"...Lo que no puede ser de ninguna de las maneras es que los presidentes de los festejos taurinos carezcan absolutamente de responsabilidad de sus actos y que continúen ejerciendo sus puestos con total impunidad, hagan los que hagan..."
Hay que terminar de una vez con la impunidad y con el sectarismo de algunos presidentes como los de Albacete y de Logroño
J.A. del Moral · 21/09/2016
Mi crónica sobre la tercera corrida de la feria de San Mateo les ha parecido intolerable e inadmisible a mis sempiternos enemigos como he podido comprobar en docenas de comentarios ciertamente insultantes y hasta amenazantes, cobarde y miserablemente firmadas por anónimos y/o suplantadores – los mismos malnacidos de siempre que, por cierto, no pasan de cinco -, incapaces de dar la cara y, aún menos, de expresar sus discrepancias razonablemente. Lo cual aceptaría respetuosamente.
Lo que no acepto ni aceptaré nunca son los textos rabiosamente escritos que intentan cansarme cuando no eliminarme. Propósitos que son absolutamente inútiles porque son miles de visitantes los que tiene esta página entre los que, me consta, figuran muy principalmente los profesionales de todos los estamentos del mundo taurómaco desde todos los países en los que se celebran festejos taurinos. Y es que en esta página nadie tiene que pagar más o en menos cantidad de Euros para ser tratado con mayor o menor ecuanimidad como, por desgracia, ocurre en otros “sitios”…
Por supuesto que todos los comentarios de cuantos solo saben insultar y amenazar, serán enviados inmediatamente a la papelera aunque, sin embargo, he de agradecer sus baldíos empeños porque lo que demuestran es que la gran molestia que les produce y el tiempo que se toman luego en insultarnos, es la mejor señal de nuestro éxito.
Y dicho esto, vayamos a lo que nos preocupa muy principalmente cual figura en el titular de este artículo: Hay que terminar de una vez por todas con la impunidad y con el sectarismo de algunos presidentes como los dos que ejercen la autoridad en las corridas que se celebran en Albacete y en Logroño que premian o castigan según sus preferencias u odios personales, lo que les desacredita para ejercer su misión.
Sobre el inadmisible dislate de quien presidió la tercera corrida de los Sanmateos de este año, sé de primera mano que, tras negarse cerrilmente a conceder la segunda oreja del cuarto toro de El Pilar a Enrique Ponce contra el masivo criterio de la inmensa mayoría de los espectadores que asistieron esa tarde en la plaza de La Ribera, el empresario Oscar Chopera llamó por teléfono a la máxima autoridad competente del Gobierno de la Rioja y le dijo que si no se destituía al señor que ejerció de presidente esa corrida, no habría toros en Logroño el año que viene. Así de simple y así de claro.
Doy toda la razón al empresario. Y la extiendo a todos los que vienen sufriendo el inadmisible proceder de otros presidentes en otras plazas de España, como más cercano ejemplo, uno de los que ejercen el cargo en Albacete.
Pero claro, tales molestias y tales propósitos, ciertamente puntuales, carecen de los efectos pretendidos si no se toman totalmente en serio y el mundo profesional de la Tauromaquia decide de una vez reformar los reglamentos que tan arbitrariamente se aplican para bien o para mal como es el caso que nos ocupa en este articulo.
Lo que no puede ser de ninguna de las maneras es que los presidentes de los festejos taurinos carezcan absolutamente de responsabilidad de sus actos y que continúen ejerciendo sus puestos con total impunidad, hagan los que hagan.
A tal efecto, urge que se constituya un Organismo Taurino Superior con total autoridad que ponga coto a estos caprichos o desmanes que solo cuentan con el apoyo de unos cuantos – muy pocos por cierto – aficionados ultras en cada ciudad o en cada pueblo que les jalean cada vez que perjudican a los toreros y a los ganaderos que más odian. Como también cada vez que favoreces a sus diestros y ganaderos predilectos.
Bastará que en incumplan su misión tres veces, siendo advertidos tras las dos primeras, para que sean destituidos de por vida en su cargo.
Y esto hay que procurar que se promulgue con máxima urgencia y no dejar que se pudra el problema como tantas veces viene sucediendo.
De nada valen los lamentos ni las protestas más o menos determinantes de los perjudicados. Lo que vale son los hechos que no deberían repetirse y las razones que expongan los afectados ante las máximas autoridades regionales, locales y hasta nacionales.
Hay que tomar definitivamente cartas en estos conflictos para que no vuelvan a suceder.
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