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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 23 de agosto de 2014

Bilbao: 6ª de las Corridas Generales. Otra cumbre de Perera y gloriosa revelación del novillero José Garrido / Por J. A del Moral


Ovación para Perera nada más salir del burladero para recibir al segundo en recuerdo de su memorable actuación de antier.


6ª de las Corridas Generales en Bilbao
Otra cumbre de Perera con un toro imposible y gloriosa revelación del novillero José Garrido como posible gran figura del toreo
  • Como tantas veces, Fandiño dejó escapar una gran ocasión.

Doble jornada con un notición matinal y otra vez cumbre de Perera aunque esta vez con un toro imposible y el añadido segundo atraco de la presidencia negándole una oreja pedida por mayoría reglamentaria. Fadiño, bien en su reaparición desde su cogida de Bayona aunque por bajo del mejor toro de Jandilla. Y teatralizado drama de Padilla que encantó a unos y disgustó a otros. 

 Pero lo mejor de la jornada fue la asombrosa revelación como próxima y más que posible gran figura del toreo de José Garrido, en su actuación solitaria frente a una bien presentada y en general muy buena novillada de El Parralejo. Garrido, que está dotado en muy alto grado de todas las virtudes que pueda tener un torero, cortó siete orejas y salió a hombros.



Bilbao. Plaza de Vista Alegre
Viernes 22 de agosto de 2014. Sexta de feria. Tarde nublada y amenazante con dos tercios de entrada.

Seis toros de Jandilla. Bien presentados y de juego desigual con predominio de los complicados. Manejable y pronto rajado e primero. Con muy poco gas y muy a menos en noble segundo. Bravucón, violento y muy difícil el tercero. Incierto, violento y a medias manejable el cuarto. Imposible el barrabás quinto. Excelente aunque blando el sexto. 

Juan José Padilla (verde inglés y oro): Estocada trasera, silencio. Estoconazo trasero de muy tardíos efectos, dos aviso al borde del tercero y fuerte división de opiniones al saludar.
Miguel Ángel Perera (borgoña y oro): Estoconazo trasero de rápidos efectos, palmas con saludos. Estocada caída, petición mayoritaria que niega el palco antirreglamentariamente, vuelta de clamor y gran bronca al presidente.
Fandiño (nazareno y oro): tres pinchazos y estocada a toro arrancado y descabello, silencio. Dos pinchazos y estocada, aviso y gran ovación.

Por ahora y curiosamente, las mejores faenas de esta feria, salvo la de Morante con el de Cuvillo y la excesivamente premiada de El Juli con el de Garcigrande, terminaron sin el debido premio por mal rematadas con la espada y por este orden de excelencia: La de Perera al tercer toro de Garcigrande, la de Ponce al de Juan Pedro Domecq, y la Manzanares al sexto de Cuvillo. La que concitó mayor unanimidad de los opinadores y creo también que del público fue la del extremeño. Pero faltan más corridas y habrá que volver a enumerar y a ordenar las que nos quedan por ver.

La de ayer fue tarde de pasiones encontradas de dispar elección para los aficionados de Bilbao porque, si para empezar la corrida, será Juan José Padilla el objeto de los amores populistas – Vista Alegre, pese a su solemne seriedad habitual, pierde tal carácter cuando actúa el estrafalario jerezano -, para mediarla puso su total atención en lo que hizo Miguel Ángel Perera a las venticuatro horas de haber reventado la feria, aunque el siempre estúpido protagonismo del presidente Matías intentó que la tarde fuera para su protegido predilecto, don Julián López El Juli. Su dictatorial y cuasi hitleriana arma de dar y de quitar orejas a su entero capricho, casa muy bien con los impulsos asimismo dictatoriales con los que, también El Juli, pensó en armar su particular estado y posición bajo su absoluto mando. Pero la realidad puso a cada uno de ellos en el sitio que les corresponde aunque ayer don Matías volvió a robar otro trofeo al extremeño. El tercer amor será para Iván Fandiño que ayer reapareció tras el tremendo percance que sufrió en Bayona y del que, por cierto, fuimos testigos. Supero la prueba con aprobado alto aunque tuvo en su manos un toro – él único para triunfar de la corrida de Jandilla – para llevarse fácilmente dos orejas. No cortó una por fallar a espadas.

Me dicen muchos amigos – y enemigos – que cómo me arreglo para estar en tantos sitio en tan poco tiempo. Pues hartándome de viajar en y por todos los medios a mi alcance.

