Foto: Obispo y oro
Hoy hablamos con un torero al que todo el mundo recuerda. Un diestro que se convirtió en un fenómeno a través de un toreo personal que llenaba plazas. Con él hablamos de la dureza que marcó su vida y cómo hizo ganar mucho dinero al toreo. El Platanito nos relata una historia de obligada lectura.
El Platanito “El toreo me salvó del manicomio”.
Criado en una casa cuna.
Allí me metieron por abandono. Cuando cumplí la edad me mandaron a un hospicio al que me adapté muy bien. A los 13 años me reclamó mi madre y me fui con ella. Tras año y media me metió en un correccional porque la estorbaba. Estuve cuatro años con los Mercedarios.
Eso marca una vida.
Sí, pero había más. Al salir del correccional volví con mi madre y me quiso meter en un manicomio como había hecho con mi hermana y mi padre. El psiquiatra le dijo que no, que no estaba para meterme. Todo eso se me quedó grabado.
¿De dónde viene ese odio?
Porque vimos cosas que no le gustaban a ella mucho. Quería quitarnos del medio y por eso nos metió en esos sitios.
¿Y su padre?
Le dio una embolia y en vez de meterle en un hospital lo metió en un manicomio. Estaba de frutero yo en Mérida y acudía al manicomio. Llegaba y veía a mi padre desnudo, atado y bebiendo en un pilón. Lo torturaron. Fue maltratado, lo mataron. Me veía, me conocía y me pedía tabaco. Yo vi el horror en ese campo de concentración. Por lo menos, pude sacar a mi hermana de allí.
¿Cómo logró salvar a su hermana?
Cuando empecé a torear sonó mi nombre y gané dinero. A mi apoderado le dije que lo primero que iba a hacer era sacarla de allí. Hablé con las monjas y les dije que cuando fuera mi madre a llevarla un bocadillo la dijeran que se la había llevado su otro hijo, el torero. La saqué y la llevé a Sevilla con una tía mía. Mi hermana no tenía nada pero había el riesgo de que se contagiara viendo el horror que la rodeaba en ese campo de concentración.
¿Cómo reaccionó su madre?
Fui a verla, me echó la bronca. Le dije que dijera lo que quisiera, que todos le sobrábamos. Le dije que no iba a recibir un duro mío que ya ganaba dinero. Cuando murió ni fui al entierro, me había hecho mucho daño.
Su vida cambia con el toro.
Sí, me fui a trabajar a Agroman huyendo de mi infierno. Yo no quería ser torero, quería salir de esto pero había oído que mi padre fue novillero y lo intenté. Cuando me enteré, por parte de mis compañeros, de La Oportunidad me metí en un tren a Madrid en la perrera. Esperé a que el tren arrancara para echar a los animales, con mucho cuidado para no hacerles daño.
¿Cómo recuerda su llegada a Madrid?
Llegué asustado, vi una ciudad grande. Me encontré rodeado de maletillas que querían ser toreros, ¿dónde iba yo? Aguanté, me probaron con una vaca y formé un taco. Me dijeron los Lozano que si tenía documentación y al no tener nada me la apañaron para el sábado. Quería huir de la quema. Si se escribiera un libro sobre mi vida se llamaría “El toreo le salvó del manicomio” o algo así.
No tenía formación ni técnica.
Delante de la vaca no tenía ni idea. Me dieron 300 volteretas y me dejaron desnudo. Los Lozano me metieron en el Hotel Vitoria en la mejor habitación y me compraron ropa. Empezó La Oportunidad, formé un taco y la gente salía pensando que si estaba loco pero volvían. Los Lozano me iban dando mil pesetas y yo les decía, ¿cómo me das mil pesetas solo si te estoy colgando cada día el “no hay billetes”? Ellos me decían que me callara y que cuando se acabaran esas mil, me daban otras.
¿Usted había llegado a pasar hambre?
Sí, bastante. Estuve de maletilla en Salamanca y me tiré de espontáneo a uno de Barrero con un chorizo en la boca que me había dado uno en el tendido. Me metieron en el talego.
La Oportunidad lo convierte en un fenómeno.
