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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 5 de diciembre de 2025

De Salamanca al cielo / por Paco Cañamero


'..Ahora cuando el querido Silvestre ya es historia y las puertas del cielo se han abierto para él, siento de nuevo el abrazo del otro día en Barcelona, con toda la humanidad que atesoró, porque ha sido una de las mejores personas que encontré en los caminos de la vida..'

De Salamanca al cielo

Paco Cañamero
Glorieta Digital
La noticia, aunque ya esperaba en las últimas horas, ha sido un mazazo desde el momento de descolgar el teléfono y escuchar la voz emocionada de Goyo: Silvestre acaba de morir… Ya no hubo más palabras y la mirada quedó perdida en algún punto del horizonte mientras unas lágrimas empañaban mi cara. No me quería creer que Silvestre Sánchez Sierra, mi querido amigo Silvestre, nos acababa de dejar. El hombre que vivía enamorado de su trabajo, el del corazón más generoso y la eterna sonrisa, el que siempre presumía de su familia, el de recibir a sus amigos y tener siempre el recuerdo a su querida Salamanca, de la que fue el mejor embajador, acababa de decir adiós.

Aquel niño pastor que cuidaba ovejas en los campos de Aldearrodrigo y soñaba con un futuro más próspero ya canta villancicos en la eternidad. Lo hace junto a sus hermanos que lo precedieron en ese camino, familiares, amigos del pueblo, compañeros de la policía o del trabajo, quienes han salido a su encuentro para darle el más grande los abrazos y alzarlo en hombros por ese reino de los cielos que acaba de dar la bienvenida a quien siempre sintió orgullo de su origen de niño pastor.

Se me agolpan los recuerdos con Silvestre, quien fue tan querido y cercano, tantas veces a mi lado. La última hace apenas 13 cuando viajé a Barcelona para asistir a un acto taurino y nada más que se enteró todo fueran atenciones, recriminando que no lo avisase con antelación: Te hubieras venido a dormir a mi casa y no andar buscando hotel. Esa noche, nada más verme, junto a su fiel Goyo, me llevó a su mesa para hablar largo y tendido de gente de Salamanca, de la situación de esta tierra, del mundo en general… No perdió la sonrisa, ni esa mirada sincera, mientras atendía a muchos clientes y amigos que se le acercaban a la mesa para saludarlo o felicitar la cercana Navidad; en esos mismos instantes lo observaba y, con preocupación, sí noté que en el espacio de tiempo transcurrido desde septiembre había perdido mucho y ahora ya no era aquel Silvestre, incansable, que subía las escaleras e iba por todos los comedores pendiente que nada faltase en las mesas. Sin saberlo aquella estrellada noche que la Ciudad Condal estrenaba la iluminación navideña era mi despedida de alguien que quise tanto, de quien aprendí y recibí tan buenos consejos. Del querido Silvestre, a quien al darle el abrazo de despedida no podía imaginar que era el adiós definitivo, ya pocas horas después comenzó a enfermar y en la misma mañana del domingo fue ingresado en el centro hospitalario que vio apagar la llama de su vida.

Hace escasos días, el pasado 22 de noviembre, horas antes de ingresar en un hospital

Hoy y a lo largo de los próximos días en todos los medios de comunicación se recordará la figura de este incansable trabajador. De Silvestre Sánchez Sierra, quien tenía tantos títulos, honores y distinciones colgados en las paredes de su vida, pero con uno sobre todo los demás, el de buena persona y generoso, que ese lo da la sociedad y no necesita diplomas. Ese Silvestre incombustible que siempre tenía nuevas ideas para llevar a cabo, metas para alcanzar y casi hasta su último suspiro permaneció al pie del cañón motivando a su gente y alegrando a los clientes, con el positivismo siempre presente, recibiendo a todos con una cálida sonrisa y un abrazo de hermano, que es la tarjeta de su presentación. En esos recuerdos póstumos hablarán del niño pastor que, ya de mozalbete, se fue voluntario a hacer la mili a Matacán y allí preparó la oposición a la entonces Policía Armada; de lo feliz que fue en ese cargo, hasta que, en 1964, al ascender a cabo, fue trasladado a Barcelona, donde descubrió un mundo fascinante y una ciudad lleno de libertades, vanguardias, con los mejores espectáculos. De manera definitiva allí cambio la vida para siempre cuando a los pocos años alquiló, junto a un socio, un pequeño bar del barrio de La Barceloneta, cercano a las playas -mucho antes de que la Olimpiada de 1992 transformase esa zona- que acabaría siendo el germen de un impresionante emporio empresarial con el nombre de SALAMANCA, que era el estandarte de quien siempre fue un enamorado de su tierra.

Hoy, Silvestre Sánchez Sierra, ya forma parte del olimpo de los grandes hombres de Salamanca, de los que han fomentado el crecimiento de esta tierra, porque desde su Barcelona siempre estuvo pendiente de todo y aquí, además, también ayudó a crear riqueza en diferentes actividades. Siempre sentiremos orgullo ante un gran señor que dio tanto para ayudar al prójimo, porque si no hubiera sido tan generoso tendría llena de Salamancas toda la cuenca mediterránea o de Galicia, una tierra siempre tan especial para él. Pero eso era feliz colaborando o patrocinando deportes, cultura, tauromaquia… a quien se lo pidió, aunque también aquí sufrió alguna dolorosa cornada.

Ahora cuando el querido Silvestre ya es historia y las puertas del cielo se han abierto para él, siento de nuevo el abrazo del otro día en Barcelona, con toda la humanidad que atesoró, porque ha sido una de las mejores personas que encontré en los caminos de la vida.

El pasado 22 de noviembre, siempre con su vitalidad

Homenaje a Julio Robles en julio de 2022,
en la Monumental de Barcelona

Junto a Santiago Martín ‘El Viti’ y Antonio Moro, en la feria salmantina de 2017.

En la capilla de la plaza de toros Monumental de Barcelona

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