La batalla fue campal en la corrida. Y el asombroso debut novilleril de José Garrido, un punto y aparte tas los treinta años que lleva Enrique Ponce en el toreo. No se lo pierdan en cuanto puedan verle. Asistimos bajo la lluvia a una novillada organizada ex profeso para que el joven aspirante consiguiera usurpar el protagonismo a sus mayores en edad, saber y gobierno. Pues bien, frente a seis serios novillos de El Parralejo, anuncio que dará guerra y de qué modo. Vayamos ahora a los detalles de la corrida vespertina.


Juan José Padilla salió a sabiendas de que tendría al público bilbaíno de su parte. Permitió que su primer toro, colorao y con bellas hechuras, le pegaran en el primer puyazo más de la cuenta. Salió suelto de las chicuelinas en doble su quite. El segundo muy exagerado en sus formas. José María Tejero se hizo cargo de la brega para colocar al burel para el segundo puyazo y lo dejó lejos del caballo. Tuvo que cerrarlo. El toro fue raudo entonces y le levantaron el palo mientras recargaba. Menos mal. Perera quitó por tafalleras y revolera. Y Padilla banderilleó en solitario. Remiso en arrancarse el animal, el primer par lo clavó pasado, trasero y contrario. En el segundo las tiró. Y el tercero al violín de dentro afuera. Brindó la faena con gentos ampulosos. Muy noble aunque ya rajado, el toro se fue de las suertes. Padilla le aprovechó lo mejor que pudo con la mano derecha saliendo de las tandas con miradas al público en busca de palmas, resultando mejores los remates con los de pecho que los pases formales que recetó por las afueras. Apenas pudo seguir porque el animal se fue enseguida a las tablas y luego a toriles. En cualquier caso, pudimos apreciar que Padila ya no está para casi nada salvo para entrar a matar. Lo hizo contundentemente.

Larga cambiada de rodillas en el recibo de Padilla al negro cuarto. Luego, el animal no fue propicio en absoluto. Apretó en el primer puyazo. Menos en el segundo, saliendo suelto. Buen par de Padilla de poder a poder. Al salto el segundo. Y desde el estribo a fuera el tercero. Fue ovacionado mientras salía el sol. La faena la empezó de rodillas y el toro se fue a la arena nada más dar un segundo pase por alto. Gazapeó molesto al intentar pasarlo padilla con la derecha. Y pareció mejor por el izquierdo en tres naturales rápidos con desarme en el cuarto. Corto y feble otra vez a la par que rudo por el derecho. Tres medio qué con desplante y petición de música sin razones para que tocara. Tres naturales rápidos y el de pecho sin mandar en el animal. Y, en un descuido, cogida y serio revolcón tremendo. Cuidado, Padilla. Ya no está usted para estas coles… Más con la izquierda con amago de otra cogida. Gestos desafiantes del jerezano y la gente encantada. Tres molinetes encadenados y música. ¡Manolete¡ Muchos protestaron que tocara. Y otra cogida más de Padilla que le dejó grogui. Zafado de los asistentes, continuó en plan heroico. Tres molinetes más y el delirio. Tremendismo puro y duro. Tras tomar la espada de verdad, entró a matar agarrando un estoconazo trasero que fue suficiente aunque muy tardío. Dos avisos protestados. Larga agonía protestada por unos y aplaudida por otros. El toro dobló al borde de los tres recados. Insuficiente aunque ruidosa petición de oreja que, esta vez bien don Matías, no fue concedida. Fuerte división de opiniones con predominio de las palmas. Padilla recogió las palmas a la vez que también sonaron pitos. Una locura.


Ovación para Perera nada más salir del burladero para recibir al segundo en recuerdo de su memorable actuación de antier. No humilló ni repitió el animal. Escaso de fuerza, apenas le picaron. Revolera por detrás para colocarlo para el segundo encuentro sin agredirle lo más mínimo. Fandiño quitó por firmes gaoneras. El toro esperó en banderillas. Y Perera brindó la faena. La tantas veces que inicia con cambios en los medios para, acto seguido, aplicar su imán. Ese imán que le sale de sus manos y que no deja que ningún toro se le escape aunque no tenga chispa como este segundo, intercalando pausas para que el animal no se agote. Al natural tuvo que pegarse mucho al toro para que los imanes funcionaran por el muy renuente lado izquierdo. Aguantó un frenazo en seco del toro sin mover ni una pestaña y tras dos casi imposibles, remató con el de pecho. Muy poco gas tuvo el toro para un torero que los necesita más briosos. Llegó muy distraído para entrarlo a matar. La estocada, trasera, tuvo rápidos efectos.

