huella indeleble de lo que significó en ese espectáculo donde se muere de verdad. Fue un torero con poca literatura, de pocos incondicionales y sin nadie que se rompiese la camisa ante un lamento en forma de muletazo, pero que ha sido, es y seguiría siendo de proponérselo un figurón del toreo, ¿quién lo duda?
Hace un año, o así, indultó en un festival y el sábado se entretuvo en cortar un chaparrón de orejas en Palos. Desde que Ojeda levantó el pie del acelerador hasta que irrumpió un niño prodigio valenciano, en los ruedos y en los despachos mandó Espartaco. Bajo la premisa de llevar al toro por donde el toro quería, Juan Antonio lideró el escalafón para que en el toreo se hiciesen las cosas a su gusto. Una lesión jugando al fútbol fue determinante para ir perdiendo posiciones, pero donde hubo fuego rescoldo queda y cada vez que comparece deja huella indeleble de lo que significó en ese espectáculo donde se muere de verdad. Fue un torero con poca literatura, de pocos incondicionales y sin nadie que se rompiese la camisa ante un lamento en forma de muletazo, pero que ha sido, es y seguiría siendo de proponérselo un figurón del toreo, ¿quién lo duda?
Estimado señor Lamarca: aún a riesgo de ser tildado de "pesado", me permito reiterarle un comentario que tuvo a bien publicarme el otro día y que vuelve a ir de perlas para esta entrada. A su juicio dejo la oportunidad de otra publicación "de recuelo". Reciba un afectuoso saludo.
ResponderEliminarDecíamos así:
"Nefasto torero, predecesor de Juli, como un San Juan Bautista de poca monta, cifra su tauromaquia en el temple a despecho de la colocación. Para él la clave está en que el toro permanezca en movimiento, la ligazón, sacrificando de manera ostensible la hondura. Tardó lo que no está en los escritos en "entrar" en Sevilla -lo mismo que le ha pasado al de San Blas- y, a día de hoy, es difícil encontrar aficionados que recuerden algo de él aparte de esa cualidad de hipnotizador antes dicha.
Al menos reconozcámosle su indesmayable ansia de ser alguien en el toreo y, a fe que en una época de bastante poca competencia, lo acabó consiguiendo."
Un saludo, Fermín.