Ponce. Foto: Camilo Díaz
La brava nobleza del primero de Las Ventas que tapó su falta de fuerza y le ganó la vuelta al ruedo, no pudo salvar el naufragio del hierro. Toro con mucha plaza, “Panelista” Nº 203 negro, cinqueño de 512 kilos. Precedió a los devueltos 3º y 4º por "inútiles", a criterio del palco; fueron reemplazados por dos mansos santacolomeños de Herederos de Ernesto González no más propicios. El encierro, bien presentado y de digna romana fue lastrado por la falta de raza y fuerza. El disgusto del público, inicialmente minoritario, fue ganando mayorías, insidia y decibeles hasta culminar en una bronca infamante cuando arrastraron el sexto. --De los buenos comienzos líbranos señor --dijo César caviloso cuando ovacionaban al gran primero. Desgraciadamente su presagio se cumplió.
Ciencia y arte poncistas
Ponce zanjó el mano a mano con una cátedra en tres actos y salió en loor de multitudes por la Puerta Señor de los Cristales. Roca Rey sucumbió ante la mansedumbre de su lote. Crucifixión ganadera.
El maestro Enrique Ponce, en el cenit de su madurez, abrió con el gran toro. Complemento perfecto. El hambre con las ganas de comer. El son encuentra el temple, la fijeza, lentitud, la blandura, suavidad. Cargó a la veronica hasta los medios y cuando la donosa larga del quite midió la justa fuerza. Comprensión total. Distancia, tiempo, altura, secuencia, cantidad, pausa… precisas, en una exhibición de técnica que sustentaba la delicada estética. Las tandas por uno y otro pitón rimaban como soleares. El tendido rugía y la banda azuzada por el su señoría cambió el pasodoble “Valencia” por el “Monumental de Cali” reservado para faenas excepcionales.
Cañaveralejo casi llena vivía el momento cumbre de la feria. Una bella demostración del teorema del toreo; la solución de los problemas y la potenciación de las virtudes como estructura de la obra de arte. La estocada bien oficiada, bien colocada, pero tarda, mereció las dos orejas y para los despojos del nobilísimo la vuelta escandalosa. Después de vivir esto, lo demás fue lo de menos.
El tercero bis, cárdeno, caribello, fue adornado en gran tercio por “Jeringa” y El Piña” que se desmonteraron. Se iba, huía, y Enrique, cual novillero en busca de oportunidad, le persiguió y le capturó, hipnotizándolo, ligándolo en redondo y luego en circulares de una, de dos, de tres vueltas, enroscándolo como enredadera. Parecía mentira. Ponce matador de toros, no, inventor de toros. La plaza se mecía de admiración y gozo. Era otra versión menos sublime pero también prodigiosa. Había que matar para otra apoteosis, mas pincho, pinchó, puso una espada honda y descabelló. La vuelta con prendas reconoció la lección.
De quinto, salió un bonito castaño que prometió y no cumplió, tardeó y se paro. También para esto el de Chiva tenía respuestas. Exprimió muletazos jaleados y musicalizados. Merito mucho, y unas florituras como para mostrar que aún en las peores condiciones el toreo es arte. La gente en modo poncista ultra, quería premio. Pero el maestro se puso pinchauvas, cuatro veces, fierro hondo y aviso, para una ovación fervorosa que obligó el saludo.
Andrés Roca Rey, se llevó los peores y el encono creciente contra el ganadero infectó el ambiente de sus faenas. Lo intentó cuando hubo alguna luz de acometidas y abrevió cuando no se podía y además era imposible. La gente lo entendió y lo eximió. Palmas en el segundo y silencios respetuosos tras sus otras dos lidias. El 31 volverá.
Ponce iluminó la tarde. El dulce “Panelita” la honrrilla de la divisa. El resto para el olvido.
FICHA DEL FESTEJO
Cali. Diciembre 29 de 2017. Plaza de Cañaveralejo. 4ª de feria. Nubes. Casi lleno. Seis toros de Las Ventas, bien presentados, desrazados y desforzados, devueltos 3º y 4º, salieron dos reservas de Herederos de Ernesto González Caicedo, mansos. Vuelta al noble 1º “Panelita” Nº 203, negro, de 512 kilos. Pitados los otros.
Enrique Ponce, 2 orejas, vuelta y saludo.
Andrés Roca Rey, palmas, palmas y silencio.
Incidencias: Saludaron "Jeringa" y "El Piña" tras parear al 3º bis. Al final Enrique Ponce a hombros por la Puerta Señor de los Cristales.
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