Rafael El Gallo
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"...A Julio Aparicio, torero genial, para que medite sobre su retirada y la historia taurina de el Gallo. ¿Qué hubiera sido de Rafael Gómez y de la historia del toreo si por un fracaso en Madrid se hubiera cortado la coleta?..."
RAFAEL EL GALLO,
ENTRE LO GENIAL Y LA “ESPANTÁ”.
José María Sánchez Martínez-Rivero.
Junio de 2012, en El Escorial.
Este año 2012 está siendo para los taurinos un año de recuerdos del otro año doce del siglo veinte, es decir, 1912.
La presentación de Joselito en Madrid como novillero y los triunfos apoteósicos de su hermano Rafael y, también, los fracasos sonados a que tenía acostumbrada a la afición, son dignos de destacar entre otros.
Rafael el Gallo fue el torero más contradictorio y genial que ha pisado los ruedos pues en él se dieron la verdad del toreo, el clasicismo, la sinceridad y las ventajas ante los toros.
Punto y aparte merece su famosa “espantá”. A este respecto, en una entrevista realizada en 1955, el propio Rafael, nos dice que son las espantadas.
Le preguntaban cuantas cogidas había tenido y el Gallo respondía:
- Catorce.
- ¿Graves?
- Dos.
- Eso quier decir que usted se arrimaba mucho a los toros, ¿verdad?
- Eso dicen.
- ¿Si?
- Mi leyenda está así.
- ¿Cómo es su leyenda?
- Esa misma. Que me han tomado por un torero que ha tenido mucho miedo y que me han herido mucho los toros.
- No me diga que usted ha tenido miedo.
- ¡Dicen!
- A propósito de eso ¿Qué hay de cierto en eso de las espantás?
- Las espantadas es no poder con un toro. Que no se puede con él y tiene uno que hacer unas cosas feas delante de un toro.
- Eso le ha dado mucha fama.
- Mucha, mucha. Y el público lo ha tomado con un interés muy grande eso.
- Si; creo que el público le seguía a usted.
- Siguiéndome mucho, tanto como los éxitos míos mayores.
El día 2 de mayo de 1912, se celebró en Madrid, una corrida de toros con el cartel siguiente: Vicente Pastor, Rafael Gómez, el Gallo y Rodolfo Gaona con toros de Bañuelos.
De las figuras de la época, Bombita, Machaquito Vicente Pastor y el Gallo, solo éste quedaba por cortar oreja en Madrid. Los aficionados acudieron a la plaza con la esperanza de que, por fin, el Gallo obtuviera, por lo menos, un trofeo. Sabido es que Rafael podía moverse entre el fracaso más estrepitoso y la faena grande porque cuando lo conseguía, aquella adquiría caracteres de epopeya.
Los hados al principio de la corrida, no estaban por la labor. El primer toro fue fogueado y Pastor no consiguió el lucimiento apetecido. Rafael en el segundo tampoco vio la cosa clara y abrevió. Gaona estuvo lo que dice “técnicamente bien”.
El cuarto toro saltó al callejón y cogió a un carpintero. Mal iban las cosas pero…
Salió a la arena el quinto, para Rafael, de nombre “Peluquero”, retinto y bragado, con trapío mas que suficiente. ¡Y allí se encontró con el Gallo!
Lanceó a la verónica magistralmente, hizo varios quites con arte y adornándose. Puso tres pares de banderillas magníficos de los que destacó el primero.
En la faena de muleta, con arte y valor, estuvo genial, “arrancando ovaciones sin cesar y gritos de entusiasmo”, según una revista de la época.
Entró a matar derecho y desde cerca colocando una estocá en la cruz que hizo rodar al toro sin puntilla. El delirio entre los aficionados y oreja otorgada por el Presidente. La cara de la moneda.
El día doce del mismo mes se celebró la sexta corrida de abono para El Gallo, Mazzantinito y Manolete padre, con seis toros del Duque de Tovar.
Lleno absoluto y esperanza de la afición en el Gallo para verle otro triunfo, pero esta vez hubo “espantá”. El primer toro de Rafael fue devuelto a los corrales, por chico, después de picado y banderilleado, tras invadir, algunos aficionados, el ruedo entre una bronca monumental.
El sobrero era de López Navarro y el Gallo no quiso ni verlo hasta tal extremo que recibió los tres avisos y el toro fue devuelto a los corrales. Bronca indescriptible. La cruz.
En la corrida del día 2, genial; en la del 12 un toro al corral. Los bombistas contentos por el fracaso ponderaban los éxitos de su torero.
El día de San isidro, miércoles, otra vez Rafael en Madrid. Lidió toros de Aleas junto a Bombita y Vicente Pastor. Cuando terminó el paseíllo el público notó que Rafael venía a desquitarse. Y así fue.
En su primer toro, de nombre, “Hermosito”, hizo una faena de muleta clásica y genial matando bien y con brevedad. Su segundo, “Jerezano”, dio al torero la oportunidad de salir airoso del trance y agradar al público. En ambos toros el Gallo hizo improvisaciones de esas que calentaban al público y que gustaban tanto. Mató recibiendo. Las dos faenas, por su arte, clasicismo y torería, quedaron en el recuerdo para los aficionados que las vieron.
Así fue la trayectoria taurina de Rafael Gómez Ortega. El público le ensalzaba una tarde y le abroncaba en otra. Ese año de 1912 fue triunfal para el Gallo a pesar de todo y de sus cosas.
Por eso, siempre la gente,
con reiteración frecuente,
cuando se trataba de él,
decía maquinalmente:
“¡Las cosas de Rafael!”
A Julio Aparicio, torero genial, para que medite sobre su retirada y la historia taurina de el Gallo. ¿Qué hubiera sido de Rafael Gómez y de la historia del toreo si por un fracaso en Madrid se hubiera cortado la coleta?
Junio de 2012, en El Escorial.
José María Sánchez Martínez-Rivero.
Al señor Sánchez Martínez debo recordarle que el fracaso de Aparicio en Madrid no fue uno, que fueron dos y muy seguidos, en los que demostró su evidente incapacidad y miedo, por cierto muy comprensible, pero imperdonable...
ResponderEliminarHombre, si le parece comprensible pues también le debiera parecer perdonable. Cuantas veces hemos visto a Romero, Paula, Pepe Luis hijo, y el mismo Morante en lamentables y repetidas actuaciones de fracaso y desprecio al respetable. Pero si que es cierto que la sensación de Julito fue de impotencia y miedo insuperable por ello es más motivo de perdóa al decidir cortarse la coleta, auqnue ya hacía tiempo que daba esa sensación. No obstante ha sido de los últimos toreros co arte de verdad y con la genialidad de la gitanería ante el toro.
EliminarQue tenga suerte fuera de los ruedos.
Pepe Colmenar