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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 18 de diciembre de 2017

No tan pequeñas diferencias / por Paco Delgado


Acaba el año y entre las notas positivas -que las ha habido, y no pocas…- hay que dejar constancia del sensible aumento de los festejos populares: sólo en verano, y en las tres provincias valencianas, hubo un total de 6.633 funciones de este tipo, 434 más de los que se llevaron a cabo en el mismo período de tiempo en la temporada 2016, lo que representa un incremento del 7% . Cifras que indican bien a las claras que los espectáculos taurinos interesan y no poco.

No tan pequeñas diferencias

Acaba el año y entre las notas positivas -que las ha habido, y no pocas…- hay que dejar constancia del sensible aumento de los festejos populares: sólo en verano, y en las tres provincias valencianas, hubo un total de 6.633 funciones de este tipo, 434 más de los que se llevaron a cabo en el mismo período de tiempo en la temporada 2016, lo que representa un incremento del 7% . Cifras que indican bien a las claras que los espectáculos taurinos interesan y no poco.

Pero dentro de este dato tan esperanzador es de justicia señalar y resaltar como merece el ímprobo trabajo que está llevando a cabo la Unión Taurina de la Comunidad Valenciana, en la que está integrada la Federación de Peñas de Bous al Carrer. Vicente Nogueroles y su gente no han parado de trabajar desde el día 1 de enero hasta hoy. Han convocado reuniónes con las distintas partes del sector; han ido a televisiones, radios y periódicos a contar lo que hay; han hablado con peñas, Ayuntamientos y festeros; se han reunido con las distintas Consellerías, Direcciones Generales, Subdirecciones, ecretariados, Subsecretariados y etcéteras -que a lo que se ve no son pocos…- que pintan en el asunto y han logrado no sólo evitar que en muchos sitios se prohíba la celebración de estos festejos que son tan antiguos como el hombre y que por cuestión politiquera ahora se ponen en solfa: también el conseguir que sean tenidos en cuenta, que se les atienda como merecen y que estas fiestas populares se respeten un poco más por una clase política que desde hace un par de años han entrado a saco a por todo lo que a ella no le rente… Han logrado, en suma, dar nuevos bríos a una tradición que, pese a quien pese, siempre ha estado viva. Y a lo mejor por eso, ya hay quien quiere sacar tajada de todo esto y se ha intentado crear una Federación paralela, buscando sólo el beneficio propio…

Mientras, con los festejos de plaza ¿qué ocurre? pues lo de siempre. Nadie mueve un dedo. Y menos si no es con un razonable porcentaje de posibilidades de lucro. Al contrario que sucede con los festejos populares, en los que todas las partes están unidas y englobadas en un ente gestor y director, en el toreo esa unión es sencillamente imposible e impensable que se llegue a una cuerdo para la creación de una entidad que aglutine a las partes implicadas, matadores, subalternos, ganaderos, empresarios… y así, la verdad, conseguir algo es mucho más difícil y engorroso. Y más todavía si entre los distintos componentes de esa cadena se van poniendo trabas y dificultades entre sí. Eso de que la unión hace la fuerza parece que no casa con este mundo, en el que todo Dios va a la suya, todo lo demás le es ajeno y quien más quien menos imita al personaje que glosara Góngora: ande yo caliente y ríase la gente.

Y esta postura egoísta sigue pasando factura, cuando nadie no sólo no se pone de acuerdo sino que se torpedea cualquier tipo de proyecto para buscar soluciones, por ejemplo, a las novilladas, para las que habría que buscar un modelo que aligerase sus elevados costes de montaje, o para las Escuelas Taurinas, vivero de futuros profesionales y a las que cuesta salir adelante lo que no está escrito.

Claro que para conseguir la más pequeña mejora puede que haya que sacrificar algo de lo que ya se tiene, nada sale gratis y el más mínimo triunfo requiere un gran esfuerzo. Y ahí está el problema. Nadie está por la labor, y así el avance es prácticamente nulo, inexistente, dejando toda expectativa de futuro a que surja un nuevo fenómeno a cuyo reclamo la gente acuda sola a las plazas, sin necesidad de remozar las estructuras de un negocio ya veterano y que necesita con urgencia un buen repaso. Y, desde luego, sin que cueste un céntimo.


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