“Patria” no es sólo una gran novela, la mejor, sobre el terrorismo, sus causas y sus consecuencias; es mucho más que eso: es una grandísima novela sobre la culpa, la responsabilidad personal, la necesidad del perdón y de la redención. Sobre la necesidad de justicia, no sólo penal, sino, más importante, personal.
“Patria”
Fernando Aramburu compone una grandiosa novela que es una sinfonía afinadísima en la que cada instrumento, cada personaje, aporta un matiz, o más, a un resultado francamente redondo.
“Patria” no es sólo una gran novela, la mejor, sobre el terrorismo, sus causas y sus consecuencias; es mucho más que eso: es una grandísima novela sobre la culpa, la responsabilidad personal, la necesidad del perdón y de la redención. Sobre la necesidad de justicia, no sólo penal, sino, más importante, personal.
La novela narra unos acontecimientos y las vidas de unos personajes imaginarios, pero que han sido muy reales con otros nombres, y de las personas (no entelequias difuminadoras de culpas) que los hicieron posibles, que ampararon y estimularon a unos en su locura criminal, y trataron de doblegar a otros, mediante la eliminación, física en unos casos, social en otros. La acción transcurre fundamentalmente en un pueblo cuyo nombre no se menciona porque podría haber sido cualquiera.
En particular, resulta especialmente interesante el enfoque que el autor da a la necesidad del perdón para seguir adelante, a la falta de rencor como elemento imprescindible para alcanzar la paz y con ella la felicidad, unida a la necesidad de justicia, que es requisito y condición de la verdadera paz.
La estructura de la novela es moderna; no sigue un relato lineal. El autor prefiere proponer capítulos de duración reducida en los que a modo de flash-back se revelan las circunstancias de la vida de los personajes, se explican sus razones (o sus sinrazones) y se profundiza, sin aburrir nunca, en su psicología. Los diálogos son de frases breves y directas, aspecto que refleja la forma de hablar característica de los vascos y que el autor demuestra conocer perfectamente. Las descripciones son las justas para ambientar la obra y el autor incluye muchos personajes secundarios que representan distintas actitudes y reacciones ante un mismo hecho, y que completan el mosaico de la novela.
El ambiente en el que transcurren los acontecimiento es a menudo muy lluvioso, no sólo para reflejar el clima del escenario en el que transcurren los hechos, sino también como un elemento simbólico.
En definitiva, “Patria” es una grandísima novela, que no sólo resulta imprescindible para entender una parte de nuestra historia que muchos tienen demasiada prisa en olvidar sino también arroja luz para comprender los resortes del alma humana.
Lezo
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