Salimos, de todos los que había, tres o cuatro. Toreé 72 veces, cada sábado. No conocí ni la media plaza ni los huecos en Vistalegre. De ahí a toda España.
¿Cómo llevó esa fama repentina?
Era otro mundo. No me dio tiempo a asimilarlo pero yo solo quería huir de mi casa. Mi situación era penosa y me ha traído depresiones, lo que viví es casi imposible de soportar. Me tiré de espontáneo en Madrid y me metieron un mes en la DGS en todo mayo. De ahí a Carabanchel, conocí a Lute. También me metieron en la cárcel de Badajoz por tirarme de espontáneo.
¿Cómo era Carabanchel?
Estuve allí más de un mes. Se veía de todo pero todo era penoso, triste. Me apenaba al ver las cosas que había allí como las torturas, los maltratos. En el correccional ya me habían maltratado. Si tú caías bien al fraile te ibas a la mili y si no, al manicomio. El correccional era un campo de concentración, en Olivenza. Yo me escapaba para denunciar al Tribunal de Menores lo que pasaba -estaba a 24 km- pero me pillaban a los 10. Imagínese. Me desnudaban en enero y febrero, duchas frías y látigo que te crío. Dos meses te tenían encerrado en la oscuridad y cuando salías te tenían que agarrar para que te acostumbraras a la luz.
¿En la cárcel nadie iba a verle?
Un banderillero y no me daba ni comida. Cuando funcioné me dijo el apoderado que tenía que meter a un banderillero que andaba bien, Pineda. Al recordar que era él dije que no y no le quise ni ver.
Delante del toro, ¿nada importaba para salir?
Estaba dispuesto a todo. No me quitaba nadie las 30 volteretas. Me quedaba quieto, no tenía ni idea de capotes y hasta los Dominguines lo decían, “éste no sabe pero se queda quieto”.
Hablemos de su apoderado, Justo Ojeda.
Lo conocí en Vitoria en el Simeón, me lo presentó Juan Calleja. Me fui de los Lozanos porque no me daban dinero y me fui con él. Me metió en el coche y dijo que me apoderaba. Las comisiones eran muy altas.
¿Usted esperó más dinero?
Sí, me liquidaba con poco dinero. Cobré un millón me dijo el empresario de Zaragoza y me liquidó con 40000 pesetas. A lo mejor en Valencia cobraba 300000 pesetas y me daban 30000 . Podía ahorrar pero tenía que comer. Me hacía las cuentas en inglés Justo Ojeda, ¿para qué si yo no lo entendía? Los tres años que estuvimos juntos no fueron como esperaba en el tema económico.
¿No tuvo usted parte de culpa en eso?
Sabía que me gustaban las mujeres y en cada sitio me tenía dos para que me olvidara de todo el asunto. Me gustaba la juerga, el cachondeo. Podía haber ahorrado porque 30000 pesetas era dinero. Yo toreaba 80 0 100.
En su toreo, llamó mucho la atención el dar de comer plátano al toro.
Mi padre era un hombre muy buena persona, tuvo la mala suerte de que le metieron en el manicomio. Me daban un plátano desde el tendido y me lo comía a medias. No podía hacer el toreo de Viti y Camino, tenía que salir de los demás. Eso me decían los Lozano y Dominguines. Por eso llenaba y colgaba el “no hay billetes”.
Justo me echó una novia de baja estatura y me ponía “sus gastos”. Tuvo un niño y me pudo costar la ruina porque no era mío, se parecía mucho a otro torero. Yo me la llevaba por ahí en Valencia y Bilbao y Justo me cobraba sus gastos.
¿Cómo le trataban sus compañeros?
Toreé mucho con Palomo. Estábamos muy picados y él hacía su toreo. Julio Robles se metía conmigo porque decía “¿Cómo un torero tan malo cobra más que yo?”. Toreé con figuras como Capea que jamás se metió conmigo.
La alternativa
Otro tacazo que pego. Me dieron 1100000 pesetas y Justo Ojeda me dio 40000 pesetas porque me dijo que había muchos gastos de invitados al Vitoria y que eso lo pagaba yo.
Llega el retiro.
En 1975. Estuve entre 1964 y 1975 porque toreaba muy poco y no me quedaba dinero. Estaba deprimido, veía que no me salían corridas.
