Diego Carretero / Fotografía de Andrew Moore
Novillada de Montealto y Bajacasta. Dice el ganadero que él ya sabía que traía a Madrid un encierro con calidad pero que adolecía de casta. Le ha faltado explicarnos de qué sirve eso que llaman calidad y nobleza en un toro, si carece de raza.
Indiana Jones en busca de la casta perdida
Paco Mora
Novillada de Montealto y Bajacasta. Dice el ganadero que él ya sabía que traía a Madrid un encierro con calidad pero que adolecía de casta. Le ha faltado explicarnos de qué sirve eso que llaman calidad y nobleza en un toro, si carece de raza. Eso son excusas de mal pagador. Algo así como aquel individuo que mató a su suegra, a su mujer y a su cuñada pero que, en el fondo, decía el cronista de sucesos, era “un buen vecino, un puntual contribuyente y un fervoroso católico”. “Boiras del tiro Juanillo”, que decía el tonto oficial de mi pueblo.
Frente a ese material averiado, tres novilleros estrellaron sus ilusiones esta tarde en Las Ventas. El albaceteño (de Hellín), Diego Carretero, se ha pegado un arrimón de padre y muy señor mío, que ha podido costarle caro, aunque de su romance de valentía solo ha salido con sus atributos masculinos al aire. En compensación, el ganadero ha lucido durante todo el espectáculo con el antifonario de esa guisa.
El “manito” Leo Valadez está muy puesto y dispuesto, pero no ha podido redondear la faena que venía buscando para consolidar su buen momento novilleril. Ya se sabe que el hombre propone, Dios dispone y toros como los de hoy todo lo descomponen. El francés Andy Younes también apunta buenas maneras y tiene valor natural suficiente para triunfar en la profesión de lidiar toros bravos. Pero claro, a condición de que sean bravos, aunque no tengan tanta clase. Lo de la nobleza ya no se lleva; incluso las monarquías que quedan en el mundo carecen ya de Corte… Son casi monarquías republicanas.
Aquí, o sale ya mismo un Indiana Jones en busca de la casta perdida, o pronto dejaremos de lamentar esa carencia en el ganado bravo español (salvo casos concretos que ya comienzan a ser excepcionales), puesto que esa pérdida es ya cosa generalizada entre los naturales de estas Batuecas. Ya lo dijo el poeta: “Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios, que una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Y hasta un partido político ha utilizado su “acabar con la casta” como bandera de su irrupción en política. ¿Y nos vamos a quejar ahora de que los toros salgan bobos, tontorrones y tirando gañafones por arriba? ¡Qué dirían los vecinos!
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