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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 11 de julio de 2016

LA VIDA Y LA MUERTE / por Antolín Castro



En esta ocasión, entre la vida la muerte, 
la estocada certera se la llevó él.


"...Un joven torero, lleno de vida e ilusiones, entraba ¡por fín! en una feria, aunque ésta fuera tan modesta como la de la ciudad aragonesa. Llegaba para alternar con dos toreros de recientes salidas a hombros de Madrid, llegaba para mostrar que el sistema le tenía relegado injustamente. Y puso todo de su parte para cambiar su situación..."


LA VIDA Y LA MUERTE 

Antolín 
Castro 
España
La vida y la muerte van unidas, no hay forma de separarlas. La llamada Fiesta de los toros lo escenifica mejor que ninguna otra actividad.

Hombres vigorosos, llenos de vida, realizan el paseíllo todos los días a sabiendas de que les espera la muerte. La suerte también anda por allí y juega un papel muy importante, decisivo. Todo un cúmulo de sensaciones, que nunca llegaremos a conocer ni comprender los que no nos vestimos de luces, se dan para que los toreros se jueguen la vida a cada paso, con cada pase de capote o muleta que realizan ante el toro.

El toro también sale a la plaza lleno de vida y aunque no sabe que el rito se cumplirá cuando muera en la plaza, en su transcurrir por el ruedo va dejando inequívocas muestras del reparto de la vida y la muerte que a él le toca administrar. El destino, la suerte, intervendrá, en una dirección u otra, para dictar su veredicto.

Es cierto que los toreros gozan de ‘ángeles de la guarda’, que son esos médicos que están al quite cada tarde en los momentos más duros, pero también es cierto que la muerte, su guadaña final, puede estar a salvo de cualquier pericia médica. Los ‘ángeles’ lo saben, y lo sufren cuando su capacidad está lejos de superar el envite.

De todo esto que hablamos sucedió ayer en Teruel. Un joven torero, lleno de vida e ilusiones, entraba ¡por fín! en una feria, aunque ésta fuera tan modesta como la de la ciudad aragonesa. Llegaba para alternar con dos toreros de recientes salidas a hombros de Madrid, llegaba para mostrar que el sistema le tenía relegado injustamente. Y puso todo de su parte para cambiar su situación.

Ninguno podía imaginar que esa situación iba a cambiar definitivamente para él. Un toro aragonés, que no era un ‘pregonao’ fue tan certero que acabó con su vida de un golpe brutal. Un pitón aragonés segaba la vida de un segoviano y hermanaba, sin quererlo, a dos Comunidades Autónomas. Teruel y Segovia quedan así unidas por el dolor.

No vamos a utilizar la demagogia para culpar a nadie, tampoco para darles explicaciones a otros, no se necesitan. El toreo es grandeza no por el brillo del oro de sus vestidos ni por los hoteles de lujo donde se hospedan las llamadas figuras del toreo, el toreo es grandeza porque unos jóvenes toreros llenos de vida son capaces de jugársela en veinte minutos para acariciar, para arañar, un poco de la gloria que proporciona haberse jugado la vida creando arte.

Desde el dolor y el orgullo de sentirme aficionado y casi segoviano, mi recuerdo más sentido y emocionado para Víctor Barrio ¡Torero vivo para siempre!

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