¿Le afectó el cambio político en España y de mentalidad española?
No, no me contrataban salvo para festivales benéficos. No te llevabas ni un duro.Me metí en un espectáculo cómico y funcioné un tiempo.
¿Qué le quedó tras dejar al toro?
No me quedó nada. Eso fue un trauma, una depresión. Creía que no levantaba cabeza. Siempre quedó alguien como Capea y Juanito. Era un seguidor mío, se enteró que las cosas me iban mal y me dijo vente al Montreal donde se concentraba. Estuve a punto de suicidarme.
¿Trató de recurrir al toro?
Sí, a Ortega Cano y me defraudó totalmente. Solo me ayudó Capea, los demás nada no quisieron saber nada de mí. Justo Ojeda solo quería comprarme lotería. Marca y Choperita le decían que era rico por El Plátano y les decía a todos que me compraran lotería.
El suicidio.
Dos o tres veces estuve a punto. No podía aguantar tanta tortura.
El gran Juanito sí acudió a su rescate como decía usted.
Me dio dinero y me dijo que vendiera loterías y cada viernes fuera a la Ciudad Deportiva y toda la lotería se quedaría en el vestuario. Llegó Juan y dijo que me dejaran pasar a la Ciudad Deportiva y vendieron todo. Me citó todos los viernes. Parece mentira que ellos se volcaran y que el toreo me diera de lado, fue penoso.
¿Dónde vive ahora?
De alquiler 600 euros, en Plaza Castilla de la lotería. No doy un puto premio pero me compran. Vivo con mi mujer y mi hija.
¿Qué siente cuando vende por Las Ventas?
Siento que me recuerdan los tiempos buenos. Tenía que haber tenido un apoderado honrado que me hubiera permitido ahorrar para el día de mañana.
¿Le da vueltas?
Sí, me ha producido manías. Todo viene de la infancia. Yo no quiero nada de los psiquiatras, solo te dan pastillas. Prefiero tirar como puedo. Tengo muchas pesadillas.
¿Y el festival de Vistalegre no reparó nada?
Se recaudaron 60 millones de pesetas y me dieron 40000 euros, fíjate lo que me dieron. Pagué la deuda. No tenía que haber aceptado. DominguÍn me prometió un festival pero se puso enfermo y adiós muy buenas.
¿Cómo le tratan los toreros?
Algunos me saludan. Dámaso González, con el que toreé, y se portaba muy bien conmigo. Me decía que me fuera una semana a la finca, que me invitaba, que era mi casa. Capea igual. Los toreros me ven, me compran loterías.
¿Guarda rencor al toro?
El toro me dio lo que me dio pero la gente alrededor me lo quitó. El toro es honrado, sale y allá cada cual. Si tienes gente alrededor mala es peor que el toro. No tuve a nadie que me abriera los ojos. No me dejaban ir solo a los sitios.
No me resisto, ¿qué fue de su hermana?
Se casó, se marchó a Canarias con un legionario. Allí se quedó, nos vemos mucho. Éramos nueve hermanos, y dos murieron. Nos queremos mucho. Ella estuvo en el hospicio como yo, fuimos los dos que lo sufrimos.
Le queda el consuelo de haberla salvado.
Lo único bueno que he podido hacer, a mi padre le habían matado. Tenía menos de 50 años. Veía de niño las corrientes que le daban a la gente, les salía espuma por la boca. Esas imágenes no se me borrarán en la vida.
¿Tuvo que robar?
Sí, tenía a los niños chiquititos y llegaban los Reyes. No tenía dinero y robé en El Corte Inglés los juguetes para mis niños. Me pillaron y no me denunciaron.
Muy duro.
Sí, pero no tenía nada para mis hijos. Me lo escondí pero me pillaron. Eso sí, nunca he robado para drogas ni nada de eso.
Un hombre bueno del que abusó mucha gente.
Sí, cuando tenía dinero lo daba al que lo pasaba mal. He procurado siempre ayudar.
Acabe usted, torero.
Que la gente se anime, tire para adelante y como sea siempre hay una luz. Me busqué la vida por la lotería. Hay que tirar para adelante. Todo tiene arreglo.
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