Así fue la feria....Arrabal acartelado por Dragó
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Estrambote de orejas, puerta grande
y un 85% de ocupación ¡fuera de abono!
PEDRO JAVIER CÁCERES
Crítico taurino y periodista.
Suena, no muy bien. Pero es como un apósito, un añadido a algo convencional.
El complemento de un soneto (14 versos).
Si bien el estrambote de San Isidro es impostado, de unos años a esta parte. Más bien un verso suelto de un soneto de 24 tardes compuesto por tarugo más que por poeta, incluso trovero.
Pero ha sido este estrambote que ahora llaman “Arte y Cultura” el que aporta musculatura (de peso mosca, no obstante) a la estadística de los que consideramos San Isidro un todo, grande y libre y no varios pedazos con todos cabreados; como lo de las autonomía y España, para hacernos una idea.
Es curioso que todo el estrambote pivotara sobre la corrida de Beneficencia que al final fue una breve breva de bribones (burladero.com).
Con una “sarandonga” (el rebujito de Carlos Herrera) de Cuvillo y Victoriano del Río, final, en el que los reconocimientos previos eran un pulso entre veterinarios y apoderados como gobierno y oposición para designar presidente de RTVE.
Bueno y bravo fue el toro chico (3) de Victoriano del Río, mientras que el “zambombo” (4) fue lo que tenía que ser ya que la excepcionalidad de la regla cubrió cupo con el toro de la despedida de Esplá. También que Morante no terminó de ver normal una cosa tan grande y tras hacerse el ánimo tiró por la calle de en medio.
Si estuvo al nivel del buen “pequeño” Talavante que le cortó una oreja de las dos que tenía, pero en tarde en precario de bravura bovina y ambición torera, sabía a gloria, pese a que a Talavante le hayamos visto mejores actuaciones, o más rotundas con ejemplares similares.
Tanto o más de lo mismo con el 6 de Cuvillo, el más noblote de los 4 mansitos que pasaron la criba de los reconocimientos (hasta una docena — más o menos- se desembarcaron del hierro). Talavante estuvo dispuesto y listo para remontar un buena faenita con los adornos y “morisquetas” finales, pegar una estocada eficaz y sumar una nueva oreja y abrir la Puerta Grande de forma matemática, más que rotunda.
Hubieron tres toros simplones, desiguales de hechuras y tipos, del hierro titular, más claro el primero al que Morante le puso, todavía más simpleza.
El lote de Manzanares, no era, posiblemente, de triunfo; pero sí para que una figura de su rango y porte no proyectara tanta vulgaridad, impotencia y frustración ante los que preconcebidamente iban a reventarle; y lo consiguieron.
Se había abierto, la víspera, la Puerta grande, por primera vez en todo el ciclo (completo) y en la temporada, y en su carrera para David Mora.
Fue en cierro de Valdefresno muy armado por delante, serios y bien hechos; hasta el altote 4º. Grandullón 5º, más feo, pero en tipo y muy agradecido el bravucón en mansote aquerenciado 6. Desigual de juego, pero una corrida de toros.
No vendió suficientemente su pellizco y gusto Curro Díaz, en un trasteo compuesto, pero con poco eco al noble, quizá algo soso 1. El 4 no era toro para ir más allá que taparse, también algo más de fibra tuvo que ponerle el torero como empujar más en su lote un César Jiménez muy tristón.
David Mora cortó dos orejas de distinto signo por disposición y torería. Arrollado malamente en un quite al segundo se volvió a poner por el mismo pitón. Perdió pie y antes de taparse o apretar a correr resolvió con bella larga. Activo y clásico, templado y mecido con el capote quiso siempre hacer las cosas bien, torear por abajo y hacia adentro, pese al gatear del toro 3º. Hizo un esfuerzo en el manso aquerenciado 6º para inventarse una faena muy limpia y vistosa, con emoción, y volcarse en la estocada.
