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"...Las dos caras clásicas, como el propio toreo, las representa el triunfo, que es la cara alegre, y la cornada, que es la cara amarga..."
LAS CARAS DE LA MONEDA
Las monedas, al menos las conocidas, tienen siempre dos caras. En el mundo del toro también existe la moneda, esa de las dos caras.
Las dos caras clásicas, como el propio toreo, las representa el triunfo, que es la cara alegre, y la cornada, que es la cara amarga.
Siempre, a lo largo de la historia y de las temporadas, hubo tiempo de ver ambas caras, aunque siempre, y por suerte, la cara amable es más constante y se da con más frecuencia. ¿Pero qué sería una moneda si se escondiera o no apareciera la otra cara? Tendríamos la sensación de que la moneda era falsa. Así, en el mundo del toro, se hace más concluyente esa afirmación si vemos que la cara amarga no aparece.
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Ayer en Madrid, en Las Ventas, las dos caras se hicieron visibles y en ambos casos por dos veces: Dos triunfos, dos cornadas. Triunfos para dos toreros y cornadas para dos, aunque se tuviera que dar la coincidencia de que en un caso ambas fueran para un mismo torero. O lo que es igual: Uno probó las dos caras y los otros dos se repartieron uno la cara y otro la cruz.
No es baladí que esto ocurra, pues pone de manifiesto que la moneda del toreo no es falsa, que tiene sus dos caras y las presenta de igual modo y con reparto equitativo, aunque no igualitario.
La temporada, ésta en la que estamos inmersos, no solo ha llegado cargada de triunfos, de toreros españoles y del otro lado del charco, sino que también está enseñando la cara posterior de la moneda con inusitada frecuencia. Y ahí también su reparto lo ha hecho en los dos lados del Atlántico. El Pana, Renato, Víctor Barrio, incluso, han tenido que someterse al máximo peso de la cruz que lleva aparejada la cara posterior, la de dejarse la vida justo debajo de esa caprichosa moneda.
Todo es producto de la misma moneda, aunque nos guste mucho más una de las caras… pero esa no podría existir sin el reverso, sin la parte posterior, sin el lado contrario. Eso en el mundo del toro es la mejor prueba de que la moneda no la maneja un mago a su antojo, haciéndonos trampas de forma continuada.
Más que nunca a la moneda podríamos llamarla notario, pues es ella la que da fe de que lo que sucede al lanzarla sólo puede saberse cuando sucede, nunca antes. El toreo no es magia, pero encierra el misterio de saber de qué lado caerá la moneda.
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