La policía local de Algemesí pasiva ante la ilegal horda antitaurina.
De momento quienes actúan de espaldas a reglas y normas ganan la partida con la aquiescencia de quienes nos gobiernan.....
¿Qué pasaría si en todas partes los aficionados actuaran como en Algemesí y decidieran tomarse la justicia por su mano? Mejor no llegar a saberlo. Mejor prevenir. Mejor hacer cumplir la ley. Tan sencillo.
La policía no quiere lío
¿Por qué en las manifestaciones antitaurinas se suele llegar hasta puntos tan arriesgados sin que la policía actúe? ¿Hace falta que acabe sucediendo algún lamentable incidente para que se proceda con prevención y no a toro pasado? ¿Por qué no impera la lógica, que no es otra que hacer cumplir la ley? Habría que saber si el protocolo de actuación policial es interno o viene marcado por instancias políticas. Cabría preguntarse si los agentes no quieren lío con los manifestantes o con los políticos. Posiblemente ese sea el quid de la cuestión.
La policía no quiere lío. A pesar de que La Dirección General de la Policía distribuyó una instrucción general de obligado cumplimiento en todo el territorio español a partir del 10 de abril del pasado año para evitar que las manifestaciones antitaurinas puedan celebrarse coincidiendo en el lugar y hora de los festejos taurinos, los agentes prefieren no meterse en el berenjenal y parece que están más para proteger a los activistas que a los pacifistas, aún cuando los exaltados no se atengan a la ley.
Volvió a suceder una vez más el sábado pasado en la primera de abono de la Feria de Algemesí. Mientras un grupito de antis se manifestaba en la ubicación oficialmente permitida para ello, una treintena de ellos se acercaron hasta la plaza cada uno por un lado y de forma disimulada para no ser detectados. Una vez alcanzada la zona de la puerta de cuadrillas, protagonizaron una sentada para impedir el acceso al coso de profesionales y aficionados mientras gritaban sus manidas proclamas.
Como siempre suelen ser los mismos y ya se les conoce en el mundo taurino, algunos aficionados los reconocieron de inmediato y alertaron a la policía de su presencia antes de que sucedieran los hechos, pero los agentes alegaron no poder hacer nada mientras no llevaran a cabo sus supuestas intenciones. Alguien les recordó la instrucción general de obligado cumplimiento de la Dirección General de la Policía, y que era mejor prevenir que curar, pero ni por esas.
Evidentemente al final se armó el lío ante la pasividad policial, una actitud que sólo cambió cuando un par de transeúntes decidieron circular por la vía pública ocupada indebidamente por los vociferantes, que se apresuraron a levantarse al comprobar que el grupo de ciudadanos que pasaban por encima de ellos era cada vez mayor y que los pisotones iban en aumento. Fue entonces cuando los agentes, “ayudados” por aficionados, los retiraron hasta una calle contigua, donde siguieron vociferando eslóganes e insultos pero ya sin el peligro para la integridad física que su presencia en la entrada de la plaza suponía.
Este es el ejemplo de Algemesí, perfectamente extrapolable a cualquier otra ciudad donde hay manifestantes antitaurinos. No hace falta ser un insigne inspector para conocer su modus operandi ni un notable estratega para abortar sus intenciones alegales. ¿Por qué no se evita que se llegue hasta estos puntos tan arriesgados? ¿Hace falta que acabe sucediendo algún lamentable incidente para que se proceda con prevención y no a toro pasado? ¿Por qué no impera la lógica, que no es otra que hacer cumplir la ley? Habría que saber si el protocolo de actuación policial es interno o viene marcado por instancias políticas. Cabría preguntarse si los agentes no quieren lío con los manifestantes o con los políticos. Posiblemente ese sea el quid de la cuestión.
De momento quienes actúan de espaldas a reglas y normas ganan la partida con la aquiescencia de quienes nos gobiernan. Aquel precepto que hace poco más de un año se aprobó “con el fin de evitar posibles altercados que pudiesen poner en riesgo la seguridad ciudadana, así como con el ánimo de garantizar el buen funcionamiento de los festejos“, se lo pasan por la zona noble. ¿Qué pasaría si en todas partes los aficionados actuaran como en Algemesí y decidieran tomarse la justicia por su mano? Mejor no llegar a saberlo. Mejor prevenir. Mejor hacer cumplir la ley. Tan sencillo.
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