Se podrá discutir la PG, yo no la cuestiono, pues las dos orejas fueron justas, si bien es verdad que el conjunto por los defectos apuntados en los toros, a lo mejor, no tuvo la rotundidad que los guardianes de la PG exigen. No le tembló la mano al palco sacar el pañuelo de la oreja del 6 aunque sabía lo que significaba. Sin complejos, cumplió con el reglamento atendiendo la petición.
La tarde del jueves sirvió para que Daniel Luque lavara una imagen en gris, con estela, que iba dejando en Las Ventas.
Daniel Luque estuvo a la altura de un buen toro de El Puerto. Le cortó una oreja y se fajó con un manso aboyancado. Entregado toda la tarde, mente clara y activo y lucido con el capote, lo maneja con gusto y ritmo.
El Cid no pasó el corte de la nostalgia; sin lote pero afligido.
Muy tierno, para Madrid, Duffau, confirmante, pero al que hay que darle tiempo.
La corrida de El Puerto fue un cajón de sastre donde hubo de todo dentro de una línea aceptable y asequible para pegarles pases. Sin ser corrida de “tirar cohetes”, fue más para el torero que para el ganadero y el público.
Llegaron los esperados “victorinos”, y cumplieron su papel. Victorino pasó el corte y Alberto Aguilar se reivindicó cortando una oreja
Impuso su ley, contra natura del toro y su condición para cortar la oreja por disposición y cabeza. Al sexto, más bruto, le dio fiesta, a su aire, pero se los pegó. La ultima serie de naturales, de haber pegado una estocada podría haberle supuesto otra oreja y la PG que buscaba.
Muy seria corrida de presencia y comportamiento de Victorino. Encierro definido por la fidelidad a su encaste y tipología. Se la jugó con dos toros por debajo de los 500. Kgs. Y otros de deficiente remate, pero con hechuras. Su juego, variado, fue el de una corrida de toros, con sus complicaciones y dificultades pero una corrida de toros en la que la terna o apostaba triunfando o cumplía un trámite.
Ferrera cumplió el trámite con aseo y Urdiales se pegó un arrimón con el peor lote pero sin eco por falta de expresión
¡Y como estrambote del estrambote! cartel de alto riesgo con los mal llamados “mediáticos”. La corrida de Torreón dejó estar, muy noble, buena en casi todos los ejemplares para los toreros pero le faltó fondo y duración, muy justa de fuerza y raza; otra de esas clásicas que en otra plaza y con un puyazo se les cortan un montón de oreja.
Terna denostada por la llamada afición y gran parte de la crítica, que llenó y triunfó en Valencia, que protagonizó una buena tarde en Sevilla y que ayer en Madrid, con una muy buena entrada mató su corrida sin sobresaltos bueno sí, que El Cordobés y Paquirri estuvieron “ a su aire”, sin complejos ni traicionarse, con compromiso, serios, sin entrar en continuas provocaciones, sin que Madrid, el toro y su público les condicionara y menos les asustara, otra cosa es que sean toreros que están ubicados en otros circuitos inferiores donde andan más cómodos, pero no se les notó impresionados y mataron con cierta holgura su corrida (incluso El Cordobés ante el manso de Los Bayones le recetó una estocada de libro).
El Fandi le arrancó una oreja al sexto, y a la lamentable penumbra del sol, dando otro curso de sentido del espectáculo, ese autorizado para todos los públicos, madurez y profesionalidad en cuanto al sentido de la lidia y su dirección.
Y… el estrambote del estrambote del estrambote: los “julays” de la ¿cátedra?
Aquellos que se dicen “afisionaos”, y por lo tanto sabían a lo que venían, que al cambiarles el guión, por la dignidad con la que pisaron la plaza los toreros, hicieron mofa y befa pidiendo orejas, haciendo la ola y demás gracias.
Bromearon la voltereta de Rivera, hicieron de bufones con la honestidad de El Fandi y la gran estocada de El Cordobés pasó desapercibida (no es de la secta, todo lo contrario).
Para ser la última se retrataron.
Arrastrado el cuarto, verificada que la película no era la que presumían: plegaron capotes, entregaron la cuchara, volviendo a hacer el ridículo tras el tercio de banderillas de Fandi y arrancarles una oreja (como Rivera en el 96)
Finalizado el festejo todos a casa (o a algún garito) con "los colgajos" entre las piernas. ¡Que tanta paz llevéis como descanso dejáis!
