"...Serafín Marín vino acompañado de aficionados catalanes, que reivindicaron con pancartas su derecho a ver toros en Cataluña. Son dignos de compasión ante una batalla que tienen perdida, primero por la malignidad de Zapatero y después, por la cobardía de Rajoy…"
REBAJAS DE OTOÑO
- ¡Oh, la plaza de Madrid, tan dura unas veces y tan blanda otras! ¡Qué país Romerales, qué país!
Domingo Delgado de la Cámara / Fotos de Andrew Moore
Para cerrar la Feria de Otoño, corrida de Adolfo Martín. Sólo uno de los seis toros tenía más de 500 kilos. No protestó nadie. De lo que se desprende que la exigencia que dicen que tiene Madrid por el toro grande, no es cierta. O al menos, no se exigen kilos cuando no hay figuras en el cartel y los toros son del gusto de la casa. Sea como fuere, yo soy partidario de quitar el peso de la tablilla. Cuando un toro tiene la edad cumplida, tiene pitones y tiene trapío, a mí me basta y me sobra. Los toros de ayer estaban muy bien presentados, esto es lo importante, no los kilos, que al final, sólo interesan al contratista de la carne.
En cuanto a juego, la corrida de Adolfo fue muy desigual, pero tuvo un toro extraordinario, “Sevillanito”, lidiado en segundo lugar. El toro era un saltillo legítimo, cárdeno y de astas cornivueltas. Embistió en la muleta con esa humillación, esa templanza y esa calidad que sólo tienen los saltillos. Fue un toro que cumplió en el caballo, pero que en el último tercio, embistió de forma excepcional, para consagrar a un torero.
En cuanto al resto, el sexto fue bueno aunque sin humillar del todo; el primero tuvo mucha clase pero muy poca fuerza; el tercero fue muy incierto y el cuarto fue una alimaña auténtica, que también tienen que salir. Lo dicho, hubo de todo, no se aburrió nadie.
Uceda Leal tiene mucha clase ¿alguien lo duda? Pero su fuerte no es ni la templanza, ni la media altura, por ese no pudo aprovechar la blanda y bondadosa embestida del primero. El cuarto fue un manso con guasa. Además llegó con fuerza al último tercio porque estaba sin picar…los mansos duros, por mucho que se les pegue en el caballo, llegan al último tercio sin picar. Uceda se lo quitó de en medio sin contemplaciones, eso fue todo.
Diego Urdiales es un torero de clase, metido por esas contradicciones que tiene la vida, en las corridas más duras. Urdiales mece con suavidad las embestidas dulces, pero no puede con las embestidas exigentes. Hace un toreo compuesto y a media altura ideal para el toro pajuno. Pero no tiene el corazón suficiente para al toro encastado, echarle la muleta al hocico y llevarle por abajo. Por todo lo dicho, sus muletazos son cortos y sus series breves. Urdiales acompaña, pero no manda. Y a “Sevillano” había que mandarle mucho. Por el pitón derecho embestía con mucha codicia, por no bajar la mano, no le cuajó por este pitón. Se dio cuenta muy tarde de que el izquierdo, era el gran pitón del toro. Por este pitón embestía haciendo el avión y lamiendo la arena. Hubo algún natural torero, pero en series cortas, sin aprovechar completamente la embestida del toro, al que había que llevar muy despacio. Buena estocada y oreja. El toro era de dos orejas y puerta grande. Urdiales estuvo por debajo del toro, aunque nadie se atreva a decirlo.
El quinto tuvo que ser devuelto por estar descoordinado. Salió un armario del Puerto de San Lorenzo de una mansedumbre total, huía de su propia sombra. Urdiales le persiguió sin éxito por todo el ruedo antes de entrar a matar. No se dobló con él, como tampoco Uceda se había doblado con el peligroso cuarto. Sorprende constatar como matadores de toros con quince años de alternativa, ya no saben doblarse con los toros y pasan un calvario cuando el toro presenta dificultades.
Serafín Marín vino acompañado de aficionados catalanes, que reivindicaron con pancartas su derecho a ver toros en Cataluña. Son dignos de compasión ante una batalla que tienen perdida, primero por la malignidad de Zapatero y después, por la cobardía de Rajoy…pero vayamos al toro. El primero de Marín fue un toro muy incierto y receloso con el que poco se pudo hacer. En sexto lugar, salió un toro noble que se dejó torear. Por poner un pero, a veces humillaba poco. El trasteo de Marín fue muy desigual y con un revolcón cuando se quedó fuera de cacho. Pero dentro de esta desigualdad y del desgarbo de Marín, hubo muchos más muletazos largos y templados en esta faena, que en la de Urdiales. Después de una buena estocada, se concedió una oreja, protestada por los de siempre. Resulta sorprendente que no se haya protestado la oreja de Urdiales y la de Marín, sí. Urdiales, a pesar de sus muy evidentes limitaciones, tiene muy buena prensa. Marín parece que menos…de cualquier manera, fueron dos orejas de rebajas de otoño. Porque la plaza de Madrid es así, muy dura unos días y muy blanda otros, dependiendo del cartel, la ganadería, y el café con que se haya desayunado el personal.
¡Oh, la plaza de Madrid, tan dura unas veces y tan blanda otras! ¡Qué país Romerales, qué país!
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