Mucha cara el negro quinto. Regateo y las manos por delante en el recibo de Perera. Desarme. También este toro cumplió en varas. Y también resultó pésimo para el toreo. Nuevo desarme de Perera. Ni quites ni gaitas. Ni glorias ni dioses. Bien Juan Sierra y Barbero en palos pese a todo. Protestas del toro en el arranque de la faena de Perera por bajo con la derecha. Abierto hacia los medios, valentísimo Miguel Ángel en sus intentos de torear en redondo. Muchos cabezazos del animal aguantados por el extremeño sin dejarse enganchar la muleta. El único remedio posible. Lo consigue sin que el animal cambie a mejor. Y lo mismo con la izquierda. Importante Perera. Muy importante. Seriedad en la plaza. Y jubilo al logar que el toro le pase en forma al natural. Emoción, silenciosa expectación y contenida admiración con la derecha hasta romper la ovación ante tanta y tanta gallardía y feliz sometimiento del barrabás. Eso es resolver lo irresoluble jugándose la vida. Enorme Perera, sensacional. Otra vez el coloso con un toro para salir corriendo. Lástima que la espada le cayera caída. No importó a la mayoría en una entusiasta y rendida petición que, otra vez más y van, el palco no concedió contraviniendo el reglamento. Una hijoputada más, señor Matías. Vuelta de clamor. Vuelta para la historia.


Iván Fandiño reapareció tras largos días de reposición por su tremenda cogida en Bayona. Se había especulado si vendría a Bilbao. Fue muy responsable acudiendo. El tercero, salió parado. Un zambombo que debió pesar bastante más de los 528 kilos que aparecieron en la tablilla. A poco de moverse, olisqueó en tablas y cuando Fandiño intentó darle un lance, el animal apretó mucho para dentro y desarmó al torero con un serio arreón. Siguió distraído y escarbador. En el primer encuentro con el caballo, romaneó con poder y casi derribó. Muy bueno el puyazo de Rafael Aguado. No fue para nada posible lucirse en el quite. El segundo puyazo lo tomó con la impetuosidad de antes – de nuevo muy bien Aguado – y el toro se fue solo a al caballo por tercera vez. Ovación grande al picador por el gran tercio que protagonizó. Bien Miguel Martín y Jesús Arruga en palos. Llegado el momento de la faena, el contradictorio comportamiento del burel, añadió misterio al posible o imposible comportamiento en la muleta. Midió mucho y embistió incierto y violentamente en viajes cortos. Fandiño le presentó batalla con firme determinación y aguante, logrando muletazos muy meritorios con la derecha en dos rondas que ligó a los de pecho a costa de sufrir un imprevisto arreón. Por el lado izquierdo fue aún más difícil hasta el punto de desbordar al matador. Mejor volver a derechas y sacar tres pases más cómodamente aunque para nada fáciles. Hizo bien en montar la espada para entrar a matar. Pinchó tres veces antes de enterrar la espada a toro arrancado en los bajos y descabello.

Berrendo en cárdeno salpicado de bella estampa el sexto. Noble en el capote pero muy blando de remos. Lances decentes de Fandiño. Fue cuidado en varas. Ni un rasguño. Desigualmente pareado, Fandiño brindó al público. Cambio en el tercio con la derecha, de pecho y pérdida de manos. Tres con la izquierda lo más suavemente posible. Estupendo el toro por el lado derecho y bien Fandiño por redondos salvo la rapidez con que dio algunos. Pausa y larga distancia para la ronda siguiente. Violencia en los pases por las afueras. Pero con este no se mete nadie. Y lo mismo en los naturales que siguieron. Otra pérdida de manos y de pecho. Mejora notable en los siguientes. Otra pausa y, tras un derechazo en látigo, más naturales y trinchera, cambio y de pecho. Pide que cese la música y las inevitables manoletinas seguidas de uno de pecho e inmediata estocada que pincha. Vaya por Dios. Otro pinchazo. Y estocada. Como tantas veces, Fandiño dejó escapar una gran ocasión.

Iván Fandiño


Miguel Ángel Perera

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