El complemento de un soneto (14 versos).
Si bien el estrambote de San Isidro es impostado, de unos años a esta parte. Más bien un verso suelto de un soneto de 24 tardes compuesto por tarugo más que por poeta, incluso trovero.
Pero ha sido este estrambote que ahora llaman “Arte y Cultura” el que aporta musculatura (de peso mosca, no obstante) a la estadística de los que consideramos San Isidro un todo, grande y libre y no varios pedazos con todos cabreados; como lo de las autonomía y España, para hacernos una idea.
Es curioso que todo el estrambote pivotara sobre la corrida de Beneficencia que al final fue una breve breva de bribones (burladero.com).
Con una “sarandonga” (el rebujito de Carlos Herrera) de Cuvillo y Victoriano del Río, final, en el que los reconocimientos previos eran un pulso entre veterinarios y apoderados como gobierno y oposición para designar presidente de RTVE.
Bueno y bravo fue el toro chico (3) de Victoriano del Río, mientras que el “zambombo” (4) fue lo que tenía que ser ya que la excepcionalidad de la regla cubrió cupo con el toro de la despedida de Esplá. También que Morante no terminó de ver normal una cosa tan grande y tras hacerse el ánimo tiró por la calle de en medio.
Si estuvo al nivel del buen “pequeño” Talavante que le cortó una oreja de las dos que tenía, pero en tarde en precario de bravura bovina y ambición torera, sabía a gloria, pese a que a Talavante le hayamos visto mejores actuaciones, o más rotundas con ejemplares similares.
Tanto o más de lo mismo con el 6 de Cuvillo, el más noblote de los 4 mansitos que pasaron la criba de los reconocimientos (hasta una docena — más o menos- se desembarcaron del hierro). Talavante estuvo dispuesto y listo para remontar un buena faenita con los adornos y “morisquetas” finales, pegar una estocada eficaz y sumar una nueva oreja y abrir la Puerta Grande de forma matemática, más que rotunda.
Hubieron tres toros simplones, desiguales de hechuras y tipos, del hierro titular, más claro el primero al que Morante le puso, todavía más simpleza.
El lote de Manzanares, no era, posiblemente, de triunfo; pero sí para que una figura de su rango y porte no proyectara tanta vulgaridad, impotencia y frustración ante los que preconcebidamente iban a reventarle; y lo consiguieron.
Se había abierto, la víspera, la Puerta grande, por primera vez en todo el ciclo (completo) y en la temporada, y en su carrera para David Mora.
Fue en cierro de Valdefresno muy armado por delante, serios y bien hechos; hasta el altote 4º. Grandullón 5º, más feo, pero en tipo y muy agradecido el bravucón en mansote aquerenciado 6. Desigual de juego, pero una corrida de toros.
No vendió suficientemente su pellizco y gusto Curro Díaz, en un trasteo compuesto, pero con poco eco al noble, quizá algo soso 1. El 4 no era toro para ir más allá que taparse, también algo más de fibra tuvo que ponerle el torero como empujar más en su lote un César Jiménez muy tristón.
David Mora cortó dos orejas de distinto signo por disposición y torería. Arrollado malamente en un quite al segundo se volvió a poner por el mismo pitón. Perdió pie y antes de taparse o apretar a correr resolvió con bella larga. Activo y clásico, templado y mecido con el capote quiso siempre hacer las cosas bien, torear por abajo y hacia adentro, pese al gatear del toro 3º. Hizo un esfuerzo en el manso aquerenciado 6º para inventarse una faena muy limpia y vistosa, con emoción, y volcarse en la estocada.
Se podrá discutir la PG, yo no la cuestiono, pues las dos orejas fueron justas, si bien es verdad que el conjunto por los defectos apuntados en los toros, a lo mejor, no tuvo la rotundidad que los guardianes de la PG exigen. No le tembló la mano al palco sacar el pañuelo de la oreja del 6 aunque sabía lo que significaba. Sin complejos, cumplió con el reglamento atendiendo la petición.
