Así, el Balón de Oro es un premio individualista cuando se lo entregan a Cristiano Ronaldo, que sueña obsesivamente con él, pero se convierte por arte de birlibirloque en el reconocimiento al mejor futbolista de la historia cuando se lo conceden a Lionel Messi, que pasa olímpicamente de estas distinciones porque de todos es conocido que su reino no es de este mundo.
El Balón de Oro y la realidad paralela
Hay quien ha descubierto de repente que el Balón de Oro premia el individualismo en un deporte de equipo y pretende hacer una enmienda a la totalidad de unos premios muy entretenidos y cuyo único objetivo consiste en promocionar el fútbol. Acabáramos. Pero el Balón de Oro lleva concediéndose desde que Televisión Española emitiera por primera vez desde el Paseo de La Habana, desde el Año de Nuestro Señor de 1956, y nadie o casi nadie ha resaltado hasta ahora como un aspecto negativo que el susodicho premio se entregue a un individuo y no a un equipo.
El Balón de Oro de un equipo es la Copa de Europa mientras que el Balón de Oro de un jugador es, como su propio nombre indica, el Balón de Oro, y yo no logro adivinar dónde radica el problema de que a un jugador se le conceda un premio del mismo modo que no comprendo qué hay de malo en que todos los años se entreguen los Oscar de Hollywood, los Laureus o los Nobel.
Claro que no hay más que leer un poquito más para llegar a la conclusión de que quienes han montado de repente tan estrafalario argumentario le tienen una tirria de padre y muy señor mío a Cristiano Ronaldo y que, como Neymar, consideran además que a Leo Messi tendrían que fabricarle un Balón de Oro para él solito. El único jugador del mundo que ha osado ir de frente contra esa realidad paralela, hasta el punto de torcerla, ha sido el portugués del Real Madrid. Así, el Balón de Oro es un premio individualista cuando se lo entregan a Cristiano Ronaldo, que sueña obsesivamente con él, pero se convierte por arte de birlibirloque en el reconocimiento al mejor futbolista de la historia cuando se lo conceden a Lionel Messi, que pasa olímpicamente de estas distinciones porque de todos es conocido que su reino no es de este mundo. De nuevo la doble (o triple, dependiendo de la ocasión y del caso) vara de medir.
Por la brecha abierta entre France Football y FIFA, que volverán a dar dos premios por separado, pretenden colarse deprisa y corriendo aquellos que proponen encuestas que acaba ganando Cristiano por goleada y quienes no querrían que la realidad de 2016 fuera la que es. Hay un futbolista que ha ganado Copa de Europa y Supercopa continental con su club, que en enero podría conquistar el Mundial y que, por si todo esto fuera poco, ha ganado por primera vez en la historia la Eurocopa para Portugal, una selección indiscutiblemente menor. Es una evidencia que el premio que habría que darle siempre a Messi volverán a entregárselo por segundo año consecutivo a Cristiano y, si a Infantino le da tiempo a poner de nuevo en funcionamiento el suyo, podría darse incluso el caso de que CR7 ganara los dos. Comprendo que eso moleste, inquiete y no deje dormir a los habitantes de la realidad paralela y a quienes odian al jugador de Madeira. Una inquina, por cierto, individual y no colectiva.
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