"...Es una verdadera lástima que teniendo casi todo para consolidarse como punto de referencia de la Fiesta Brava venezolana, Tovar, por obra y desgracia de su Comisión Taurina, haya profanado su propia autoridad, al propiciar, con su extrema largueza y permisividad, un vergonzoso sainete populachero y ramplón..."
MOJIGANGA EN TOVAR
Eduardo Soto
Mérida, 17 Septiembre 2016
Lo acontecido en la última de Feria en La Sultana del Mocotíes, edición 2016, hizo añicos la credibilidad de la Comisión Taurina y, de no adoptarse los correctivos necesarios, puede terminar por dar al traste con la categoría del coso tovareño, al menos por los tiempos que corren.
Es una verdadera lástima que teniendo casi todo para consolidarse como punto de referencia de la Fiesta Brava venezolana, Tovar, por obra y desgracia de su Comisión Taurina, haya profanado su propia autoridad, al propiciar, con su extrema largueza y permisividad, un vergonzoso sainete populachero y ramplón.
Para entrar en materia, quisiera agradecer los esfuerzos de la Empresa por tratar de presentar el mejor espectáculo posible, dentro de las difíciles circunstancias actuales.
En cuanto a los encierros, hay que decir que en la tarde del viernes, nueve de septiembre, se anunció en la tablilla dos toros con un peso de 400 y 410 kilos, cuando, de acuerdo con las informaciones disponibles, el peso mínimo señalado por la normativa aplicable es de 425 kilos. De ser así, pues el carácter casi esotérico del reglamento tovareño impide la certeza, constituye un irrespeto a la afición, pues ipso facto la propia autoridad taurina reconoce que ha violado la norma y no tiene ningún empacho en evidenciarlo. Sería bueno que la normativa taurina tovareña se ponga a disposición de los interesados, mediante cualquier medio de difusión, incluso los electrónicos, para contribuir a la formación de aficionados, pues su desconocimiento facilita la manipulación del público taurino.
Por lo que respecta a las dos últimas tardes, los encierros estuvieron bien, dieron juego y permitieron triunfos que, de haber habido un resultado distinto en los sorteos, hubiesen sido mayores y sin tanto desperdicio. Es de rigor extender merecidas felicitaciones a los ganaderos, en particular al Señor Molina, por su par de bureles de vuelta al ruedo.
Los diestros españoles dejaron buen sabor de boca. El salmantino López Chaves en su primer toro, realizó una faena decorosa rematada por media lagartijera, más que suficiente para un auricular, que no supo o no quiso ver la Autoridad de la plaza. El pacense Israel Lancho agradó mucho y supo sacar partido de su alta figura para cargar la suerte en pases templados de longitud interminable. Esperamos volver a verlos pronto y al de Ledesma, reiteramos nuestro agradecimiento por haber tendido la mano a Manolo Vanegas en sus inicios novilleriles en España y le deseamos mejor suerte la próxima vez con toros y Palco.
A Esaú Fernández, confiamos que continúe progresando y ganado ecuanimidad, sin caer en imitaciones localista que definitivamente no calzan en su estilo de torear. Al francés, le deseamos pronta recuperación de cornadas y caídas, además de un buen viaje de retorno a Tarifa.
A los toreros venezolanos, quienes demostraron pundonor, no puedo sino ofrendarles el homenaje del silencio.
La Comisión Taurina mantuvo un desempeño aceptable en las dos primeras corridas, pero basta que se presente el torero local para que pierda la sindéresis, se obnubile y actúe guiada por erróneas consideraciones de tovareñidad, perjudiciales para el propio matador, quien sabiéndose de antemano triunfador exagera florituras, al dar vueltas y vueltas abrazado al costillar tras los pitones, bailandito en lejanías o con desplantes a los cuales precede una faena insustancial, todo ello le dificulta sacar a relucir los verdaderos argumentos taurinos que posee y que alguna vez hemos podido admirar. Tal manera de proceder de la Comisión Taurina es nociva también para el público en general, pues se engaña al creer que el desempeño de su ídolo es paradigma de buen toreo y, por supuesto, también afecta la seriedad de la plaza de toros, la cual entonces se derrumba de manera estrepitosa.
Del mano a mano del domingo once de septiembre, quisiera rescatar las poco usuales navarras en collera, que resultaron lucidas y resaltar la actitud de Rafael Orellana, el negarse a dar la vuelta al ruedo con un rabo que no le había sido concedido por la Autoridad Taurina, a pesar de los lamentables intentos de uno de los empresarios y de un aficionado, quien, de manera insólita, se paseó por el ruedo con el apéndice ilegal en la mano, supongo que autorizado por la Comisión Taurina (única que debe decidir sobre la materia) o, en todo caso, amparado en su extrema tolerancia.
Enhorabuena por la posición del paisano Rafael Orellana, quien continúa rezumando decencia, a pesar de que no pueda decirse lo mismo de algunas personas de su inmediato entorno taurino.
Es por demás desafortunado, que esa tarde se haya vulnerado de tal manera la larga tradición taurina tovareña, al transformar una corrida en mojiganga y que un buen número de aficionados no hayamos dispuesto de la suficiente ignorancia para poder apreciar semejante espectáculo.
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