La tarde del jueves sirvió para que Daniel Luque lavara una imagen en gris, con estela, que iba dejando en Las Ventas.
Daniel Luque estuvo a la altura de un buen toro de El Puerto. Le cortó una oreja y se fajó con un manso aboyancado. Entregado toda la tarde, mente clara y activo y lucido con el capote, lo maneja con gusto y ritmo.
El Cid no pasó el corte de la nostalgia; sin lote pero afligido.
Muy tierno, para Madrid, Duffau, confirmante, pero al que hay que darle tiempo.
La corrida de El Puerto fue un cajón de sastre donde hubo de todo dentro de una línea aceptable y asequible para pegarles pases. Sin ser corrida de “tirar cohetes”, fue más para el torero que para el ganadero y el público.
Llegaron los esperados “victorinos”, y cumplieron su papel. Victorino pasó el corte y Alberto Aguilar se reivindicó cortando una oreja
Impuso su ley, contra natura del toro y su condición para cortar la oreja por disposición y cabeza. Al sexto, más bruto, le dio fiesta, a su aire, pero se los pegó. La ultima serie de naturales, de haber pegado una estocada podría haberle supuesto otra oreja y la PG que buscaba.
Muy seria corrida de presencia y comportamiento de Victorino. Encierro definido por la fidelidad a su encaste y tipología. Se la jugó con dos toros por debajo de los 500. Kgs. Y otros de deficiente remate, pero con hechuras. Su juego, variado, fue el de una corrida de toros, con sus complicaciones y dificultades pero una corrida de toros en la que la terna o apostaba triunfando o cumplía un trámite.
Ferrera cumplió el trámite con aseo y Urdiales se pegó un arrimón con el peor lote pero sin eco por falta de expresión
¡Y como estrambote del estrambote! cartel de alto riesgo con los mal llamados “mediáticos”. La corrida de Torreón dejó estar, muy noble, buena en casi todos los ejemplares para los toreros pero le faltó fondo y duración, muy justa de fuerza y raza; otra de esas clásicas que en otra plaza y con un puyazo se les cortan un montón de oreja.
Terna denostada por la llamada afición y gran parte de la crítica, que llenó y triunfó en Valencia, que protagonizó una buena tarde en Sevilla y que ayer en Madrid, con una muy buena entrada mató su corrida sin sobresaltos bueno sí, que El Cordobés y Paquirri estuvieron “ a su aire”, sin complejos ni traicionarse, con compromiso, serios, sin entrar en continuas provocaciones, sin que Madrid, el toro y su público les condicionara y menos les asustara, otra cosa es que sean toreros que están ubicados en otros circuitos inferiores donde andan más cómodos, pero no se les notó impresionados y mataron con cierta holgura su corrida (incluso El Cordobés ante el manso de Los Bayones le recetó una estocada de libro).
El Fandi le arrancó una oreja al sexto, y a la lamentable penumbra del sol, dando otro curso de sentido del espectáculo, ese autorizado para todos los públicos, madurez y profesionalidad en cuanto al sentido de la lidia y su dirección.
Y… el estrambote del estrambote del estrambote: los “julays” de la ¿cátedra?
Aquellos que se dicen “afisionaos”, y por lo tanto sabían a lo que venían, que al cambiarles el guión, por la dignidad con la que pisaron la plaza los toreros, hicieron mofa y befa pidiendo orejas, haciendo la ola y demás gracias.
Bromearon la voltereta de Rivera, hicieron de bufones con la honestidad de El Fandi y la gran estocada de El Cordobés pasó desapercibida (no es de la secta, todo lo contrario).
Para ser la última se retrataron.
Arrastrado el cuarto, verificada que la película no era la que presumían: plegaron capotes, entregaron la cuchara, volviendo a hacer el ridículo tras el tercio de banderillas de Fandi y arrancarles una oreja (como Rivera en el 96)
Finalizado el festejo todos a casa (o a algún garito) con "los colgajos" entre las piernas. ¡Que tanta paz llevéis como descanso dejáis!
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